Amarro mi corazón

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—¡Wooow!, ¿ a dónde vas tan guapo?, Wendy me mira de pies a cabeza, yo me siento incómodo con su evaluación visual, es como si ella pudiera leer mis intenciones de impresionar a otra persona que no es ella, así que sonrío tenso.
—Antes de ver a tu hermano saldré con algunos amigos, ahí están cinco centímetros mas a mi nariz de mentiroso, lástima que esos centímetros no van a mi polla.
Wendy estrecha los ojos, —¿con otra?, mi garganta traga saliva convulsivamente, y rápido niego, sabiendo que soy un terrible mentiroso.
La melosa risita de Wendy me hace ver que solo se divierte a mis costillas y eso me hace sentir aún más pendejo.
—Tranquilo Teo, sé que solo somos amigos y no somos exclusivos.
Suelto un suspiro aliviado, el cual es como el Corazón Delator de Edgar Allan Poe.
—Bueno, dame el dinero que le llevaré a tu hermano, le extiendo mi mano mientras ella rebusca en su bolsa,Wendy saca un sobrecito de color amarillo. —Porfavor dile que es para sus gastos.
Yo tomo el sobre y lo meto en mi pantalón, asegurándome de que el sobre esté dentro de mi bolsillo.
—Puedes llamar a tu hermano para avisarle que voy y para que compruebes que el dinero le llegó.
Wendy sonríe con algo de nostalgia.
—Teo, su voz hace que yo la mire con atención, —me hubiera gustado que los dos estuviéramos enamorados, pero hay alguien mas.
Wendy trataba de disculparse pensando que yo estaba enamorado de ella, pero no la iba a desmentir.
—Tranquila Wen, supe desde un principio que no estabas enamorada de mí, haciendo mi mejor actuación de un tipo resignado.
Wendy sonrie con amabilidad, ese gesto la hizo parecer una niña, tal vez se debía a que el gesto era muy genuino o a que no traía los kilos de maquillaje, o tal vez a que ahora sí estaba enamorada de alguien más.
—Gracias Teo, debo dejarte en mis prácticas me encargaron un trabajo, yo asentí y me despedí de Wendy sintiéndome como en otra dimensión.
Sin ser novios me mandaron a la chingada, que vida mas rara.

La tienda en donde trabajaba Dorian estaba situada en una zona muy lujosa de la ciudad. 
Estacioné mi coche y entré como si estuviera interesado en floreros de cristal cortado de bacarat, o en portarretratos de estilo italiano.
Aunque en realidad me sentía como un elefante ciego en medio de un campo con copas de cristal en el pasto.
—Puedo ayuda... La voz detrás de mí se cortó, Dorian me reconoció.
—Hola Dorian, con cuidado de no golpear algo y tirarlo, giré para encontrar a los ojos más hermosos enmarcados con un par de pestañas falsas muy tupidas.
A pesar de que nunca, nunca me sentí atraído por un hombre, y menos por uno que jugaba entre disfrazarse de mujer pero se vestía como un tipo mi corazón superaba la cantidad de latidos por segundo de todas las veces que hacía ejercicios. Sin embargo ese contraste parecía haber sido hecho para que Dorian se viera simplemente delicioso y precioso más allá de lo imaginable, porque su rostro pulcramente maquillado no molesto o vulgar.
—¿Qué quieres?, preguntó Dorian con cautela, yo saqué el sobre que le envió su madre.
—Ten, es de tu madre, Wen me pidió de favor que te lo diera, extendí el sobre hasta él y lo tomó.
Sus manos de tamaño mediano, sus uñas muy brillosas y cuidadas, y su piel... ¡Carajo!, mis manos picaban por tocar esa piel que parecía más suave que las nubes.
—Gracias, Dorian tomó el sobre y sin revisarlo se lo metió en su muy entallado bolsillo trasero, yo sabía que no le agradaba a Dorian y era raro, pues por mucho dinero que tuviera el palillo al que llamaba novio, mi rostro por mucho no era de mal ver.
—Te puedo esperar y llevarte a tu casa.
Tiré mi baraja esperando que no vaya a ir por él su Frankenstein enamorado.
A pesar de que la mirada de Dorian estaba cargada de recelo, Dorian asintió.
—Salgo en veinte minutos, avisaré a mi madre que he recibido el sobre y que tú me llevarás a casa.
Sé que Dorian hizo eso para protegerse, pero también me hizo consciente de la dura vida que una persona que no cuadra con el estándar social, sexual y moral que se ha impuesto por siglos y siglos de nefastos perjuicios, tiene que sufrir por causa de la violencia o de las fobias.
—Esperaré fuera, Dorian asintió, sin emoción, sino con su ya característica indiferencia totalmente dirigida a mí.
Debo decir que cada vez mas yo me encontraba intrigado por este muchacho hermoso y fuera de lo común.
En la soledad del estacionamiento empecé a cuestionarme y a hacer un análisis de mediocre psicología de bolsillo, pensaba que a lo mejor no soy el tipo de hombre que le atrae a Dorian, que a él le gustan delicados como modelos.
O que tal vez él tenía la misma obsesión que su hermana por los tipos adinerados.
Molesto por sentirme un burro caminando en círculos me metí a mi carro.
Una vez mas mi mente vagó.
Empecé a pensar en mi situación, en todo lo que esto podría acarrear, desde el repudio feroz de mi padre, hasta la pérdida de ayuda económica.
Pero también tal vez estuviera enfrentando alguna fase tardía de mi sexualidad y probablemente solo era curiosidad.
Lo que sea que fuere no me asustó. No entré en pánico y no hice un drama por fijarme en un hombre... Uno malditamente hermoso.
Un golpe me despertó, confundido miré por la ventanilla para encontrarme siendo observado por esos ojos de gato con pestañas hermosas.
Pasé mi mano por mi rostro para depejarme y rápido abrí la puerta de copiloto.
—Disculpa, me dormí.
Dorian sonrió más por educación.
—No te preocupes, al contrario yo me disculpo pues salí más tarde de lo previsto.
Al ver el reloj del tablero, confirmé que Dorian salió cuarenta minutos después.
—No hay problema, sonreí espetando con todas mis fuerzas que ese hermoso chico que me miraba con precaución por fin me viera como lo que yo era, un bicho inofensivo.
Las calles estaban algo vacías y por consiguiente tranquilas—tengo hambre, no he comido algo desde la hora de la comida, le dije y ya pasaban de las nueve de la noche.
Dorian señaló un lugar sencillo pero limpio, —si tienes hambre ahí venden unos sandwiches muy buenos y nada caros.
Esta vez su aspecto era más relajado.
Revisando el menú que colgaba delante de nosotros hice mi pedido:
—Quiero un sándwich de bisteck y cebolla, con jalapeños, y... Voltié a ver a Dorian.
—Uno de champiñones, cebolla, aguacate y garbanzo.
Dorian sacaba dinero de su cartera y tomé su mano para detenerlo.
—Por favor, fue todo lo que pude decir.
Dorian pareció pensarlo por unos segundos y luego asintió.
—Ocuparé una mesa, yo sonreí aprobando la idea, mientras lo veía alejarse.
Con la bandeja en la mano, me senté a lado de Dorian.
—¿Qué refresco quieres?, dije parandome otra vez y tomando los vasos.
—Agua esta bien para mí. Con la felicidad de un tipo con suerte caminé hasta la máquina y llené nuestros vasos.

—¿Vives cerca de aquí? Pregunté mientras daba la mordida al sandwich más rico que había probado en mucho tiempo.
Dorian Queen también parecía disfrutar su sándwich hecho de hongos de pitufos respondió, —m'jú, a dos minutos en carro y diez minutos a pie así que a partir de aquí me voy por mi cuenta.
En ese momento noté que atrapar a Dorian era como retener agua entre los dedos y eso me preocupó como nunca antes.
No recuerdo haber luchado tanto por llamar la atención de alguien.
—No tengo problema con llevarte.
Dorian me miró fríamente mientras que con la delicadeza de una señorita se limpió la boca con la servilleta.
—¿Por qué tanta insistencia?, sus ojos, malditos ojos que me observaban con recelo, pero que yo hubiera dado lo que sea por que me mirasen con algo parecido a la admiración.
—Por que me gustas.

Te convertí en gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora