Me arreglé la bata, acomodándola en mis hombros, extendiéndola para que se acoplara a la figura de mi cuerpo. Para ser sinceros, había elegido una un poco pequeña para mí. Pero eso no era lo que importaba en ese momento.
Caminé por los blancos pasillos, esquivando a los médicos y enfermeras que pasaban por allí, escondiendo un poco mi cara cuando estaban casi por mi altura. Allí la gente me conocía y tenía que ir con mucho cuidado.
«13A» —ese era el número que había escuchado decir a la enfermera que estaba entregando el informe en la sala, pidiendo más pruebas para la paciente.
Para evitar encontronazos, escogí subir por las escaleras. Cinco miserables pisos no iban a acabar conmigo. Con algo de dificultad, respiré hondo al llegar a la puerta de emergencia. La abrí, investigando el lugar antes de salir del todo.
Paseé por toda la planta hasta que divisé la placa con el número a lo lejos. Sonreí sin poder evitar sentir los nervios revolotear en mi estómago. No la había visto desde hacía unos días y ya la extrañaba como si hubiesen pasado años.
Me acerqué con decisión a la puerta, pero me detuve en seco cuando se abrió de par en par. Una cabellera rojiza se dejó ver, sonriendo a la persona que se encontraba dentro.
—Luego paso para ver como te encuentras, ¿de acuerdo? Trata de descansar —dijo en tono gentil.
Cuando cerró la puerta y se giró para marcharse en mi dirección casi suelta un grito de horror al verme, pero se tapó la boca a tiempo para no causar un escándalo.
—¡¿Qué demonios haces aquí?! —susurró en un tono más agudo de lo normal, mientras se acercaba a mí con enfado en su rostro.
—No hables muy alto, estamos en un hospital, por Dios —me dió un fuerte golpe en el brazo, causando algo de dolor. Siseé lo más bajo que pude, mirándola con rencor.
—No me mires así, te lo mereces por desobediente.
—¿Desde cuándo tú me das órdenes?
—Desde que soy la médico encargada del caso —eso fue suficiente para dejar de discutir sobre el tema. Miró mi atuendo con el ceño fruncido—. ¿Qué llevas puesto? Me parece que no es de tu talla.
—Muy graciosa. Y para tu información, puedo estar aquí.
—¿Con qué permiso? —cruzó los brazos, expectante. Busqué en el bolsillo de la prenda y le enseñé la tarjeta.
—Está hablando usted con el Doctor Michael Murphy, señorita. Más respeto —su cara palideció al ver el nombre.
—¡¿Te has vuelto loco?! ¿De dónde la has robado? —en ese punto de la conversación ya estaba bastante enfadada.
—Me ofende que me creas un vil ladrón, Doctora Palmer. No es culpa mía que sea tan descuidado de dejarse la documentación y su uniforme en la recepción del hospital.
—Mike te matará cuando se entere.
—Aún no debe haberse dado cuenta siquiera. Es bastante despistado para ser cirujano —en otro momento me habría cabreado la idea, pero en esa situación había servido a mi favor. Se lo dejaría pasar.
Suspiró, llevándose las manos a la cabeza. Negaba sutilmente.
—Vas a causar que me meta en problemas, Stephen.
—Solo será un momento, te lo prometo.
—Ya te dije que es delicado. Además, ahora está despierta.
—Mejor, así puedo hablar con ella —hice ademán de pasar, pero me detuvo agarrándome del brazo.
—No puedo permitirlo.
—Christine, por favor —supliqué con angustia—. ¿No te das cuenta de que necesito verla?
—Lo sé, pero ella no te conoce —esa afirmación me dio igual de fuerte que la primera vez que lo asimilé al recibir la noticia—. Le puedes causar confusión y frustración con tu presencia.
—Solo será un rato—insistí.
—Lo siento, pero ahora no es el momento —y esa frase fue rotunda. No estaría dispuesta a ayudarme en aquella ocasión. Y en realidad tenía razón. Estaba siendo egoísta y no pensé en que Avril ya no me recordaba. No sabría quién soy al verme...
Asentí despacio. Dejé que me llevara, alejándome hacia el lado contrario del pasillo. Giré una vez más la cabeza hacia la puerta que nos separaba, supuse que, por un tiempo más.
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𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romans-No sé quién eres. Su silencio me transmitió desilusión y algo de miedo. Alcancé su mano, lo cual hizo que me mirara con sorpresa. Miré esos ojos azulados tan extraños. Unos ojos que no me dejaban pensar con claridad. No los quería olvidar jamás...