Levanté la mirada de mis manos entrelazadas en mi regazo cuando llamaron a la puerta. Me levanté colocando mi espalda recta contra la gran almohada y esperé a que entraran. A la primera que vi fue a la doctora, la cual saludó y seguidamente dejó paso a las personas que iban con ella.
Por mucho que miré sus rostros, no reconocí ninguno.
Una muchacha joven con el cabello castaño pasó acompañada por un chico, el cual tenía el cabello rubio. Ambos me miraron nada más pasar y me saludaron con una minúscula sonrisa.
El siguiente en entrar fue un hombre de rasgos asiáticos con poco pelo. Se colocó en una esquina de la habitación, en el lado opuesto en el que se habían colocado la pareja. La doctora Palmer fue la que más cerca estaba de mí desde su posición, los demás parecían guardar una prudente distancia. No supe si era por temor o respeto.
Por el rabillo del ojo vi a alguien más pasar por el umbral de la puerta. Mis ojos se cruzaron directamente con los suyos, examinando con curiosidad a la nueva persona que había tardado un poco más en aparecer que los demás presentes. Sus ojos eran de un extraño color. No sabría decir si eran azules o verdes desde la lejanía de mi cama. Tampoco es que me diera mucho tiempo a analizarlos, pues enseguida apartó la vista y se colocó al lado del asiático.
—Avril, —la doctora fue la primera en romper el hielo— estos son Sophia y Jim —señaló a la pareja que entró primero.
—Encantada —dije, sin saber muy bien cómo afrontar la situación.
—¿Te encuentras mejor? —preguntó la chica, la cual parecía algo tensa.
—Sí, muchas gracias —le ofrecí una pequeña sonrisa por el interés de su pregunta. Por su parte, no dijo nada más. Hubo un silencio que catalogaría como tenso, pero no llegó a ser así. Más bien sentí angustia en el aire.
—Ah, y ellos, —continuó la pelirroja con las presentaciones, esa vez dirigiéndose a las personas del otro lado de la habitación— son Wong y el Doctor Stephen Strange.
—Me alegro de que estés bien —habló amablemente Wong. Asentí en su dirección, agradeciendo sus palabras.
—Esto puede ser un poco confuso para ti —Jim por fin se pronunció.
—No voy a negar que sí lo es, bastante —los miré a todos, no queriendo perder detalle—. ¿De qué me conocéis exactamente?
—Solíamos trabajar en la misma cafetería los tres —el rubio señaló a Sophia—. Éramos buenos amigos —todo eran palabras y oraciones en pasado... Vi algo de tristeza en su mirada. Pretendía mantenerse fuerte pero supongo que le estaba constando.
Si esa situación ya era dura para mí, no imaginaba lo que sería para aquellas personas que tuvieron que ver cómo alguien a quien conocían ni siquiera los recordaba al verlos.
—Vaya —dirigí mi vista hacia Wong y el doctor, los cuales no parecían muy dispuestos a entablar una conversación. Sobretodo el pelinegro, que ni siquiera miraba en mi dirección—. ¿Y vosotros?
—Estudiábamos juntos —habló el asiático.
—¿Estudiar? ¿El qué? —ladeé la cabeza, curiosa. Por lo que me había dicho la doctora, yo tenía alrededor de 30 años. Ya no tenía edad para estudiar, al menos no cronológicamente hablando.
—Sí, historia, para ser exactos —intentó aclarar mi duda. Quise creerlo pero su mirada denotaba cierta inquietud, por lo que no supe si fiarme del todo de ese relato.
—Pensé que era algo relacionado con la medicina —me dirigí directamente hacia su compañero, el cual por fin me miró—. Como el señor es doctor... Puede que tuviese algo que ver, ¿no?
—Nada más lejos de la realidad —intentó bromear Wong. Pero yo quería que respondiera el hombre que tenía un aire misterioso a su alrededor. Tan solo me miraba con una expresión rara. No sabía si era indiferencia o estaba intentando disfrazar sus expresiones. En ese caso, lo hacía muy bien.
—Avril tiene que hacerse unas pruebas ahora, chicos. Si ella quiere, podéis volver a visitarla más tarde —la doctora Palmer me miró, esperando a mi aprobación. Los miré a todos, la mayoría de rostros se mostraron esperanzados. Esas miradas que no reconocía pero de alguna manera me dolía observar.
—Claro —sonreí. Jim soltó un suspiro, así como Sophia relajó su postura. Wong pareció contento y el doctor siguió con su mirada impasible.
—Nos vemos luego —se despidió la castaña.
—Que vaya muy bien —añadió Wong.
Iba a responderles pero un golpe en la puerta me sacó de la conversación. El pelinegro ya no estaba. Había salido como alma que lleva el diablo de la habitación. Todos los presentes intercambiaron miradas confusas entre ellos. Yo no fui la excepción. No había pronunciado ni una sola palabra en todo el rato y luego se marchaba de esa manera...
Se despidieron de mí y no tardaron en salir también. Yo me quedé de nuevo sola, pensando en todo lo que había sucedido e intentando recordar el más mínimo detalle de ese encuentro que pudiera derivar en alguna memoria perdida en mi cabeza.
Pero mis pensamientos siempre acababan en el extraño doctor, sin entender muy bien por qué.

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𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Roman d'amour-No sé quién eres. Su silencio me transmitió desilusión y algo de miedo. Alcancé su mano, lo cual hizo que me mirara con sorpresa. Miré esos ojos azulados tan extraños. Unos ojos que no me dejaban pensar con claridad. No los quería olvidar jamás...