Bajo las luces del antro

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Quince días después de haber empezado las clases, era yo toda una personalidad universitaria bastante conocida y popular, las chiquillas de primer semestre estaban encantadas por mí, los clubes universitarios se disputaban mi participación y los alfas me aceptaban en su jauría.
Todo era perfecto y pareció mejorar cuando recibí una invitación para salir a uno de los bares más conocidos en el pueblo y los al rededores, una vez mas ese hecho me causó sorpresa pues gente de otros estados venían hasta este recóndito lugar para sacarle brillo a la pista de baile, ya que el lugare era muy bonito y tenían un menú excenete de bebidas y el sonido era de otro nivel.
El ambiente en el lugar era muy bueno, puedo decir que tal vez mejor que de donde yo venía, otro punto a favor de este lugar cercano al triángulo de las Bermudas.
Estando con Julio y Gerald dos de mis compañeros y ambos capitanes de equipos nos acercamos a la barra para pedir cervezas.
—Miren llegaron Wendy y su manada, dice en voz alta Julio, los tres miramos embelesados ese grupo de mujerones, la gran mayoría de las miradas masculinas se las devoraban, mientras las demás mujeres giraban los ojos al verlas pasar.
Una de las acompañantes de Wendy saludó con la mano a Gerald, quien respondió titubeante.
Wendy notó que estaba yo ahí también me saludó mientras se acercaban hasta la barra.
—Hola Gerald, Julio, Wendy se notaba tensa con la presencia de mis amigos, quienes saludaron a todo el grupo con un beso en la mejilla, lo mismo que hice yo.
Un grupo de estudiantes de otro campus se acercó y empezaron a platicar con el grupo de Wendy, cosa que yo aproveché para salir de dudas.
—¿Por qué Wendy reacciona así?, Julio incómodo jugó unos segundos con su botella y Gerald suspiró.
—Nos la cogimos, cada quien en su momento, —ese par másbien trataba de advertirme algo, ahora lo veo, pero en su momento mi cabeza inferior y sin cerebro no captó las señales.
—Mira Wendy es una chica agradable pero ella ve el valor de una persona por la estabilidad económica de esta, nosotros tenemos estatus en el campus, pero nuestras familias no son pudientes, Gerald se pasó la mano por su tupido cabello.
—A lo mejor contigo es diferente, dijo Julio a modo de consuelo.
Yo sonreí de lado sin mucho humor.
Yo no estaba buscando algo formal, solo pasar un buen rato, pero eso no se los diría a estos dos, porque simplemente es algo mío.
Minutos después en la pista de baile, los pechos de Wendy prácticamente machacaban mi torso, y su entrepierna se restregaba en mi pierna, la verdad estaba excitado, ella se ofrecía y no es de caballeros despreciar lo que se te ofrece, o eso me habían enseñado mis padres.
Pasé mi mano por su culo redondo y casi muero ahí mismo al sentir el delgado hilo de su tanga, ahora yo me sentía cual lobo rabioso.
Mis amigos burlones también bailaban su propio baile sexual con otras chicas y los tres nos mirábamos con complicidad sabiendo como cada uno si tenía suerte y jugabamos bien nuestras cartas, terminaríamos la noche.
—¿Podríamos ir a algún lugar para platicar y conocernos?, yo casi esbozo una sonrisa maliciosa, dijo Wendy.
Sé que no vamos a algún lugar a conocernos como personas, sino a conocer nuestros cuerpos. Después de todo yo no soy un niño, ya tengo veinticuatro y Wendy aparentente tiene mi misma edad, aunque con tanto maquillaje encima parece de treinta, pero no es su hermoso rostro lo que me atrae.
—Claro preciosa, despidete de tus amigas, yo avisaré a Julio y Gerald que ya nos vamos. Obedientemente Wendy se encaminó y yo la seguí, para luego atravesar el lugar entre un mar de gente que se apretujaba, reían bebian como solo los universitarios podemos hacer.
—¡Wooooow! Bonito auto, la cara de Wendy cuando se subió a mi convertible fue de absoluto interés, tal como me advirtieron Julio y Gerald.
—¿Tu familia es acomodada?, ¿eres alguna clase de heredero de la realeza o algo así?. El brillo en sus ojos a causa de la cerveza y el deseo era muy evidente, así como su interés por mi estatus económico.
Yo me acerqué y besé su cuello, solo para escucharla gemir.
—Nope, soy solo un hijo de una maestra y un militar, ella se aferra a mis hombros pidiendo más.
Mi mano baja hasta sus suaves y redondos senos los cuales modele con singular alegría.
—¡Aaaah!, vamos a un lugar mas privado.
Enciendí el auto, pero como no conozco las rutas todavía pues no sé a donde exactamente ir, —por cierto, ¿alguna idea de dónde podemos ir?, pregunto mientras maniobro con destreza el volante.
Wendy seductora me mira como si algo fuera muy obvio.
—Pues a tu casa, yo niego con la cabeza firmemente.
—Imposible muñeca, no podemos yo vivo con mi padre.
Ella se enfada sacando un pucherito que de entrada se ve delicioso, pero rápido se recompone como si evaluara que follar es una prioridad de vida o muerte.
—Bueno hay un motel aquí en la salida al pueblo, como si quisiera atormentarme, la maldita juega con su cabello esponjado y suave.
Yo acelero, como cualquier hombre joven de veinticuatro años, que solo piensa en coger, así que al llegar al lugar aparco y nos dirigimos a un mostrador bastante descuidado, la mujer que atiende nos mira, fijandose más tiempo en mí y mirando a Wendy como si con ello reconociera que hizo una buena caza.

Debo decir que haber estado con ella fue... Mmmmm, no sé.
Siempre es lo mismo, digo, no me quejo de comer filete, pero ya no hay emoción, todo es exactamente predecible, ya que sé donde tocar y cuanta presión ejercer para hacerlas gemir.
Todo esto me hace sentir como un lobo que terminó siendo un perro domesticado, ya no hay emoción en la cacería, la presa solita se entrega y cada mujer con la que he estado espera lo mismo de mí, la cogida feroz y un anillo de compromiso.
Gerald y Julio sonríen al verme en el centro comercial al día siguiente, —¿hubo suerte?, yo asiento, es todo lo que puedo decir, caminamos juntos para ir al cine.
—Hoy saldré con Regina, dice Gerald Julio empieza a molestarlo como si fuera un niño de primaria, —uuuuuh, vaya, por fin se te hizo.
Gerald sonríe tímidamente, al notar mi desconcierto Gerald me explica, —yo he estado enamorado de Regina durante mucho tiempo, pero ella era novia de un tipo que la engañó hace dos años y a penas está saliendo otra vez.
Yo felicito a Gerald, pues el canijo se ve feliz.
—¿Y tú qué onda con Wendy?, en la voz de Julio noto celos, yo me encojo de hombros para remarcar mi creciente indiferencia.
—Nada serio, solo salimos.
Julio me mira de forma intensa.
—Yo la quiero bien, pero ella busca un tipo que la mantenga, su familia no es rica y a ella le aterra vivir en la pobreza. 
Yo suspiro sin estar seguro de que decir, porque el momento entre nosotros tres es incómodo.
—Creo que Wendy no vale la pena, Gerald habla con tal seguridad que los tres lo volteamos a ver.
—Lo sé, la voz derrotada de Julio pone aún más incómoda la situación.
—Saben qué, vámonos a tomar unas cervezas.
La jovial voz de Gerald  y su atinada propuesta nos anima otra vez.

Te convertí en gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora