Más confundido que un niño perdido

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El mes pasó muy rápido, ahora estaba haciendo mis prácticas en un bufete de arquitectos, una compañía que se dedican a la construcción de edificios modernos, una vez mas me sorprendí, yo ignorante desconocía el alcance de la compañía, esta abarcaba trabajos en todo el país y en el extranjero.
Los arquitectos rápido me mostraron los planos de trabajos y debo decir que al fin estudiante, pues no sabía yo nada, es muy diferente el aula a la vida real, pero pronto aprendí, mi padre me inculcó a tener iniciativa y ser servicial.
Siempre salía con Wendy pero ahora yo ya no estaba tan animado en cogermela, sobre todo después de saber que Julio estaba enamorado de ella.
Tuve que hablar con mi amigo y poner las cosas en claro con él para evitar una enemistad, él como buen perdedor se hizo a un lado, y pronto se consoló con una chica que estaba en octavo semestre, se le veía contento.
A diferencia de mí que a pesar de que mi padre me daba dinero, al igual que mi madre y yo ya tenía un trabajo a medio tiempo en el bufete, Wendy parecía querer exprimir hasta el último quinto de mi bolsillo, cosa que de inmediato tuve que frenar, porque no me considero despilfarrador, sino que mantengo mis ahorros para futuros planes.
—Vamos a cenar hoy, la voz de Wendy sonaba desde el otro lado de mi celular.
No eramos novios o algo, ni siquiera sabíamos muchas cosas uno del otro.
—¿a qué hora paso por ti?, pude imaginar el semblante triunfal de Wendy y mentalmente me di una patada en las pelotas por ser tan imbécil y caer rápido.
—A las ocho está bien, yo suspiré, la situación me empezaba a cansar.
Hubo una incómoda pausa y lo supe, ahí venía la petición.
—Solo que, ¿puede ir con nosotros mi hermano Dorian?, yo hice memoria rápidamente, pues en los casi tres meses de salir juntos, nunca había mencionado a su familia, pero yo sabía de la existencia de su hermano por Julio y sus comentarios.
—Claro, dije aliviado de cierta manera, pues su petición me pudo haber costado alguno de mis riñones. Así que en cuestión monetaria salí salvado cuando no me pidió que la llevara a lugares caros.
Puntual llegué hasta la casa de Wendy, quien vivía en una parte de la ciudad bastante cuidada y bonita debo decir.
No entendía que parte de su posición económica no le gustaba, si era muy notorio que vivía cómodamente, o al menos con más privilegios que muchas personas que conocí en mi paso por otros lugares.
Curioso bajé de mi carro y caminé hasta la entrada, un jardín muy bien recortado, una entrada limpia, la pintura nueva, un carro no del año pero bastante decente estaba estacionado en el porche.
El timbre sonó y una señora que era como la versión cincuentona de Wendy, me abrió la puerta.
—Hola buenas noches, soy Teodoro Bravo, vengo por Wendy, la mujer bajita, menuda y amable me sorprendió con un beso en la mejilla.
—Mucho gusto hijo, soy Marcela Rosales, pasa.
La sala de estar era muy acogedora, con sus sillones cómodos y una vitrina llena de tazas de todos tipos, —sientate, en un minuto viene, le voy a avisar.
Yo obediente me siento. Ya saben también estoy un poco incómodo, pero hasta ahora la señora ha sido amable.
Pronto los pasos se escuchan, me levanto pensando que era Wendy, pero resulta ser el chico mas mortalmente hermoso que yo haya visto, un chiquillo de unos diecisiete años, que sonríe a su madre, pero al verme esa sonrisa se esfuma.
Ahora sí, me siento incómodo.
—En un momento baja Wendy, dice doña Marcela quien se encamina hasta lo que supongo es la cocina.
Detrás va el muchachito caminando yo de reojo lo seguí con la mirada pero mis ojos iban a explotar si los seguía torturando haciéndolos girar en ángulos imposibles.
-Ten, la suave y afeminada voz me hizo notar una hermosa mano con uñas adornadas con brillitos que se extendía hasta mí con un vaso de refresco.
Yo intimidado intente sonreír mientras en mi cabeza una maraña de imagenes se desataba.
Nunca me he sentido atraído por un hombre, ¡nunca!.
Digo, respeto a los que les gusta acariciar pechos planos y nalgas peludas. Pero a mí me encanta la piel suave de las mujeres, la delicadeza con la que se mueven no tienen comparación.
Esto es tan raro que prefiero usar una postura de tipo desagradable.
Mi padre dice: lo que no comprendes, o lo dominas o lo ignoras. En este caso prefiero ignorar.
—Gracias digo de manera áspera, el chico sin más se da la vuelta y se va, dejándome solo.
Unos pocos minutos después aparece Wendy, para molestia mía no tengo la misma reacción al ver a la exuberante Wendy.
—¿Conociste a mi hermano?, su sonrisa es nerviosa. 
Yo miro mis zapatos incómodo.
—Solo de vista, dije mas gruñendo que hablando.
—Entonces deja le llamo, -¡Dorian!, el grito sólo me altera pero mi mente repite, Dorian, hermoso como él.
La patada a mis huevos mentales es sonora y fuerte.
El pequeño cisne entra orgulloso con su contoneo de caderas.
—Dorian él es mi amigo Teodoro, yo trato de sonreír lo más amistoso posible, pero no estoy seguro de lograrlo, creo parecer algún depredador siniestro.
—Hola, esa voz tintineante otra vez.
La mano blanca se extiende en mi dirección.
—Hola Dorian, soy Teodoro Bravo.
Dorian no se impresiona sino que me mira de manera desinteresada y aburrida, me siento como uno mas del montón y eso golpea mi ego más duro que una patada de burro en las pelotas.
—Bueno, ya se conocen, ahora vámonos.
Dorian gira los ojos, pero Wendy lo ignora abrazándolo, —vamonos, quiero cenar pasta.
Wendy no paraba de hablar, que si tal tienda esta de moda, que si esta gorda, que si los aliens nos invadieron y yo no los vi. Yo disimuladamente miraba por el retrovisor a Dorian que traía puestos los auriculares y el suertudo ignoraba el insidioso parloteo de su hermana.
El restaurante que eligió Wendy era algo lujoso.
Al ir a ocupar nuestros lugares reservados pude dar una traicionera mirada evaluadora a Dorian que iba vestido con un muy entallado pantalón negro de vestir, una camisa azul cielo de manga larga y unos zapatos cerrados pero que parecían una versión femenina de los míos; su cabello corto a los lados y largo en medio, la piel blanca, los labios carnosos y esos ojos entre grises con betas verdes.
Wendy se disculpó para ir al sanitario dejándome solo y expuesto en la compañía de su hermano, que ni siquiera me dirigía la palabra y ahí estaba yo, desenado ser mirado por el hermoso cisne que parecía mas aburrido que un ni;o en una clase de trigonometría.

Te convertí en gayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora