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"El tiempo es relativo al sistema de referencia del observador y su velocidad"—Albert Einstein

Pareciera que todo estuviera programado en el mundo, puesto que luego de una efímera felicidad la inminente preocupación, dolor y tristeza comienza a inundar absolutamente todo.

El amarillo comenzaba a opacarse por lo tonos azules que envolvían su ser de una manera audaz y precipitada.

Lo que le parecía una felicidad prolongada fue disparada ante la mano rasposa de su padre chocar contra su mejilla. Haciéndole ver que solo era un espejismo para volver a caer en su realidad.

Pensó que los amigos eran significado de fidelidad, apoyo y confidencia, creyendo de sobre manera en la famosa frase "en las buenas y en las malas", pero otra vez se equivocaba porque a aquel castaño que consideró su amigo hoy lo traicionaba como la serpiente a Adán.

Tampoco quería culpar a Taemin, después de todo debe ser estresante soportar a alguien como él en todo este tiempo.

Progresivamente el azul avanzaba y no solo eran sus manos o su cuerpo, sino también las paredes como objetos que lo rodeaban.

Volvía a caer en esa sensación de escepticismo, pero cuando se iba a dejar ir en medio de todo ese abismo azul, el rostro de Jungkook llegó a su cabeza y es que por más que todo dolía, aquella persona hasta el momento lo único que había causado en él era aquel color amarillo que tanto le agradaba por la calidez, serenidad y suavidad de cada palabra como acción suya, pero él no estaba allí salvándolo de aquellos golpes, solo le quedaba la imaginación superficial a la cual se aferraba mientras que su padre seguía arremetiendo contra su pequeño cuerpo en aquel cuarto vacío.

Ser el futuro de la familia, en verdad era un gran peso.

Tal vez si hubiera nacido luego su vida sería más holgada e inclusive podría sentir las caricias obsoletas de sus progenitores, sin embargo, solo sentía el ardor de aquel tacto del mayor chocar contra su costilla.

—Si tanto te cuesta portarte bien, tendré que tomar otras medidas, así que no me obligues Jimin, que sabes que soy capaz de hacerlo—amenazó el mayor de los Park mientras que su mano seguía jalando aquellas hebras rubias.

El mencionado no solo sintió el crujir de su cuerpo tratando de establecerse para calmar el dolor, sino también el quebrar de su corazón una vez más.

La persona que se suponía que debía cuidarlo, lo trataba como si fuera peor nada cada que podía.

—Solo quice ser feliz,...—y una patada se acentuó en su estómago.

—Me da asco saber que tú eres mi hijo—escupió —Hablando de ser feliz en cama ajena como si yo creyera la tontería esa de que solo te quedaste viendo dibujos con alguien más. Eres una maldita ramera, pero no dejaré que sigas con tus juegos, así que te controlas o lo hago yo—soltó aquella cabellera, logrando que la cabeza de su hijo chocara contra el suelo.

Murió de nuevo, pero como no hubo sangre no alarmó a ninguno de los presentes.

Sus ojos divisaron la figura de su padre hasta que desapareció de su órbita, dejándole esa sensación vacía que tanto odiaba.

Su cuerpo dolía, pero más lo hacía su alma, puesto que los golpes llegaban a sanar, sin embargo, las palabras quedaban al igual que los recuerdos.

Sus ojos estaban hartos de expulsar lágrimas, así que se quedó allí en silencio, esperando a ser salvado como cuando tenía trece.

Todo a su alrededor se terminó de pintar por completo de azul, asfixiando su ser.

A su cabeza solo llegaban los momentos en los que se divirtió con Jungkook como las incontables risas con Taehyung en la biblioteca o las charlas reflexivas de Yoon Gi mientras que la imagen de Taemin se iba distorsionando por el rojo cobrizo que también repudiaba.

❥Through my eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora