Estudiarte a ti

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Una semana, tuve que aguantar una semana de no saber algo de Dorian, a pesar de que moría de ganas de buscarlo, de acecharlo en redes como un maldito acosador y ahí fue cuando paré. 
Gerald, Julio y yo nos reunimos a estudiar para los exámenes, ya nos faltaba poco para la graduación, así que teníamos varias semanas pesadas lidiando con maestros y maestras que nunca dieron clases pero de pronto te pedían hacer una maqueta o algún proyecto extravagante.
—Es una joda eso del proyecto final de carrera, Julio se quejaba mientras estudiaba unos planos.
Gerald tomó una papa frita, al menos nosotros tres somos de los pocos en ser admitidos en bufetes para nuestras prácticas, y hemos colaborado en varios proyectos ya, Julio asintió.
—Oye Teo, a ti ya te contrataron en el bufete, ¿verdad?, yo asentí mientras anotaba unos resultados en mi iPad son querer hacer mucho alarde de mi reciente contratación.
—Así es, a penas me gradúe presento el proyecto y empiezo el trámite de mi cédula profesional.

Geral se estiró haciendo tronar los huesos de su espalda—Les juro que después de esto, nos vamos a emborrachar hasta vomitar las tripas.
Los tres asentimos, pues ya nos faltaba poco para terminar y a pesar de que no cursé con mi grupo toda la carrera, pronto los estimé como si toda la vida hubiéramos estudiado juntos.
—¿Ya pensaron a quien van a llevar al baile?, Gerald era el mas emocionado pues de los tres era el que mas tiempo de relación llevaba.
—Por supuesto, Julio estaba emocionado, después de haber superado a Wendy que por cierto se rumoraba que estaba saliendo con un arquitecto viejo y famoso.
Como si se hubieran puesto de acuerdo, Gerald y Julio me miraron con lastima.
—Tranquilo Teo, en la fiesta no te faltaran admiradoras, yo sonreí de lado mientras mentalmente evaluaba la opción de decirles: —"saben qué pendejos, creo que estoy enganchado con el hermano de Wendy, sí weyes, un cabrón". Pero primero tenía que volver a ver al objeto de mi dudosa heterosexualidad y empezar a cortejarlo o cargarlo y llevármelo a mi cueva como vil cavernícola.
—Sé que no me faltaran admiradoras, es más tal vez les comparta alguna, les hice un guiño y empezamos a bromear.
Después de la semana se exámenes volví a la zona elegante en donde trabajaba Dorian.
Era casi su hora de salida cuando entré a la lujosa tienda, —Oh, volviste, Dorian me sorprendió mientras yo miraba con curiosidad una miniatura de la torre de Pizza.
—Hola Dorian, la pétrea mirada tanto como me desconcertaba, también me enamoraba al grado de dejarme hipnotizado.
—¿Vienes a insultarme?, yo miré a Dorian con algo de enojo.
—¿Cuándo te he agredido?, pero antes de que Dorian me respondiera levanté el dedo índice, —Ah, ah, y no hablo de la vez que mí padre dijo pendejadas.
Dorian cruzó los brazos, hoy se veía espectacular con su ropa de trabajo, sus pestañas falsas y los labios pintados que parecían gritarme porque los besara hasta el cansancio y probara el inconfundible sabor a labial, ¡Carajo le compraría galones de esa cosa si con eso lograba que Dorian me mirara con amor.
—No me has agredido, es verdad, ahora mi pequeño cisne se notaba incómodo.
Yo me sentía triunfal, quería golpear mi pecho como un gorila, —bien, entonces podemos salir y cenar, o vendrá tu adinerado novio por ti.
Dorian iba a decir algo, pero creo se lo pensó mejor.
—Estaré listo en diez minutos. Yo asentí, con las manos en los bolsillos empecé a vagar por la tienda y por minutos observaba a Dorian apagar las luces cerrar puertas y ventanas, le ayudé a meter algunos muebles y por fin apagó la luz de la entranda.
—Vi lo que me dejaste en el celular, dije mientras mi vista estaba en la carretera.
Dorian me miró como queriendo saber mi ánimo. —Solo quería que sepas que es lo que hay entre dos hombres. Porque por alguna cosa a los heterosexuales les excita ver a dos mujeres manosearse, pero la cosa cambia al tratarse de hombres.
Yo no desviaba la mirada de mi carril, —¿Y cuál era tu intención al mostrarme eso, pequeño cisne?.
Dorian casi sonrió tontamente, y esta vez no lo imaginé.
—¿pequeño cisne?, su voz sonaba divertida, melosa. Le gustaba su apodo.
—Sí, eres un pequeño cisne y yo soy un joven lobo, le sonreí.
—Vamos, le señalé con la mirada un pequeño restaurante de tacos.
—Bien, pero no puedo tardar mucho, Dorian bajó por su cuenta, tenía prisa y una oleada de insanos celos me invadieron.
—¿Tu novio el tallarín irá a verte?, la acidez en mis palabras pusieron tensa la situación.
—Tengo cosas que hacer, dijo por toda respuesta Dorian.
A esas alturas ya empezaba a molestarme que no me diera respuestas claras.
Después de un pedido rápido Dorian y yo nos sentamos.
—Bien, el vídeo era para molestarte y también es necesario que veas que dos hombres cogiendo no son lo mismo que dos mujeres haciendo tijeras.
La facilidad con la que mi objeto delicado de sucias fantasías hablara de esa forma solo me provocaba decirle que le lavaría la boca con jabón y después le azotaría sobre mis rodillas como a un niño pequeño.
—Bueno, pues para tu información ya estoy más versado sobre besos negros, dildos, y sexo anal, hice una mueca pícara subiendo y bajando mis cejas.
Dorian levantó una de sus depiladas y pintadas cejas.
—¿Y no te asustó todo eso?.
Yo casi me reía en su cara, pero en vez de eso, decidí lanzar el anzuelo.
—No, de hecho estoy dispuesto a practicar, le susurré al oído.
Dorian sorprendido me miró.
Juro por el sagrado monstruo del lago Ness que nunca unos ojos me han puesto tan pendejo, pero ese par de bellezas solo parecían desnudarme y eso era intimidante.
El rostro de Dorian se puso de un suave escarlata.
—Eres novio de mi hermana, la amargura en su voz casi me hizo sonreír.
—Y tú tienes novio, le recordé a Dorian quien bajaba la mirada.
Dorian negó con la cabeza pero no dijo más.
Yo estaba decidido a probar, a dejar que mi pubertad tardía entrara en acción.
—Dorian, tu hermana y yo no fuimos novios, ella es linda pero, no soy lo que busca.
Dorian prestaba atención a todo lo que yo decía.
—Tú eres solo un bicurioso y yo, ya estuve en esa fiesta, no quiero mas recuerdos.
La mirada dolida de Dorian me hizo enfuerecer. 
Odié a los pendejos que solo lo usaron para descubrir una parte de su sexualidad y luego lo dejaron de lado con el corazón sangrante y el ego roto.
Odié a esos cabrones que pensaron primero en sus vidas rectas y socialmente aceptables antes de admitir amar a un hermoso hombre como Dorían.
Todos ellos juntos no valían el suelo que mi hermoso cisne pisaba, tampoco yo lo valía pues era igual a ellos.

Te convertí en gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora