Capítulo 8

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A sabiendas de que Sophie no me iba a facilitar ningún tipo de información, recurrí a mi mejor opción en todo caso. Jim. 

—Oye, Jimmy —levantó la mirada del mostrador que estaba limpiando en ese momento, dejando el trapo a un lado. Me miró con algo de nostalgia—. ¿Qué?

—Oh, nada. Perdona. Es que solías llamarme así a menudo —me quedé callada observando su intento de sonrisa despreocupada. Mi mente dio vueltas al apodo que había soltado sin pensar—. En fin, ¿qué quieres? 

—¿Por qué asumes que quiero algo?

—Porque tienes esa mirada.

—¿Qué mirada?

—La de que estás a punto de hacer algo que no deberías pero lo acabarás haciendo de todas maneras porque así eres tú, cabezota —rodé los ojos con una sonrisa. Sí que me conocía bien. 

—Necesito que me hagas un favor —me incliné un poco sobre la ventana, tratando de que Sophia, la cual estaba atendiendo las mesas, no se percatara de nuestra conversación.

—Dispara —apoyó un codo en la superficie con complicidad, prestando suma atención a lo que tenía que decir.

—¿Sabes dónde vive el doctor Stephen Strange? —se quedó quieto, pasmado, más bien. Levanté una ceja y pasé una mano frente a sus ojos, chasqueando para que volviera a la realidad. Parpadeó varias veces, aturdido.

—¿Para qué quieres saberlo exactamente? 

—El otro día se dejó la bufanda aquí, así que quiero devolvérsela —me encogí de hombros, restándole importancia. 

—Ya —entrecerró los ojos en sospecha—. ¿Seguro que es solo por eso?

—¿Por qué otra cosa iba a ser?

—No sé. Que yo recuerde, no habéis vuelto a hablar más de dos frases seguidas desde aquel día que te lo encontraste en el hospital, ¿no? 

—Porque me evita como si tuviese la peste —bufé con molestia.   

—Y quieres forzarlo a mantener un encuentro, ya que él no hace nada por acercarse, y bombardearlo a preguntas sobre tu pasado —abrí la boca un poco con perplejidad.

—¿Desde cuándo lees mentes?

—No me hace falta, te conozco como si te hubiese parido—hice un mohín juntando las manos, intentando infundirle lástima. Rió por mi acción, negando con la cabeza—. Está bien, pero como le digas algo a Sophie de que he colaborado en esto, soy hombre muerto y tú te quedas sin café gratis para el resto de tu vida  —jadeé ante la amenaza. 

—Mis labios están sellados —asintió satisfecho cuando cerré mi boca con una cremallera invisible. 

—Vive en Bleecker Street, en el 177 A, creo recordar. Igualmente no tiene perdida, es una pedazo de mansión con tejados verdes y ventanas enormes. Como si fuese de estilo victoriano.

«Estrafalario y misterioso. Le pega» —pensé con diversión.

—Gracias por tu colaboración. Como pago, si quieres hoy friego yo los platos —se le iluminaron los ojos.

—Hecho —chocamos los puños y me retiré a mis labores, así como él siguió con la limpieza. 

«Espero que hayas tenido suficiente descanso de mí, doctor. Porque me parece que mañana se te termina la paz».  


𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora