Undécimo día de navegación

32 2 0
                                    

Del décimo día no tengo un recuerdo firme. Hubo una tormenta, el barco se movía y algunos pasajeros se habían mareado. Me porté apático con todo el mundo, sin ganas de ver a nadie. Hasta Guillo se mostró afligido porque pensó que ya no lo quería más.
No llegaba a procesar bien lo que había hecho las noches anteriores.

En el undécimo día:

Entre sueños oía cómo golpeaban una puerta. Tuve de eso una pesadilla: Dino se había transformado en un monstruo y golpeaba la puerta para venir a devorarme. Cuando abrí los ojos Joan estaba a mi lado mirándome.
"_¿Estás bien chiquito?".
Tardé en realizar que yo estaba en la cama de arriba de mi camarote.
"_Sí... ¿pero qué estás haciendo aquí?".
"_Ayer desapareciste, hoy no te vi en todo el día. Al final me vine a tu camarote. Me tenías preocupado, qué te parece!"
Fue un lindo despertar de ver al catalán a mi lado, afligido por si me pasaba algo.
Me incorporé en la cama.
"_Qué hora es?".
"_Ya es de tarde! Ni siquiera has comido algo! Ven, te espero en la piscina, es un hermoso día, una pena que lo gastes durmiendo aquí como un topo! Guillo ya me preguntó por ti! Iré por un sándwich, vamos! Despabílate!".

Me dolía aún, sólo un ardor, pero decidí hacerle caso y levantarme después de que se haya marchado, no tenía nada puesto.

Guillo, al verme, salió del agua y corrió para abrazarme. Lo llevé colgado de mi brazo unos pasos y me tiré con él.
No quería dejarme salir. Afortunadamente se había hecho de dos nuevos amiguitos, dos mellizos de ocho años, que era su edad, lo que me permitió en un momento de distracción del peque dejar la piscina.
Joan me aguardaba con un sándwich.
"_Si no te mencionaba lo del sándwich no hubieras venido"
"_Shi" dije con la boca llena.
"_Oye...", el catalán se puso a mirar con detenimiento mi cuello, "qué son esas marcas?"
"_ ¿Cuáles marcas?"
"_Éstas" y se puso a tocarlas. "Aquí... aquí... y aquí en el hombro"
"_Qué raro... no había visto. No sé."
Me apretó un poco:
"_¿Duelen?".
"_No... debe ser algo que comí y me hizo mal".
"_Mmm... además no tienes buen aspecto: ojeras, mirada cansada ...a tus ojos les falta brillo, no tienes esa chispita que siempre llevas. Se supone que el aire de mar tendría que convertirte en un chico que reboza salud y no en un zombie".
"_,¿Todo eso leés en mi cara?"
Joan asintió.
"_Seguro la comida, los ravioles de ayer", dije desviando la mirada para ver lo que hacían Guillo y sus amiguitos en la piscina.
"_No es seguro, a mí no me hicieron nada", replicó Joan.
"_Entonces no sé".
Me levanté para ir a sentarme en el borde del agua, quería dejar de ser examinado.

Pero al rato lo tuve de nuevo a mi lado.
"_Escucha, no vine a reprenderte ni a hacer averiguaciones. Como te vi mal aspecto, me preocupa, sobre todo si está a mi alcance ayudarte en algo. Pero siento que te presiono, que estás mejor sin mí. No quiero molestarte más, si me necesitas no tienes más que pedírmelo".
Se incorporó y se fue.
No esperaba esa reacción.
Quedé sin decir nada, mirando a Guillo jugando con sus amigos y cómo cada tanto se dirigía a mí para saber si le aprobaba o no lo que hacía. Qué sonrisa inocente, qué pureza en su mirada! Me sentí avergonzado por la falsa impresión que le daba, yo era un sucio y un perverso, a pesar de no aparentarlo, Guillo no sabía cómo era yo realmente.

