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-Para que conste: cuando tú me besaste, me fui a casa y me lavé la cara con agua helada.

-Cuando yo intenté besarte, te largaste a Irlanda a pasar el verano.

-Puede que no escogiera el momento más oportuno.

-El eufemismo del siglo.

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Tuve mucho tiempo para meditar acerca de qué era de lo que pretendía escapar en realidad. Un viaje de dos horas al aeropuerto O'Hare con mi papá y el tío Adam. El enlace a Boston. El largo vuelo al aeropuerto Shannon. Y luego el viaje a Dingle con mis abuelos.

En algún momento dejé de calcular qué hora sería en casa y empecé a concentrarme en lo que me aguardaba en Irlanda.

Que no era gran cosa.

Me encanta ver a mis abuelos, pero Dingle es un pueblo minúsculo. Solo les había visitado una vez, hacía años. Mi mamá y yo viajamos juntas dos veranos antes de que... En aquel entonces, mis abuelos aún vivían y trabajaban en Limerick. Luego decidieron retirarse y se fueron a vivir a aquel pueblecito de pescadores.

Mi abuela encontró un trabajo de media jornada en la oficina de información turística, mientras que mi abuelo se puso a escribir un libro sobre los orígenes de famosas canciones tradicionales irlandesas. Mi abuela decía que aquella era la típica excusa irlandesa para largarse por las noches a escuchar música en las tabernas. Yo siempre me reía cuando la abuela se burlaba de las costumbres de su marido, porque ella, a medida que pasaba el tiempo, parecía cada vez más irlandesa.

Una de las cosas que más me gustaban de mis abuelos era su historia. Se conocieron en Madison, cuando entraron a la universidad. Mi abuelo dice que se enamoró de ella en cuanto la vio al otro lado del claustro durante la visita preliminar. Aquel día, no se atrevió a hablar con ella. Se pasó todo el fin de semana dándole vueltas. El lunes siguiente, entró en el salón y la vio sentada junto al único asiento vacío del aula. Se acercó y le dijo que era la mujer más hermosa que había visto en su vida. Luego, el profesor empezó la clase. El abuelo dice que se pasó toda la hora casi sin poder respirar, sobre todo cuando se dio cuenta de que se había equivocado de salón. En vez de marcharse, esperó a que terminara la lección. Él pensó que la abuela estaba tomando apuntes, pero mi abuela, en realidad, le estaba escribiendo una carta, porque también se había fijado en él. Leyeron la carta el día de su boda, que celebraron después de graduarse.

Yo tenía la sensación de que todo el mundo debería enamorarse así. De flechazo.

Así que mis abuelos se quedaron en los Estados Unidos, donde nació mi mamá. Sin embargo, cuando yo era pequeña, le ofrecieron a mi abuelo un trabajo de profesor en Irlanda. De modo que se marcharon, aunque nos visitaban cada verano.

Ahora era yo la que los visitaba. Apenas si sabían qué hacer conmigo.

Por desgracia, yo no les podía dar muchas pistas.

—¿Puedo ayudarte con eso, por favor? —le pregunté a mi abuela, que estaba preparando la cena.

—Tú siéntate. Hiciste un viaje muy largo.

Me senté en la mesa de la cocina. Debería haber estado agotada, pero creo que me había invadido el tipo de cansancio que te pone al cien.

—Esta noche deberías venirte conmigo al pub a escuchar música de verdad —dijo mi abuelo sentándose a mi lado.

—James Mullarkey, no te vas a llevar a tu única nieta a una taberna la primera noche de su estancia en el pueblo.

—Tienes razón —se frotó la canosa barba rojiza—. Esa es una actividad más apropiada para la noche del miércoles —me hizo un guiño.

¿Simplemente amigos? (VHOPE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora