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Lisa estaba completamente anonada, no podía creer lo que ella misma había realizado, lo que había hecho como primera travesura en toda su vida. ¿O era venganza? Sí, creo que era lo más acertado, pues un pastelazo en una boda, ensuciando el traje rentado de Axel, era la mejor venganza. Eso o arrancarle las uñas una a una, muy sádico, no estaba con ganas de ser sádica esta noche.

Y es que no podía culpar a nada más que a su alcoholismo y sus ganas de querer hacer eso desde que comenzó la noche y lo vio a entrar, odiaba a Axel poco más de lo que odiaba a Roseanne, odiaba a su mejor amiga por hacerle imposible la vida sentimental y Axel por ser un idiota que se empeñó en que su preparatoria no fuera agradable. Aunque esta vez, quien debería llevarse el premio a la estupidez era Lisa, porque justo ahora, su archienemigo, quien le hizo la secundaria imposible, estaba viéndola con los ojos ardiendo en fuego, aunque la amenaza no hacía mucho, cuando tenía la frente embarrada de pastel de chocolate y este mismo parecía popó de perro, daba una escena muy asquerosa, tanto como graciosa y lo único que Lisa pudo hacer, fue soltar una sonrisota, una risa escandalosa, tanto que llamó la atención de la gente, incluso se pudo escuchar por encima de la música.

—Te voy a matar, Manoban —la amenaza fue pronunciada y con enojo trató de devolverle el golpe de la misma forma, así que tomó el pastel de coco que a él le tocó e hizo la misma catapulta con su cuchara.

Lo que nadie sabía es que Axel era muy malo con las manos (cosa que su esposa confirmaba) y que tenía un tino de la mierda, así que el tiro fue a dar a la cara de la novia de un idiota que estaba sentado en la mesa, amigo de Axel, y esta se enojó porque arruinó el maquillaje tan lindo que llevaba. Estaba sentada al lado de Lisa, alejada de cualquier cosa que se viviera en la mesa, y cuando el golpe estampó en su cara, fue el colmo de sus males, así que molesta, devolvió el pastel entero a la cara de Axel... O eso intentó, porque el pastel dio a la cara de la esposa del mencionado y al parecer todos sus tinos eran una mierda porque esta devolvió el pastel a la espalda de la madre del novio que estaba en otra mesa.

Y ahí fue donde todo el mundo se dio cuenta de aquel desastre que estaba dando inicio a esta guerra tonta, en la mesa de la madrina. Se dieron cuenta por el escandaloso grito que soltó la señora, cuando estampó el pastel en su vestido, la mamá del chico era escándalosa, y un poco exagerada, parecía que el pastel que se le estampó era una bala o algo así. Todos estaban riendose de forma tan silenciosa, una risa entre dientes, modesta, los más cercanos a ella actuaron con sorpresa.

Y bueno, no es como si Lisa pudiera justificarse, porque en ese mismo momento estaba muerta de la risa, junto con su molesta acompañante (según Rosé) y estas mencionadas se tomaban el estómago con tanta risa por el estruendo que sonaba con cada pastelazo. Ellas no habían recibido nada, ninguna mancha siquiera y se reían complices, y es que lo eran, esa complicidad que se busca en una persona, eso eran, la una a la otra, raras mujeres que aún siendo extrañas, se complementaban de algún motivo, cómplices y risas, curando un corazón que estaba herido y sin un pedazo, estaba tomando fuerzas, nutriéndose, saliendo de las heridas. Lisa estaba mejor, aunque aún no lo sintiera y la cura estaba en una sonrisa, con sus ojitos cerrándose tiernamente, como un cachorrito bonito y de buen corazón.

Era un caos, era un completo caos, cuando la mamá del novio recibió el pastel, indignada, le indicó a su esposo que devolviera el golpe y este, al estar borracho lo lanzó con direccion a la cara de uno de los del equipo del bully (como los nombró Lisa) y bueno, este enojado volvió a lanzarlo a Lisa, esta vez sí dando a su cara, directo, toda su cara se llenó de pastel de chocolate y eso fue gracioso, tanto que hasta ella soltó la risa, pero Jennie no.

Un pastel de chocolate fue directo a la cara de Lisa y dio en su nariz, su boca y sus ojos, resbaló cayendo por su ropa, dejando todo el vestido sucio y eso hizo que la risa de Jennie parara en seco, y frunciendo las cejas, miró al tipo que le aventó el pastel y este le devolvió la vista asustado. Jennie se levantó con su pastel de coco en la mano y con toda la intención lo aventó causando que diera directo en una cara.

Encantada | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora