Las cosas como son

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—Dorian, por fin delante de todas esas personas que ajenas estaban en sus cosas, mientras yo tomé la mano del hermoso cisne quien me miraba asombrado, —dame una oportunidad, una nada más.
Dorian suspiró y miró al piso, esas deliciosas pestañas falsas abanicaron sus mejillas, —hace unos días que estoy soltero y no estoy seguro de querer entrar en una relación tan pronto.
De alguna manera aunque me estaba casi friendzoniando, sentí una especie de alivio.
No me dijo que no, aunque tampoco me dio el sí, pero yo soy hijo de un militar, entrenado para soportar inclemencias y para desarrollar estrategias.
—Entonces déjame ser tu amigo, deja que te demuestre que puedo ser un tipo agradable, y no sé, tal vez yo te podría gustar.
Una vez mas el temor de no ser el tipo de hombre que le guste a Dorian me invadió.
—solo como curiosidad ¿No soy tu tipo?, solté la pregunta como un niño que suelta una pelota en plena avenida a la hora pico.
Dorian me observó y sonrió coqueto y eso casi me hace correrme y no es broma.
—¡Claro que eres mi tipo!, solo que quiero conocerte, quiero que estés seguro de que al tocarme no encontraras pechos esponjosos, no encontrarás cabello largo y suave, no vas a encontrar una vagina húmeda y profunda y todo eso junto no te hará salir huyendo. Solo verás esto, Dorian se señaló a sí mismo, —quiero estar seguro de que todavía después de verme tal cual soy, estarás a mi lado.
Yo sonreí con tristeza, el daño que pendejos de mi club, ya estaba hecho en la vida de mi suave cisne.
—Te prometo que esto no será fácil le dije a un confundido Dorian, yo levante mi mano para que me dejara continuar, —voy a tener dudas, voy a tener miedos, probablemente en el proceso yo entre en algún tipo de pánico, pero sé algo, me gustas tanto, que para mí, vales la pena el riesgo, me gustas tanto que yo quiero demostrarte que tus ojos, esos que enmarcas con hermosas pestañas o los cubres de rímel, me alumbran en momentos difíciles, que tus labios, son los más hermosos que he visto y que daría toda mi vida por besarlos siempre. Que tus manos con uñas largas son para mí las más delicadas que yo haya tocado y que todo tú, con tus estravagancias femeninas y esa dura rudeza masculina, me han atrapado por entero.
Que no reservo algo para mí mas que mi miedo y confusión, pero eso es algo mío con lo que yo me liaré, tú solo eres el objeto de mi sentimiento incipiente y me gustas.
Dorian dejó escapar una lágrima, sus manos abanicaban delicadamente sus ojos e inspiraba en un intento inútil por no seguir llorando.
Y lo abracé, al hacerlo comprendí aquellas cursilerías de sentirse en casa o de saber que ahí era el lugar en donde quisieran estar siempre, pues yo también quería permanecer ahí lo que me quedaré de vida.
Mis labios instintivamente buscaron los de Dorian, y fue diferente, único y correcto.
No hubo pánico gay, no hubo temor porque las personas me vieran besando a otro hombre, sólo hubo un sentido de pertenencia, hubo fuerza, hubo un algo que ni siquiera sabía que había perdido en algún momento, pero lo encontré al a abrazar a Dorian.
—Entonces, ¿me darás una oportunidad?.
Yo nunca había suplicado por que mi expectativa de pareja me aceptara, pero todo esto era diferente y nuevo.
Dorian sonrió con timidez, —sólo si me prometes que me aceptas así.
Yo lo besé una vez más y me aseguraría de hacerlo por lo que me quedara de vida.

Rápido pasamos dos semanas de novios.
Al principio yo iba por Dorian a su trabajo, cenábamos y lo dejaba en su casa, otras salíamos a un parque y caminábamos mientras entre pláticas nos conocíamos más, yo notaba algo, que no me tomaba de la mano. Yo no lo tomaba a él para no molestarlo, para ir a su ritmo. Después de todo los cisnes son hermosos pero cuando están molestos son aterradores.
—¡Hey Teodoro!, la voz de Gerald llamó nuestra atención. Yo vi como Dorian se alejó de mí, aparentando que venía aparte.
Odiaba esas reacciones.
—Hey Gerald, ¿vas a algún lugar?, ví el tubo para guardar planos en su espalda.
Gerald miró sobre su hombro, —voy a la revisión de mi proyecto, ¿y tú?, yo vi la mirada curiosa que Gerald le dio a Dorian.
—Salí con mi novio, ¡por fín era hora de dejar de esconderme!.
—Dorian, ven, extendí la mano hasta un perplejo y nervioso Dorian que miraba de mi mano a Gerald.
Gerald miraba confundido la escena, —¿esto es una broma Teo?, yo negué con la cabeza.
—Te presento a mi novio Dorian, te presento a Gerald Aguiñaga, compañero de la facultad.
Gerald saludó a Dorian tomando su mano como si este quemara.
—Esto es... Sorpresivo viejo.
Yo sonreí, con cinismo, pues en ese proceso entendí que definitivamente la lealtad de los que consideraba amigos, sería puesta a prueba, pero yo, no me comportaría como un inmaduro incapaz de soportar el escrutinio público.
Gerald me miró, había tanto que decir de frente pero no lo hizo en cambio huyó como si tuviera un cartucho de dinamita enterrado en el culo y este fuera a estallar en cualquier momento.
—Lo lamento, la suave voz de Dorian me hizo voltear a ver.
Sonreí tristemente de lado. Supongo que es hora de que te demuestre que no estoy avergonzado de ti.
Dorian no habló, solo me abrazó. Estuvimos así unos minutos.
—Lamento que tengas que pasar por esto se disculpó Dorian, eso partió mi corazón.
—Tú, mi pequeño cisne no tienes porque disculparte. Uno no tiene porque vivir escondido y al menos yo no lo haré.

Mi semana en la facultad fue surrealista. Gerald se encargó de informar a cada cabeza que soy gay, lo que valientemente no dijo de frente, cobardemente lo hizo a mis espaldas. Claro que los demás alfas se burlaron de mí y en más de una ocasión me iba a ir a los golpes.
—¡Hey, Teo!, Julio que estaba ausente por cuestiones de sus prácticas me saludó.
—¿Es verdad el rumor de que eres puto?, yo lo miré y apreté la mandíbula.
—Sí es verdad y si tienes un problema con... Pero mis palabras amenazantes ahí murieron pues Julio me jaló en un abrazo, —¡felicidades por tu relación!, restando importancia al asunto, mi amigo empezó a hablarme de sus prácticas y lo bien que le iba en un proyecto.
Supe entonces que la gente disfraza de falsa moral su ignorancia. Disfraza de hipocresía su amistad.
Pero que también hay personas importantes que te aceptan sin más aunque no usen los términos correctos o palabras respetuosas.
Caminando por los pasillos me encontré a Wendy que hasta ahora creó no sabía algo de Dorian y yo.
—Teo de haber sabido que te gustaban los hombres te hubiera presentado a mi hermano dijo juguetona Wendy y de quien continué siendo amigo.
Yo sonreí malicioso, —mi novio es tu hermano.
La cara de Wendy pasó de un rojo sangre a un blanco pétreo, hasta que habló.
—¿Lo amas?, En serio Teo Dorian ya sufrió bastante, yo asentí.
—Lo amo Wendy, estoy positivamente enamorado de él.
Wendy me abrazó.
—Ustedes fueron hechos para estar juntos.
Con esa palabras decidí que no me escondería jamás.

Te convertí en gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora