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—Una margarita para ti, tal como me la pediste —le extendió la bebida que el mesero les acababa de poner en la mesa, era la segunda vez que el muchacho iba a esa mesa—, y ron para mí.

—Que fina, mi señora —se burló de ella, Lisa no acostumbraba las bebidas fuertes, prefería los cócteles, lo dulce, la explosión de sabores distintos en su boca.

—Uy, eso de "mi" señora, suena tan tentador —le dijo con picardía, y Lisa se carcajeó.

—Tentador suena esa canción, joder que buena canción —realmente no conocía esa canción, pero la mirada de Jennie la puso tan nerviosa, no era muy buena en eso de coquetear verdaderamente, no cuando alguien le llamaba la atención de verdad.

Aunque si preguntaban, Lisa parecía una maestra en seducción, Soyeon, su amiga y compañera de trabajo, siempre decía que era hermosa y siempre bromeaba con ella; le mandaba besos al aire, le abrazaba, le picaban las mejillas, hacía comentarios pícaros, oh, le coqueteaba, sí, pero solo en juego, Soyeon estaba bien con eso, ya estaba acostumbrada a la personalidad de la chica.

—¿Ya me aceptarás un baile? —preguntó Kim convencida de que ya era momento de bailar y mostrar sin duda que su especialidad era el baile.

—Aún no —tomó de su vaso para ahogar una risa, al ver la expresión de Jen, quien casi le hacía un berrinche.

—Bien —bufó con gracia la mayor—. Vamos a criticar el pastel, entonces.

Manoban volvió a carcajearse, demostrando que estaba bien, por lo menos su rato de crisis ya había pasado. Y el alcohol en su sistema estaba haciendo efecto.

—¡Uhm! Toda una crítica, me gustas —confesó con todo el propósito de que sus palabras llegaran a hacer ese efecto en ella y claro que lo consiguió, Jennie alzó la ceja y dio un trago a su ron sin despegar la mirada de Lisa, por dentro estaba nerviosa—. Digo, me gusta.

—Te gusto yo, admítelo —Lisa mordió su labio inferior y asintió como si le diera igual la situación, como si su corazón no latiera rápido y sin un ritmo en particular.

—Puf, no, no eres tan guapa —lo era, claro que Jennie Kim era malditamente guapa, y nadie, nadie diría lo contrario.

—Tú y yo sabemos que lo soy —Lisa asintió, sin ninguna sátira de por medio.

—¡Nah! Nuestro gallo Bartolito es más guapo que tú —la palabra "nuestro" retumbó en su mente mucho tiempo. No debió decirlo.

—Bonito suena ese "nuestro", a ver, ahora solo con "hijos" al final —fue inevitable no pensar en niños revoltosos, corriendo. No. No. Lisa no debía confesarlo y nunca lo haría, pero si se lo imaginó. Se daría un golpe después, cuando la vergüenza le llegara.

—Ya nos planeaste una vida, Jennie.

Eso realmente le hacía sentir un revoltijo en la panza, pero no fue por vomito, sino como si fuera una marcha de mariposas revoloteando y era raro, porque esas mariposas jamás se habían presenciado o bueno, ya no en mucho tiempo.

—De soñar se vive.

Oh, soñar, no había nada que Lisa gustara más que soñar, aunque ahora, sus sueños románticos ya le parecían ridículos, eran como una bruma en donde apartir de hoy ya no lucían iguales. Ya no se imagina a Roseanne en ellos, ahora soñarla o decir que el había soñado y planteado una vida con Roseanne, ya sonaba ridículo.

—Uh, una soñadora —Lisa también lo era.

—Es que soy todo un sueño, cariño —Manoban le creía, y es que le hacía sentir como si estuviera en un sueño bonito. Estaba a nada de pellizcarse para comprobarlo.

Encantada | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora