Cuando subí a cubierta me llamó la atención ver en el horizonte un relieve montañoso gris y neblinoso. Al preguntar a un oficial que pasaba, el mismo de siempre, al que llaman Ludovico, me dijo que en un par de horas estaríamos atracando en el puerto de Río. Claro, me había olvidado que el barco hacía escalas.
Era aún temprano y en el comedor servían el desayuno. Estaba Joan y me senté a desayunar con él. "_ Hola michino (me había dado ese apodo). Haremos una excursión por la ciudad y te incluí", dijo.
"_Quienes van"?, pregunté
"Los alemanes, Rita y yo, además de tí, claro".
Al saber que iba esa señora antipática rehusé.
"_Prefiero quedarme", dije seco.
No dormí bien anoche y estoy medio cansado "
"_Bien, no te obligamos... pero no sabes lo que te pierdes. Río es una hermosa ciudad."
Joan se levantó. "_ Voy al gimnasio y luego me aprontaré para salir, nos vemos a la vuelta y no te aburras demasiado.Me quedé desayunando sólo.
A Bernard lo veía atareado yendo y viniendo de la cocina, había aún muchas personas desayunando. En un momento me vió y me saludó con la mano. Lo saludé a su vez moviendo la cabeza. Recordé la escena de ayer, antes de entrar en mi camarote y me sentí enrojecer.Salí a cubierta y me ubiqué en uno de los puentes para ver cómo nos acercábamos al puerto. Me arrepentía de no haber aceptado acompañar a Joan en la excursión, qué iba a hacer todo el día en un barco casi sin nadie? Recorrerlo, claro.
Paseaba por el puente cuando vi venir a Bernard acompañado de dos colegas. No llevaban la vestimenta de servicio, se habían cambiado.
"_Tu viens?... Vienes?" Me preguntó cuando nos cruzamos.
"_Vamos pasear"agregó.
"_Sí. " acepté enseguida y corrí a mi camarote a cambiarme y poner en un bolsito el short de baño.Salimos del barco y nos metimos por las calles céntricas. Entramos en cuanto negocio había, uno de los colegas buscaba un clarinete y el otro ropa, recorrimos plazas con músicos callejeros. parques y bulliciosas avenidas. Nos metimos en un extraño barrio con luces rojas y mujeres que nos hablaban. Allí el belga y yo quedamos sólos, pues los dos otros desaparecieron detrás de dos mujeres.
"_ Vámonos, esto no es para ti", dijo.
"_Porqué no vas con tus compañeros? Yo puedo regresar sólo".
"_Claro que no sabrías, no es fácil orientarse, además prefiero ir contigo."
Estaba en lo cierto. Me hubiera perdido y buscado la ayuda de un policía.
De allí tomamos un transporte que nos llevó a la playa.Nos detuvimos a comer unos enormes sánduiches en uno de los puestos que había en la anchísima vereda, ya que el hambre nos había ganado.
Frente a la playa había vestuarios donde uno podía cambiarse y guardar la ropa por algo de dinero que Bernard dejó a una señora en la entrada.
Se desnudó sin molestarse, dejando a la vista su prominente sexo que yo miraba disimuladamente de reojo, y se colocó un ajustado slip de baño. Tenía lindo cuerpo, sin ser un atleta, más bien normal para los veinticinco años que debía tener. Yo me avergoncé al cambiarme, me consideraba demasiado delgado y sin buen físico y me apuré para ponerme el short de baño, no quería que viera poco más que una pelusa en mi pubis.
"_Tienes lindo cuerpo", me dijo.
Me reí porque creía que estaba bromeando.
"_Un poco flaco soy".
"_Bueno... Eres bonito, el sueño de un boylover", agregó riéndose. Lo miré como no entendiendo, pero sí, sabía que muchos hombres me miraban.El lugar no estaba muy frecuentado, había nubes y tal vez iba a llover. Corrimos hasta donde llegaba el agua y nos adentramos salpicándonos mutuamente entre risas. Íbamos y veníamos corriendo delante de las olas que nos envolvían al romperse. De tanto hacerlo nos cansamos y volvimos a la playa. Encontramos una sombrilla vacía y nos dejamos caer bajo su sombra. Me tendí muy cerca de él y cuando extendió su brazo acomodé mi cabeza junto al hueco de su axila. Me consideré muy atrevido, no sé porqué lo había hecho, pero me gustaba estar así. Su brazo se movió y su mano quedó tocando mi hombro. Quedamos en silencio por un tiempo, yo estaba tenso como esperando una reacción suya.
"_Perdón por lo de anoche, te has incomodado, verdad?", su voz se había hecho muy suave.
"_No... bueno...no"
"_Eres muy... pícaro", y se rió por lo bajo. Su mano hizo presión en mi hombro. Me relajé y me reí también.
"_Esta noche te haré probar algo más rico que lo que tomaste ayer".
"_Me había gustado lo que tomé!", dije.
"_Te habías mareado un poco".
"_No estaba acostumbrado, pero ahora ya sé: no debo tomarlo tan rápido", dije riéndome.
"_Te acostumbrarás también a un beso mío?
Me quedé callado un rato.
"_No sé... Creo que no".
"_Porqué no?"
Se acercó mucho y nos miramos.
"_Tus ojos me ponen loco", susurró. Y sin decir más clavó su boca sobre la mía.
Sorprendido intenté rechazarlo, no traté de despegarme pero puse una mano en su pecho aún mojado, aunque no empujándolo. Dejó de ser un beso casto y no me importó prolongarlo. Incluso dejé que su lengua se deslice por mis labios sin entrar. No pensé que yo fuera tan flojo y dejarme hacer así, pero no sentí motivo para que fuera de otra manera, peor aún, le encontré el gusto y quería seguir. Fue Bernard quién se separó. Había gente, era una playa pública, yo había perdido la conciencia de ello, sin embargo nadie nos miraba.
"_ Allons y! Tenemos que ir", dijo de pronto. Debo trabajar en un rato, si no entro a las cinco me harán problemas".
"_Puedes quedarte pero no sabrías como regresar al barco".
"_No... voy contigo", dije aún turbado.
En el vestuario miré de reojo su sexo muy prominente. Era por mí que estaba así.
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El Viaje
Short StoryUn relato del primer viaje que hice solo, cruzando el océano en barco para conocer a mis abuelos. Sin la presión de mi familia, mi personalidad se desarrolló de una manera poco previsible. No hay nada que no sea mío.