Día 7. El turco Ayaz

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Ya era el segundo día que no se veía un sólo pedazo de tierra firme, por donde uno miraba había puro mar, ni una isla ni nada que se le parezca. Olas encrespadas que brillaban con el sol y peces voladores que seguían al barco, quizás alguien de la tripulación les tiraba comida, las sobras de los ravioles de medio día, les gustará eso? Será que al turco le habrán encomendado alimentarlos?
El turco Ayaz... hoy probaría verlo de nuevo, me dije esperanzado.
Estaba con esos pensamientos acodado en la baranda, bajo un sol que ya no era tan intenso como días atrás. Se notaba que nos alejábamos de la línea del ecuador.
Unos pasos apresurados y dos delgados brazos rodearon mi cintura, no podía ser otro que Guillo. Me di vuelta y lo abracé. A pocos metros estaba el padre mirando la escena sonriente.
"_Te va a extrañar", me dijo,"te quiere como si fueras un hermano suyo"
"_Yo también voy a llorar, se puede quedar conmigo? Lo voy a cuidar, se lo prometo!".
Guillo me abrazó más fuerte y miró al papá a ver lo que decía.
"_Síi! Llévatelo". Éste lo alzó, lo llevó consigo al borde de la piscina y se tiró con él cayendo al agua entre risas. Si no habría sido por el vendaje de mi rodilla me hubiera unido a ellos.

"_Te anduvimos buscando anoche, de golpe desapareciste, dónde te habías metido?" preguntó Joan quién acababa de llegar.
Dejé de mirar al niño con su padre.
Me divirtió ver al catalán preocupado y decidí contarle una historia inventada.
"_Vení, vamos allí donde están los botes, tengo que contarte algo, lo que hice anoche, pero que no le cuentes a nadie".
Accedió a mi pedido y se mostró curioso.
Fuimos a un lugar apartado, lo llevé de la mano en el sector donde están los botes salvavidas, nunca pasa nadie por allí.
"_Ayer cuando no me viste más es porque fui a visitar a Samir, ese que nos guió... el de los brazos tatuados te acordás?
"_ Ya... si, el turco, me acuerdo... y qué pasó?"
"_Fui a su camarote, me invitó,  y...bueno...estuvimos un buen rato hablando y después", me acerqué a su oreja: "cogimos..." y lo miré de reojo para ver su reacción.
Joan, sin inmutarse miraba un punto lejano en el horizonte.
"_Y? Estuvo bueno?", dijo después de un rato.
"_Si , muy bueno", le contesté entusiasmado.
"_ Me lo imagino al marinero, con lo lindo que eres y con esa carita te habrá confundido con una niña... te habrá aplastado en la cama y hecho mellizos por lo menos."
"_Si", no sabía que otra cosa contestar.
"_A que ni siquiera usaron protección", agregó serio.
"N no... ni pensamos"
"Pues hazme el favor de recordarme, tengo una tira de condones, te la daré".
"_Es todo mentira" dije al fin estallando de risa".
"_Ya lo sabía michino, es que no sabes mentir", dijo divertido.
Le conté lo que pasó de verdad.
"_Y que tal si fuera cierto?"
Joan se rascó la cabeza. "Pues... no estarías tan fresco como lo estás ahora, además lastimado... sabes... un tipo como ese hombre tiene un tamaño... y una fuerza...te hubiera dejado hecho un trapo, y ni que hablar si hubiera querido divertirse contigo haciéndote sufrir."
"_Es un buen hombre, no me hubiera hecho daño". Le dije enojado.
"_Tal vez no, te pido perdón porque quizás me equivoco, pero él se hubiera visto en problemas legales, recuerda que eres menor, aunque tú lo aceptes. Además, es difícil conocer cómo es uno en tan poco tiempo, qué sabes de él?"
No contesté. De repente me sentí muy triste, Joan en el fondo tenía razón, me había dejado llevar por impresiones muy superficiales.
"_No mucho", le dije al fin.
"_ Sabes michino, puedo imaginar que eres mi hijo, y me dolería mucho que te pase algo malo, me siento como un padre que se preocupa por su hijo".
Mientras, había acomodado mi cabeza en su hombro, y siguió:"no digo que no te hagas amigo, veo mucho de bueno en eso, no importa la edad ni quién sea pero ten cuidado: eres frágil aunque te creas fuerte y ese hombre puede tener una historia diferente a la tuya, y verte de una manera muy distinta a como tú te ves". Separó con sus dedos el pelo que tapaba mis ojos, quería ver si tenía lágrimas.
No las tenía.
"_No quiero que te pongas mal por lo que te digo".
"_No sos mi padre, nunca me acostaría con mi papá", le dije.
"_Y conmigo sí?".
"_N no... tampoco".
"_Mmh... qué lástima".
Lo miré y vi como se esforzaba en quedar serio.
"_Bueno sí", agregué, "entonces tiene que ser en una cama grande y nosotros bien separados, vos en un costado y yo en el otro... Y un perro o un gato en el medio", le dije también simulando seriedad. "_Ah, y te aviso que duermo desnudo, entonces mejor no un gato, mejor un perro, bien guardián".
Joan se rió.
"_Hecho, cuando vengas a visitarme les digo a mis hijos que salgan de viaje. Tengo una cama grande, no tengo perro pero me compro uno, un perrazo".
"_...y sacamos el perro del medio si llega a molestar o a tirarse pedos", le dije riéndome.
"_Y entonces me tiro encima tuyo como lobo, nada podrá impedirme... Argh !" ,y me abrazó imitando una tonta voz de lobo, cosquilleándome con ganas al mismo tiempo, lo que me desató un ataque de risa. No pude evitar en el manoseo una erección y noté que al rozarlo sin querer él también estaba duro.
Inmediatamente se levantó: "_ Vamos a la piscina!"
"_ Con esto no puedo bañarme", y le mostré la venda quejándome.
"_Vamos, no creo que sea grave".
Se arrodilló frente a mí que estaba aún sentado, me quitó el apósito y examinó concentrado mi lastimadura.
"_Es un raspón nada más, creo que estará mejor ventilándose al aire, ven, no te meterás en el agua pero estarás con Guillo, va a estar feliz de verte".
En el camino nos cruzamos con Annie, que venía hacia nosotros acompañada de un chabón que no había visto antes. Hizo una mueca a modo de saludo y guiñó un ojo como como si fuéramos cómplices. Estaba feliz de ver que había encontrado un compañero, ya me veía ser su víctima y tener que complacerla sintiéndome forzado a ello.
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