Capítulo 10

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Don't Dream It's Over - Crowded House

Me quedé mirando el móvil después de la llamada con mi mamá. Siempre era así después de una llamada. Primero, ella preguntaba cómo estaba y después mis calificaciones, para terminar con un discurso sobre ser fuerte. Algunas veces esa fuerza podía ser mental y otras física. Ella pensaba que no podía cuidarme solo, pero se equivocaba.

La puerta se abrió de golpe y entró Leandro con el cabello hecho un desastre. Se sentó en su cama y después se dejó caer sobre el colchón.

—Es oficial, reprobé.

Bajé mi móvil y le miré con una ceja enarcada.

—¿De verdad? —dudé.

—Sí, bueno, más o menos. Aún no salen las notas, pero algo me dice que tendré que repetir. Vaya mierda.

Sonreí y apoyé una mano en la mesita de noche. Miré una vez mi móvil y quise suspirar.

—¿No te llamó? —me preguntó Leandro mientras levantaba el rostro, con curiosidad y algo de preocupación.

—Lo hizo —le respondí, intentando estar animado—. Más tarde vendrá un tío a recogerme.

—No hablo de tu familia, Carter. Hablaba de Dagen.

Esquivé la mirada y me odié por ser tan evidente.

—No —respondí con la voz baja—. No llamó desde... ya sabes.

—Tiene sentido, le pediste que te dejara tranquilo. Es decente. Bueno, su acción fue decente.

Me quedé en silencio, mirando una pared y después la ventana. Estaba lloviendo, demasiado fuerte. El cielo estaba de un gris oscuro, como si estuviera por anochecer. Ya había olvidado qué día comenzó a llover, pero recordaba que empezó una noche. Al igual que el frío. Como el frío que sentí afuera del centro comercial, cuando le pedí a Dagen que me dejara de buscar.

—Como sea, Carter. Lo mejor es que nos pongamos a... —Se detuvo cuando su móvil sonó y, al levantarlo, su sonrisa se fue lentamente.

—¿Qué pasó?

Tiró con delicadeza el móvil sobre el colchón y se encogió de hombros.

—Repetiré.

Aunque debía estar preocupado o molesto, mientras guardaba algo de su ropa en una pequeña maleta, su sonrisa seguía plasmada en sus labios.

—No olvides traerte algunos bañadores —me recordó Leandro mientras metía sus bóxers en la maleta—. Y bloqueador solar. Y camiseta de tirantes, te quedan muy bien esas cosas. Y...

—Lo tengo todo apuntado —le detuve e imité su trabajo de guardar ropa en una pequeña maleta—. Lo recordaré.

—Eso espero, porque si olvidas algo tendrás que llevar puesto alguno de mis bañadores que hacen caer las bragas de cualquier mujer.

Puse los ojos en blanco y me reí. Comencé a guardar algunas sudaderas en una pequeña maleta negra que tenía.

—O en tu caso podrían hacer caer los bóxers de cualquier hombre —continuó—. ¿Te puedo preguntar algo?

—¿Qué?

—¿De verdad quieres pasar Navidad con tu familia?

Me encogí de hombros.

—Es mejor que estar aquí, ¿no?

—Puede —dudó—. ¿No tienes ganas de ver a Dagen?

Doblé un suéter y suspiré. Miré cómo la lluvia golpeaba la ventana y volví a bajar la mirada a la maleta.

El sol que me dasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora