Las horas pasaban lentamente, o al menos así es como lo percibía yo mientras estaba encerrada en aquella habitación. Los médicos y las enfermeras iban y venían para hacerme pruebas de todo tipo. Aquella situación me agotaba y no de manera física.
La doctora Palmer insistía en que me quedara un tiempo para averiguar qué era lo que me ocurría exactamente, ya que no lo tenían muy claro. Por lo que me explicó, los análisis eran normales, pero a nivel cerebral mi caso era algo ambiguo e inusual.
Por mi parte, no lo estaba llevando muy bien.
Mis esfuerzos en tratar de recordar eran inútiles, terminaba con dolores de cabeza horribles cada vez que lo intentaba. Ni siquiera estaba segura de que mi nombre fuera mío en realidad. La doctora me transmitía confianza, pero mis dudas y constantes preguntas atormentaban mi mente continuamente.
Mis pensamientos quedaron apartados a un segundo plano cuando oí la puerta abrirse. La mujer me sonrió tenuemente al acercarse a mí.
—Buenos días, Avril. ¿Has pasado buena noche? —le correspondí el saludo y asentí.
—¿Viene a hacerme más pruebas? —pregunté.
—No, por ahora es suficiente. Puedes respirar tranquila —rió al notar mi tono algo tenso. Sonreí por la broma, pero se congeló en mis labios al ver que su expresión cambiaba a una de ligera preocupación.
—¿Ocurre algo malo?
—¡No! En absoluto. De momento, todos los análisis están en orden—alzó las manos algo nerviosa—. En realidad, venía por otro asunto un poco más delicado.
La escuché atenta, esperé a que prosiguiera pero le costó un poco al principio.
—Verás, —hizo una pausa para sentarse en la silla junto a la cama— hay varias personas en la sala de espera que te conocen y quieren verte —no dije nada, no sabía tampoco como reaccionar—. Vienen al hospital regularmente para saber como estás.
—¿Son familiares? —logré argumentar.
—Algo así —hizo una mueca que quería parecer una sonrisa—. El caso es que desean verte desde hace días, pero era muy apresurado debido a las pruebas y al estado en el que estabas.
—¿A dónde quiere llegar, doctora? —sentía que estaba divagando demasiado, el suspiro que se le escapó confirmó mis sospechas de que su temor no la dejaba ser directa conmigo.
—Quería preguntarte si estás preparada para verlos —debido a mi falta de respuesta, se vio obligada a esclarecer su propuesta—. Por supuesto, no se hará nada que tú no quieras. Solo si te sientes lista para ello, los dejaremos entrar, ¿de acuerdo?
Mis sentimientos contradecían a las ideas que rondaban por mi cabeza. Quería tener respuestas a todas mis preguntas y puede que esas personas que no conocía me ayudaran a lograrlo. Por otra parte, tenía miedo. Miedo por no saber como reaccionar, lo que supondría para mí esa visita.
Con esa maraña de emociones enredadas en mi interior, miré a la doctora Palmer y con un leve asentimiento, le di el permiso que necesitaba. Pareció alegrarse cuando accedí, a juzgar por el brillo de efusividad en sus ojos.
—Muy bien. Voy a buscarlos, ahora vuelvo.
La vi marcharse y cerrar la puerta tras de ella. Con un suspiro me recosté en la gran almohada que tenía a mi espalda, preparándome mentalmente para lo que estaba por venir.
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𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐞𝐬 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||
Romansa-No sé quién eres. Su silencio me transmitió desilusión y algo de miedo. Alcancé su mano, lo cual hizo que me mirara con sorpresa. Miré esos ojos azulados tan extraños. Unos ojos que no me dejaban pensar con claridad. No los quería olvidar jamás...