Me levanté y me alejé, caminé deambulando por los corredores exteriores solitarios del buque. Sólo cielo, la brisa salada y el mar en el regular balanceo al que ya ni se sentía.
Me senté en un banco sin tener en cuenta cómo la tarde pasaba.
Sin darme cuenta del tiempo transcurrido la puesta del sol estaba enfrente mío.
Algo me decía que no podía seguir así.
Fui a mi camarote. Me duché, y me vestí con lo mejor qué tenía: un jean negro y una camisa blanca, como si fuera a ir a un acto de fin de año del colegio.
Cuando tocaron para el turno de la cena fui uno de los primeros en ir al comedor. Joan ya estaba en la mesa y yo me senté a su lado. Cuando me vio abrió los ojos:
"_Epa amigo! Hay casamiento?"
Me reí con la cara que puso.
"_Me pusieron esto en la valija, y bueno... me vestí así"
"_Estás para una foto. Espera!"
Sacó su teléfono e hizo unas cuantas selfies de nosotros dos.
Mi ánimo fue subiendo, y me encontré hablando animadamente con todos los que me rodeaban.
Hasta llegué a soportar la sesión de Bingo en el salón, cada vez que cantaban un número que teníamos en el cartón, lo gritaba como si fuera un gol, aunque nunca ganamos nada.
Después empezó el baile. Despejaron un buen lugar en el medio del salón.
Un trío de músicos tocaba un poco de todo, música pegadiza para bailar. La pista, que no era grande se llenó enseguida, Joan y Rita entre otras parejas. El salón quedó medio a oscuras, salvo en los costados. Me quedé sólo en el amplio sofá y comencé a sentirme incómodo. No quería admitirlo pero no eran más que celos lo que tenía. ¿Porqué estaban así enlazados si el ritmo era para bailar sueltos?
Entretanto pasó el oficial Ludovico, y al verme desvió su camino y vino a sentarse en el sillón a mi lado, como siempre muy cerca. Enseguida me tomó la mano como un gesto de amistad.
"_Stai Bene, mío bello?" O algo así me decía. Pasé a llamarlo don Lulo, porque el otro nombre no me salía. Él estaba de acuerdo. Me preguntaba si me gustaba el viaje, si no me aburría, y su mano pasó a apoyarse sobre mi rodilla. Estaba acostumbrado a eso de él y no me molestaba, por el contrario, su mano me gustaba, se movía un poco hacia arriba y hacía que mi sexo se despertara. Se la quité con suavidad mientras le escuchaba hablar. Algo me dijo acerca del sector de carga que no entendí pero lo relacioné con las escapadas que me hice. Más que seguro que se habrá enterado de todo, al final fueron muchos los que me vieron deambulando por los corredores prohibidos.
Al volver Joan de la pista con su pareja lo saludó, conversaron un buen rato, don Lulo se levantó y se fue saludándonos muy cortés, dirigiéndose enseguida a otra pareja con la que intercambió bromas y risas.
"_No te le escapas, siempre atento el oficial", dijo irónico mientras se acomodaba a mi lado.
"_Don Lulo, me dijo de llamarlo".
"_Es muy amable, pero anda detrás de cada pantaloncito que se le cruza".
"_Yo tengo jeans largos", le repliqué.
"_Ahora, pero es la primera vez que te veo tan cubierto".
"_Nunca lo vi cerca de Guillo", agregué.
"_Es muy chico para él. Le deben interesar los más grandecitos como tú... además se entusiasma contigo: eres sexi y no lo rechazas... debe pensar mucho en tí cuando está sólo".
No supe qué responderle y guardé silencio. Rita parecía divertida escuchando la conversación.
"_Bailamos?" dije de pronto.
"_Tú conmigo?", preguntó sorprendido.
"_Sí, qué hay?" Y le señalé con el dedo: "mirá esa pareja guey! Y allá, la mamá con la hija!
¿Porqué no el papá con su niño!?".
Joan pareció reflexionar:
"_Claro que sí, porqué no! Vamos!". Se levantó y me arrastró de la mano hasta el centro del salón.
Nos habituamos al ritmo mirando a los demás.
"_Ey qué bien haces, dónde aprendiste?"
"_En el colegio...y hace poco".
"_Pero ey michino! No tan apretado".
"_Con Rita estaban así".
"_No tanto, tú me asfixias!"
"_Bueno... cada uno es como es".
Lo solté un poco.
"_ Recuerda que somos padre e hijo", dijo divertido.
"_ Papá y nene que se quieren mucho", agregué.
No dijo más nada, pareció aceptar mis argumentos, lo que entendí como permitido seguir abrazándolo mientras bailábamos y apoyar mi cabeza en su hombro. La canción que el trío tocaba y decía 'la prima cosa bella' parecía fundirme en esos brazos que me sostenían con firmeza e impedían que cayera en un abismo de flores y mariposas.
"_Vamos niño, sentémonos un rato", lo que me hizo regresar de aquel sortilegio.
Volvimos al sillón y apenas nos sentamos me recosté contra su hombro.
"_¿Qué te pasa michino?"
"_Nada... ¿Rita se fue?".
"_ Sí, dijo que estaba cansada y se fue a dormir".
"_¡Uf qué suerte!... uh, perdón", y me tapé la boca.
El catalán meneó la cabeza.
"_Ven, te invito a un batido de fresas".
Me levanté y lo seguí hasta el bar de la piscina.
Me trajo el batido y un vaso ancho para él, que debía ser whisky con hielo. Nos sentamos en un sillón, detrás de una mesita baja donde pusimos los vasos.
"_Porqué no querías seguir bailando?", le pregunté.
"_Porque quería venir aquí contigo".
"_¿Porqué?".
"_Me gusta estar contigo y quería ver tu carita feliz tomando lo que más te gusta, ¿no me lo habías dicho una vez?".
"_Si".
En silencio tomaba el batido de a pequeños sorbos.
"_Te veo mejor ahora, tenías el aspecto bien de pobrecillo".
"_Bailar me hace bien, por eso  quería seguir".
"_¿Quieres que volvamos?".
"_ No, ahora ya no".
El catalán vació su vaso.
"_Mañana llegamos a Las Palmas, sabías?"
"_Y dónde queda eso?".
"_Son las islas Canarias, podemos pasearnos juntos si quieres. Conozco bonitos lugares. Nos quedamos todo el día".
"_Siii!"
Joan fue por su segundo vaso de whisky. Yo ni siquiera estaba por la mitad de mi batido.
"_Eh! pero trajiste el vaso mucho más lleno!"
"_Si, es un whisky doble".
"_Vas a salir caminando haciendo eses!" y me tapé la boca para ocultar la risa.
"_No te preocupes".
Esperé a que tomara buena parte de su trago para hacerle la pregunta que venía rumiando desde esta tarde.
"_Te enojás si te pregunto algo?
"_No, te contestaré que sí o no, pero enojarme, no".
"_Esta noche puedo ir a dormir en tu camarote?"
Me rodeó con su brazo de manera que quedé con la cabeza apoyada en su hombro.
"_No, micho, tú tienes uno!".
"_Ah, tenés un vecino, como yo en el mío?".
"_ No, no tengo vecino, tengo el camarote sólo. Me gusta viajar sólo, sin compañía que ronque o que moleste. Claro, son más caros".
Con tono de queja le dije:
"_Es que mi vecino habla mucho y ronca, y no me deja dormir".
"_Pues habla con él y plantéale tu problema".
No dije nada pero le hice notar mi descontento separándome de él de manera brusca.
"_Además eres demasiado sexi como para dormir en la cama de al lado, me temo de que yo pueda aflojar", dijo tomando un trago.
Lo miré para ver si bromeaba, pero estaba muy serio con el vaso en la mano.
"_Puedo dormir en el piso así no te molesto", dije haciendo de cuenta como que me largaría a llorar. Ya estaba sonando como resfriado.
"_Y ¿Qué garantía me das que nos portaremos bien los dos, tú sobre todo?".
"_Te lo juro".
"_Con eso es suficiente?"
"_Si!"
No dijo nada, pero parecía meditar, haciendo mover el hielo en su vaso.
"_Si me prometes que te portarás bien".
Lo abracé de nuevo, cuidando de que no vuelque el whisky.
"_Trataré de que tus ojos no me jueguen una mala pasada", agregó.
Dejé que terminara su vaso sin apurarlo, de todas maneras no se lo veía apurado, parecía más bien reflexionar sobre algo.
"_Bueno", dijo al fin, "lleva tu pijama y una muda de ropa para mañana, recuerda que vamos a desembarcar tempranito".
"_No traje pijama".
"_ Cómo?. Si pretendes acostarte desnudo ya te digo que te quedes en tu camarote", dijo severo.
"_Noo, me pongo un boxer, y camiseta!"
"_Vale, suena mejor".
Me indicó cómo llegar a su cabina y yo fui, corriendo por el pasillo, hasta mi camarote a buscar mi ropa.
Lo dejé sentado sólo, con su vaso ya casi vacío.

Pegué un grito de admiración cuando entré a su camarote.
"_Es super lujoso!"
"_No tanto", dijo riendo, "seguro más lindo que el tuyo, tiene ventana al mar, dos camas individuales juntas  que parece una cama grande, es algo más amplio, pero nada más. También más caro. Pero considérate un chico con suerte,  que tus padres te han permitido viajar por más que tu lugar no sea vip".
"_Me puedo duchar?"
"_Si, claro! Dúchate y ponte tu ropa, y deja el baño bien que me ducharé luego.
Salí del baño después de la ducha, seco, con mi boxer y mi camiseta.
"_Y qué problema de estar desnudo si los dos somos hombres?" dije de paso.
"_En teoría ninguno. Pero ahora acuéstate y trata de dormir."
Esperé bajo la tenue luz del cuarto a que saliera del baño.
Lo hizo envuelto en la toalla grande. Se puso un boxer para luego quitarse la toalla, apagó la luz y se metió en su cama, a mi lado.
"_Joan... ", murmuré.
"_Qué pasa michino?"
"_Cuando yo era más chico e iba a lo de mi tío dormíamos en una cama grande, y él me acariciaba. Me gustaba eso pero él decía que no se lo contara a nadie.
Esto tendría que ser una sola cama grande y no dos chicas, no sería mejor?"
"_Oye, sería mejor dormir ahora, no te parece?"
"Bueno... si, mejor. Y el besito de las buenas noches?"
Se inclinó para darme un beso en la frente, pero lo tomé por la nuca y apreté mis labios en los suyos.
No me soltó enseguida. Sus labios se movieron sobre los míos un buen rato, hasta que se separó.
"_Y la promesa? murmuró.
"_Uy sí. Buenas noches!"











El ViajeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora