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Esa noche llore tanto, que me dolía los ojos de lo hinchado que estaban Amador se fue después de ser cruel conmigo, después de tirar a la basura un matrimonio que pudimos ser feliz, limpie mi cara con agua helada, necesita quitar lo hinchado de mi rostro.

Me veo como una estúpida, suplicado amor, humillándome porque me mire al final mis esfuerzos no valió de nada, de que me servía ser una buena mujer en todos los sentidos cuando el hombre no lo aprecia, me dedique a estos años a cumplir sus suyos, dejando los míos a un lado de forma runa familia, que a pesar de que no me correspondiera como yo esperaba, tendría hijos con él y a ellos les daría todo el amor.

Pero hasta la vida me lo quito.

Veo mi habitación esa que compartí con mi esposo estos años de casada, ahora debo despedirme me pidió días que me quedara antes de que Iveth tomara posesión de ella, no iba a llevarme nada, me iré como llegue a esta casa, con aquel vestido que está en mi closet, el color azul que se ha desgastado por os años. Suspiro ni la maleta hare solo mi bolsa con mis papeles personales.

El no merece mi amor, no lo merece me mentalizo a fuerzas porque el corazón es terco, demasiado lo es.

Tomo mi teléfono, el mensaje de mi única amiga dándome ánimos que ella pasara por mí, pero necesito tiempo cuando cruce esa puerta para ser valiente y enfrentar, no sé de qué viviré, de que trabajare porque estos años perdí y me hice tan inútil quedándome en una casa.

No se cómo lo tome la familia de Amador, pero no debería preocuparme debe el cargar con la culpa, me siento mal por el abuelo no puede cumplirle y por más que el intento que él se fijara en mí.

—Señora no se vaya, no puedo quedarme si no está usted aquí —veo a la mujer que me acompañado y dándome ánimos entristecerse.

—Habrá otra señora de la casa, no pasa nada, al final creo que mi lugar nunca fue aquí, Amador no me ama, no puedo obligarlo hacerlo, y he perdido todo lazo con él.

—Entonces va firmar los papales.

—Quiere el divorcio, no puede negarme y retrasarlo me lastima.

—Lo comprendo el señor envió los papeles del divorcio los dejo en la mesa de entrada señora —extraño hormigueo en mi esto gamo, uno que me hace hundir mi interior.

Que rápido quiere todo, tan rápido que desea que salga de su vida, Amador Fonseca, en verdad nunca fuiste agradecido con mi amor, en verdad dejaras todo por ella.

—Entonces los firmare, no quiero nada de él, a partir de ahora no puedo exigir y el tampoco, aunque no creo que lo haga, esperare cuando llegue firmare y me iré de aquí, solo diré que fue un placer conocerte estos años.

—Mi señora.

Me quede viendo por la ventana el patio trasero aquel jardín que había arreglado con tanto amor, me duele dejarlo porque ahora quien cuidara mis flores, las lágrimas siguen saliendo, necesito un poco de aire fresco ante mi último dia.

La discusión de dos personas me hace apresurar el paso bajo con cuidado los escalones, una estoy delicada y debo guardar reposo porque ni eso puedo hacerlo ya, mis ojos se sorprenden y hacen que se me haga un nudo en la garganta al verla ahí, recorriéndome con la mirada.

Después de tanto tiempo ella está aquí Iveth Moran con su hermoso cabello rubio y esos ojos aceituna, su cuerpo moldeándose ante aquel vestido y comprendo porque mi esposo está perdido en ella, en cuanto a mí solo soy una mujer que no tiene tantos atributos y esta plana, su sonrisa me asquea y como se contonea acercándose a mí, le indicó a mi ama de llaves que nos deje, ella duda, porque es fiel a mí, pero ahora debe conocer que pronto ella será la señora Fonseca.

—¿Qué haces aquí? No deberías estarlo —debía preguntarle ante su descaro, después de ayer verla coger con mi esposo.

—Solo vine a conocer mi casa y la de mi hijo, necesita color está demasiado gris como su ex dueña.

—A eso has venido Iveth, solo a fastidiarme, ya ganaste, pero dime por cuanto tiempo, regresas ahora que deseas formar una familia, después de serle infiel después de burlarle y dejarlo plantado.

—Míralo aún sigue enamorado de mí y eso jamás lo podrás superar, te metiste con mi hombre, te lo compartí y aun así no lograste que te amara, me pregunto que falla tienes Clara, no sabes levantar la pasión de un hombre, como no, si eres una completa mojigata.

—Basta Iveth estas aun en mi casa, no lo olvides —ella solo sonríe se pase deteniéndose en la mesa de entrada, los papeles de divorcio están ahí, los ojea y me mira.

—Debes firmarlos, o es que esperas que se arrepienta, dudo que eso pase, Amador necesita de mí, y su hijo porque si no lo sabes o ya te lo dijo le daré un hijo uno que tu ni en estos años pudiste amárralo y apuesto que si lo hubieras logrado ganarías, porque lo que más quiere amador es un hijo.

—Y por eso te embarazaste.

—Sí, me embarace apropósito y si es del, no me importa que le ha la prueba saldrá positivo, porque no soy estúpida Clara, supongo que no hay más que decir, me viste ayer como me follaba como un semental, como me hacía gritar, mientras tu solo eres un estrobo en su vida, una patética frívola de mujer una... —había tenido suficiente de ella, como para que me insulte.

La sala resonó con aquella bofetada, no debía permitir que continuará que me demostrara que Amador siempre la va preferir a ella que, a mí, sus ojos verdes se agradan y sé que esto no va salir bien mucho menos como ella me toma del cabello, grito de que me suelte.

—Jamás podrás contra mi Clara, eres una maldita mojigata —mis ojos arden como ella puede tratarme así, aun en su condición.

—Suéltame Iveth suéltame.

—Firma los malditos papales y lárgate de una vez, hazlo, vamos —me lleva hasta la mesa —Tómala la maldita pluma y hazlo.

Me niego ante el dolor de mi cabello y lo único que hago es empujarla de su vientre, un quejido de ella sale de su boca al verla en el suelo, me mira asustada, pero no es el único par, que me observa porque justo mi mala suerte amador llega.

No puede creer lo que ve, mucho menos lo que él cree que hice.

—¡Estás loca! Como se te ocurre lastimarla, ¡Esta embarazada! Maldita sea Clara, hasta donde puedes llegar.

—Yo no...

—amor, solo quería decirle que no era mi culpa, lo juro amor, me duele, me duele mucho nuestro bebe.

—Debemos ir al hospital, y tu clara no puedo creer lo cruel que eres, óyeme bien si le pasa algo a mi hijo te juro que me las pagaras Clara, lo juro.

—¡Yo no hice nada!

—Me ímproba una mierda, te vi empujándola Clara, te vi, espero que cuando regrese tengas tus cosas listas y no huyas porque si Iveth lo pierde serás responsable.

Que hice en este mundo para que me escupiera en la cara, porque tanta crueldad, ella vino a provocarme, ella hizo todo eso, pero no le deseo mal a ese bebe que no tiene la culpa de la madre que puede tener.

Mientras yo soy la mala de su historia de amor, la villana que no desea que sean feliz.

Mirando como él se la lleva preocupado por no perder a su hijo, mientras yo perdí el mío, nuestro hijo y eso el jamás lo sabrá, porque no tiene caso abrir la herida, no tiene caso ilusionarme de un bebe que ya no crece en mi interior, cuando no hay cabida para mi

Amame, Antes de que me VayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora