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Existen días grises, días soleados, días nevados, existen días que son solo eso, días. Jennie desde hace un tiempo solo había tenido días, nada más, llevaba dos años teniendo solo días y recuerdos, esperanzas, y ahora su tiempo fuera de cámara se estaba viniendo cerca, está sintiendo el paro de su carrera, no era el fin, pero sí el descanso más largo que tendría, ya llevaba ocho años sin ningún descanso, lo merecía, merecía regresar a ese país en búsqueda de quien amaba.

Jennie Kim siempre fue una Idol, siempre quiso serlo. Siempre gustó de cantar, de bailar, de organizar, siempre gustó de los aplausos, de conocer gente, de tener fans, Jennie Kim gustaba de todo eso y la prepararon física y mentalmente para hacerlo al pie de la letra, dio sudor, lágrimas y sus valioso tiempo en todo lo que había construido, dio todo de sí para ser quien era en ese mismo instante y ahora estaba recogiendo los frutos, ahora ya había tiempo para algo llamado "amor" .

En su vida jamás se vio tan necesaria la palabra "amor", nunca lo vio como algo que buscara, el amor no era algo que le enseñaron en su vida perfecta para ser una Idol. Y era fácil, en este mundo lo que menos debe tener relevancia era enamorarse, no se podía sentir enamorada, claro que había gente que tenía pareja, pero eso era tan tareoso, que muchos no lo buscaban ya, era elegir entre tu carrera o tu corazón, claramente sabemos que es lo que más peso tiene, pues como quiera había mucho tiempo para amar, había mucho tiempo después de su carrera, y eso era netamente relativo.

La vida de un Idol es una vida atareada, complicada, sin tiempo, entre menos tengas relaciones sociales externas, mejor; si somos sinceros había hasta miedo de enamorarse, porque sabía que no siempre los fans reaccionaban bien, muchas veces las redes sociales eran un arma muy fea que si llegaba a manos equivocadas era horriblemente tortuoso, mensajes de odio, twitter explotando, exponiendo relaciones. Todo un caos; aunque bueno, también tomar en cuenta que aún estamos en un mundo con homofobia, y que era todo un alboroto tener alguien abiertamente gay o lesbiana en el medio, porque perdía seguidores, su música no era escuchada en unos países, la gente no le importaba tu vida privada, ellos se metían como si fuera de su incumbencia, como si realmente no pudiera elegir a quien amar. Y era horrible saber que el mundo no te aceptaba solo por quien querías.

Es por eso que Nayeon y Mina mantenían su relación en privado, la gente a veces era demasiado mala, la gente por origen nació mala, por algo existía la conciencia, pero bueno, eso son temas filosóficos de los cuales tendríamos debates eternos, porque no sabemos con exactitud qué es una conciencia y si somos malos o maleables. Jennie creía que realmente la gente era mala y nos enseñaban a ser buenos según los patrones sociales, ya que existían diferencias entre las culturas de lo bueno y lo malo.

Pero eso no era el tema, a lo que voy es que Jennie nunca buscó el amor, pero lo había encontrado. Lo encontró en noviembre, con unos ojos grandes y mejillas redondas, lo encontró, encontró el amor y entonces como rápido lo encontró, rápido lo dejó ir, no es que ella quisiera dejarlo ir realmente, no es como si se hubiera rendido fácil. No era nada de eso, Jennie realmente no se daba por vencido fácilmente.

Y aunque no se dio por vencido tan rápidamente, ya que Jennie buscó a Lisa hasta por debajo de las piedras, no la encontró y entonces tuvo que seguir como todos lo haríamos.

Aquella noche de noviembre, Jennie regresó al hotel con prisas y en contra de la voluntad de Nayeon -aunque también la siguió- con la espera de volver a verla, Jennie volvió y buscó en 32 pisos, siendo solo 4 personas y a los de vigilancia que luego se les sumaron. Jennie tocó puerta tras puerta y nunca pudo encontrarla, cada puerta era abierta por un rostro nuevo, un rostro que no era de Lisa; tocó desesperadamente, incluso mantuvo despiertas a sus amigas para que le ayudaran, pero no la halló en ningún lado, ni en el salón de fiestas, ni en el hotel, en ningún lugar; se sentó en el piso, cansada y miró sus manos que dolían por tocar puertas y despertar a los inquilinos. No hubo rastros de Lalisa Manoban, ni en el hotel, ni en ningún lado, se sentó en el piso del lobby y suspiró pesadamente cuando Nayeon pidió que se fueran a descansar.

Encantada | JenlisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora