𝚅𝙸↬ereѕ мι тraвajo

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Cuando llegó el momento en que estaba entregada y decidida a seguir con esto, él paró de la nada y sonrió jocoso. Mi cara de confusión al parecer le divirtió, la forma en que amplificó la sonrisa lo delató.

No comprendí nada de lo que pasó ¿Acaso era un puzle con una pieza perdida? En cada momento el cual creí que ya lo comprendía e estaba a solo un movimiento de terminar el juego, él cambiaba y me dejaba aturdida. Era igual a cuando eres el estratega militar en una guerra, trazas un plan con una idea muy segura sobre la ruta del enemigo, te enfrentabas a ellos con tu ideología, y terminabas completamente equivocado con lo que pasaría. Simplemente perdías la guerra.

– Solo quería descubrir una cosa, pequeña – Suelta mientras acaricia mi labio inferior.

No sé qué demonios fue lo que me impulsó, no soy una persona impulsiva, siempre sobrepienso todas mis acciones. Tal vez se debió a la sonrisa que tenía como si esto fuera un puto juego, o a la forma en que aún me agarraba del cuello contra aquella pared, o la cercanía que mantenía, o simplemente me quise desquitar mi pésima decisión con el causante a que la efectuara… habían muchas razones, pero ninguna pasó por mi cabeza cuando mi mano impactó contra su mejilla.

– ¿Q-qué crees que haces?

– Como dije antes, descubrir lo que quería, Malía.

Intranquilamente relamí mis labios, los sentía inflados por la hinchazón dada del beso. Mi psiquiatra se alejó, todavía con aquella sonrisa que antes me pareció encantadora, ahora veía el lado oscuro en ella. Sin embargo, ese lado no era más que la manipulación. Él hacía esa sonrisa porque sabe la hermosura en ella podría atraerte, atraparte y envolverte sin siquiera poder percatarse de ello. Justo como mismo había conseguido conmigo.

– ¿Por qué haces esto? ¿Acaso te divierte? – Inquirí decaída pero sintiendo algo de alivio a su lejanía.

– Pronto lo sabrás, pequeña.

¿Yo era su juego? No hacía más que aparentar jugar conmigo ¿Acaso es fácil divertirse conmigo?

Me sentí abrumada, más conmigo misma que con cualquiera.

– Actué de esa forma antes para encontrar la causa que desencadenaba una Malía sin ansiedad. Una a la cual su mente no la tortura las veinticuatro horas del día. Sé lo que guarda tu interior todos los días, pequeña. Esa impotencia a no cumplir tus propias expectativas, esa indecisión que no te permite ni constituir a una Malía que te armonice, esa timidez la cual te ancla a no seguir cometiendo errores. Una mente introvertida puede llegar a hacerte sentir estrés y ansiedad. Y que busques motivos externos a lo que te lleve a padecerlas no ayuda a tranquilizarlas.

Mi boca se abrió ligeramente, la mano que me picaba por el impactó, se hizo un puño ¿Estaba hablando en serio o era otro juego?

– ¿Qué...?

– Eres mi trabajo, pequeña.

Eso para nada se parecía un juego. Había dado en el clavo conmigo de solo un beso. Parecía como si este muchacho tuviera el don de ver a través de las personas. Quizás esa habilidad la había adquirido con su trabajo. Al menos conmigo si estaba haciendo "su trabajo".

– ¿Soy eso, tu trabajo?

– ¿Quieres ser más?

De nuevo esa sonrisa, esa maldita sonrisa que me hacía caer. Otra vez se acercó, era una presa, su presa. Mierda, estoy jodidamente contra la espalda y la pared.

– Sí.

Esta vez la que se abalanzó sobre él fui yo. Era más alto, por ende, tuve que ponerme de puntillas para besarlo. Sentí la sonrisa de sus labios al hacerlo, para más tarde, como continuaba el beso.

Rodeé su cuello con mis brazos, intensificando el ritmo. Él me agarró de las caderas, uniendo nuestros cuerpos. Sentí el deseo irrefutable de seguir con esto. Y acabo de percatarme de una cosa, acabo de descubrir lo que es él para mí.

Es una droga. Una que me hizo adictiva. Por eso no sé si es buena o es mala, pero la forma, la maldita forma en que me anestesiada. Me hacía desear continuar con esto.

– También sé lo que quieres ahora, señorita Agreste, pero no, ahora tenemos que llevarte al laboratorio.

Quedé sonrojada ante la mirada burlesca de sus ojos inyectados de deseo. Porque sí, ambos estábamos subsistiendo en el deseo. Pero sobretodo yo, esto no me hacía ver de otra manera que como una entregada.

– Tienes razón, todavía sigo siendo tu trabajo.

– Créeme, Malía... – Sostuvo mi mentón para que lo viera a los ojos – Ya eres más que mi trabajo.

Yeonjun se volteó hacía la dirección en que se hallaba mi mochila sobre el sofá, la agarró y me hizo una señal para que lo siquiera. Sin embargo, en vez de tomar dirección a la salida de la casa, subimos por las escaleras hasta el segundo nivel.

– Es aquí – Señaló a una puerta.

Mis ceño se frunció, volví a relamerme los labios inchados y mi cara se volvió roja ¿Acaso acaba de hacerme una propuesta íntima?

– Doctor Choi–

– No me llames así – Interrumpió – Soy Yeonjun para ti. Y quiero que sea mi nombre lo que salga por tu boquita cuando pidas más.

Y esa fue la confirmación a lo que pensaba.

– Cla-claro.

Entro por delante, el chico de cabello colorido siguiéndome por detrás. Mis ojos fueron hasta la cama, y igual a antes, lo que había en el interior me recordó a que nunca me esperaré lo que trama este chico.

– Dije que iríamos a un laboratorio, no donde se encontraba.

– ¿Entonces este fue siempre tu plan? – Negué soltando una risilla nasal – ¿Por qué esperar tanto tiempo para esto?

– Porque no mentí. Tuve que sacar cita para el equipo. No tengo dinero suficiente para tener este laboratorio personal.

– Valla, esa es la primera cosa que has dicho que no me sorprende.

– ¿Te sorprendería si te dijera que te desnudaras?

– ¿Qué?

– Para empezar el experimento tienes que quitarte la ropa.

– N-no lo entiendo.

– Por supuesto que no – Exhaló abrumado – A ver, quiero hacer una prueba la cual ya estás dispuesta a realizar.

– ¿Qué prueba es esa?

– Tener sexo conmigo.

– ¿¡Qué!?

Ahora sí, definitivamente ya lo he escuchado todo. Me han permitido.

– No es lo que parece – Rápidamente se acercó para explicar – Lo que te está causando los terrores nocturnos es la ansiedad. Y el sexo podría ser la clave para que la pierdas a ella. Quizás de esa forma los podríamos parar. El equipo de laboratorio nos dirá si funciona.

– ¿Qué clase de psiquiatra eres? – Ironicé.

– Uno diferente.

– Sí eso se nota… – Me volví a burlar.

– Ahora sí, ¿te desnudas o prefieres que yo haga por ti los honores?

GOOD BOY GONE BAD ➳ Choi Yeonjun +18/ BOOK#1 [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora