3 -Historias y cotilleos

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Leah salió de la habitación de Markus unos treinta minutos después. Durante ese tiempo, habían hablado sobre el pasado de Leah, pero también habían compartido más sobre sí mismos y había surgido una amistad entre ellos. Leah estaba convencida de que Markus era un chico genial, muy extrovertido y con una posición social destacada en la universidad, lo que facilitaba que ella se integrara más fácilmente. Aunque podría parecer que se estaba aprovechando de él, era cierto, pero todo había surgido de su falta de conocimiento, por lo que no se sentía culpable. Además, Markus parecía sentirse cómodo hablando con Leah, algo que no solía sucederle a menudo, por lo que no iba a dejar pasar la oportunidad de seguir pasando tiempo con él y conocerlo mejor.

Leah se apresuró al salir de la habitación de los hombres, aunque un chico que entraba en ese momento la miró desconcertado y con una sonrisa burlona mientras ella salía corriendo.

Subió a su habitación y se encerró en ella. Necesitaba un momento de paz y tranquilidad después de la conversación con Markus, aunque era consciente de que el día siguiente sería una locura. El primer día de clases junto con su primera fiesta universitaria. Ni siquiera podía imaginar cómo sería hasta que lo experimentara.

Se sentó en la cama y sacó el teléfono móvil para hacer una llamada, había estado deseando hacerlo durante todo el día.

—Leah, no esperaba que llamaras tan pronto. ¿Cómo estás? —dijo James, su novio, con una voz llena de alegría.

—Bien, aunque han ocurrido un par de cosas que no esperaba, pero las resolveré, o eso espero.

—¿Has visto a Max? —adivinó.

—Sí, me odia —suspiró Leah—, no me ha dejado ni explicarme.

—Seguro que lo entenderá más adelante, no te tortures —contestó James, tratando de quitarle importancia—. ¿Y el resto? ¿Te gusta?

—Estoy sorprendida, en el buen sentido. La universidad es hermosa y el pueblo tampoco se queda atrás. He conocido a algunos de mis compañeros y, hasta ahora, todos se han portado bien conmigo, o al menos no mal.

—Eso es genial.

—Lo sé, no me está costando tanto adaptarme como pensé al principio.

—Sabía que no te costaría tanto, ¿quién no querría estar contigo?

—Te extraño —dijo Leah con cierta tristeza—. Creo que será lo más difícil de llevar.

—Ya te dije que iré a verte en cuanto pueda. Es un viaje largo y estoy muy ocupado con el patinaje.

—Lo sé, no te preocupes por eso, solo quería recordártelo.

—Yo también te extraño, pero tienes que ser fuerte y aprobar para que podamos vernos en vacaciones.

—Lo sé, lo sé, prometo que aprobaré.

—Siempre dices eso y luego te distraes con tus libros —dijo James riendo—. Eres lo peor.

—Al menos trato de cumplirlo.

—Golpe bajo, eso no vale.

—¿Qué es ese ruido de fondo? —preguntó Leah, escuchando voces.

—Estoy con Kate.

—¿Habéis quedado?

—Sí —resopló James—. Aunque llevo sentado en el sofá de su casa casi media hora, esperando a que salga de su habitación.

—Siempre se tarda una eternidad en vestirse.

—No entiendo por qué no me avisa y así vendría más tarde, pero en fin.

Soledad en la multitudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora