Dirty Dancing [YeHyun] [EN EDICIÓN]

Cap 17

Pov DongHae

El hijo mayor del doctor Cho. El hermano mayor del chico genio. DongHae, el chico lindo que solo tiene tiempo para si mismo y su perfecto cabello. DongHae, en apariencia es como su padre, de ahí en más, no se parece en nada.  

Esto era en mayor parte lo que acostumbraba a escuchar. Los comentarios venían de todos lados, en su mayoría incluso venían de mi propia familia. Con el tiempo, no era como si de verdad me importara la suficiente como para obligarlos a retractarse, simplemente lo aceptaba. Tenía muchas cualidades, ser inteligente no era una de ellas para mi buena o mala suerte. Sabía que era atractivo, me lo habían dicho toda mi vida y eso parecía bastarme, parecía ser suficiente. "Encontraras un buen esposo" era otro de los comentarios que solía escuchar muy a menudo para mi gusto. Debido a esa clase de comentarios, o no, puede que de verdad me obsesionara la idea de encontrar a un buen hombre, que se convirtiera en mi esposo. 

Comencé a pensar en ello desde muy pequeño, quizá demasiado. 

Y bueno, además de ser comparado en apariencia con mi padre, o palabrerías acerca de un matrimonio que estaba muy lejos de poder llegar, otra de las cosas que me sucedió siendo muy pequeño, fue el nacimiento de mi hermano. 

Cuando mi madre se encontraba embarazada de mi hermano menor, no tenía la edad suficiente como para entender lo que aquel acontecimiento traía consigo, o lo que sea que significaba. Tampoco poseía la capacidad suficiente para hablar claramente con mis padres, y que estos entendieran mi confusión. La mente de un niño de ocupa fácilmente con cualquier cosa, fue así que en la primer oportunidad el embarazo de mi madre había pasado a segundo término, como si solo hubiese sido cosa de un día y no hubiese que molestarse en preocuparse.

Así que, permanecí ignorante del embarazo de mi madre hasta que este culminó, el mismo día en que mi hermano nació obviamente. Recuerdo a mi padre, tomándome en brazos para acercarme a la cama en donde se encontraba mi madre con un gesto de cansancio, mucho más delgada que lo que acostumbraba a ver, cargando con aquel bulto envuelto en una manta color lila. Olía dulce, mi madre estaba sonriendo, su visión se intercalaba entre el pequeño en sus manos  y yo, su hijo mayor en brazos de mi padre. 

El pequeño aún no había abierto del todo los ojos, no pude preguntar el por qué, estaba demasiado ocupado observando sus regordetas mejillas y el movimiento de sus pequeñas manos. Mis manos también eran pequeñas, tenía solo tres años, pero, en comparación a las mías, sus manos sin duda eran diminutas. Tenía la piel demasiado blanca, demasiado rosada tan solo en algunas partes, y abría su pequeña boca de vez en cuando pero no lloraba. 

— ¿No te parece lindo? — preguntó mi padre con voz suave. 

Si, era demasiado lindo. 

Desde un inicio, no, incluso desde antes, papá amo a mi hermano. Se podía decir que lo amaba como todo padre ama a un hijo, y no era nada extraño. Lo amaba de la misma manera en que me amaba a mi, siempre procuró  dejarlo en claro, al menos, la mayoría del tiempo.