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— ¡Espera Clara! —comento Ernesto quien salió detrás de ella.

—Debo irme, lo siento.

—¡Clara!

Amador apretó los puños, mientras Bárbara Aldarte lo miro con arrogancia, esa mirada que indicaba su desagrado por él.

—Señora Aldarte...

—Lo que ha dicho me ha causado conflicto, atacar a una mujer de esa manera, mire señor Fonseca tenemos códigos, y aun a pesar de que todo puede estar en contra, siempre es bueno aprender a escuchar y a callar, algo que usted le falta, la clase no está perdida con la educación señor Fonseca, ofendió a una mujer, que fue su esposa, y dijo esposa en pasado porque así Clara lo remarco, y otra observación, los trapos no se ventilan con gente ajena, yo no tengo interés de saberlo, ahora comprendo porque ella lo dejo.

—Con todo respeto usted no sabe nada, ella...

—Nada señor Fonseca, espero que mi hijo logre alcanzarla, la señorita Mirada me agrada, y toda la majadería que dijo queda afuera, no la voy a despedir por un capricho de alguien que aún no es un socio ni nada en mi empresa y ella es importante.

—Parece que veo más interés señora Aldarte.

—Es que lo hay, no lo vio—comentó ella. —Mi hijo fue tras ella—intento insinuar, tipos como el debían ver que no son el universo y si debía usar a su hijo que dios la perdone.

—¿Su hijo?

—Señor Fonseca no se insulte, pensé que era inteligente, lo que vio.

Amador chasqueo la lengua, claro su hijo fue detrás de su esposa, tan rápido se consiguió alguien y el amor que le tenía solo mentira.

Pero tampoco podía dejar de pensar en las palabras del abogado, si ella continuaba con su vida, perdería todo.

—Clara detente por favor.

Clara no quería parar, lo que hizo Amador allá adentro la avergonzó, no podía ver a la cara a la señora bárbara, intento ponerla en mal, tanto la odia, ya lo dejo, puede ser feliz con Iveth que mi quiere de ella ahora.

No iba a pedirle nada si eso seguía pensando en él, pero lo que la desconcertó fue el reclamo de quererle quitar todo, de ponerla como una arribista cuando jamás en su vida a codiciada algo, o tal vez.

Su amor, solo su amor fue lo único que ella deseaba de él.

—Ahora te das esos aires Clara, porque no le dices todo el daño que has hecho, lo que has provocado, fingir que eres buena cuando eres todo lo contrario—reclamo Amador.

—Yo no haría eso, por favor, te pido que no hables no es lugar—dijo ella nervios por no perder trabajo.

—No te quedaras con nada Clara, no lo harás y ustedes si permiten alguien como ella no hare negocios, cuando hay arribistas en este lugar.

No pudo más que salir de ahí huyendo como una cobarde, Amador no es el mismo de hace años, Iveth lo tiene cegado. Limpio sus lágrimas antes de llegar al ascenso, pero fue Ernesto quien la detuvo del brazo.

—Clara porque huyes. —dijo Ernesto quien no podía creer que alguien tan pequeña fuera tan ágil de escapar de esa manera.

—Es que no lo ve, perdón que le hable así, tal vez sea la última vez, después de esto comprendo si debo marcharme.

—Clara...

—No por favor no diga nada es que no lo vio.

— ¿Y que vi? Según tú, solo las palabras de un hombre que saca trapos sucios, no habla bien de él, no puedo tolerar alguien como el escucharlo y tu verte temblar.

—Lo siento no era mi intensión, es solo que no pensé que el fuera su futro socio, y que yo solo sea alguien de su pasado que no importa.

—Bueno lo que vi deja mucho que desear, y si dices que no le importa no lo sé Clara—ella solo tengo, solo vive para Iveth.

—Señor Aldarte no quiero ser grosera, pero no quiero hablar de eso, solo quiero irme, necesito pensar, lo siento yo...Yo no puedo, creí que sí, pero sus palabras me bajaron al suelo.

—No sé qué paso entre ustedes, pero solo huir dejaras que la otra parte gane, Clara no te conozco, y no sé porque fui detrás de ti, o tal vez sí, pero no me agrado como te hablo, yo podría estar tan molesto, pero jamás ofendería a mi pareja o quien lo fue, tuve una relación mala y aun así le deseo que le vaya bien con él, arde el orgullo y tal vez no es lo mismo, pero conozco el sentimiento Clara.

—Siento ser débil.

—Claro que no lo eres, debes regresar, los motivos que tengas con él se arreglan, por lo que a mi respeta no pienso hacer negocios de su tipo que habla más de la mujer que fue su esposa, ¿De acuerdo? Regresemos.

—Yo...

Ernesto noto que ella no deseaba regresar sus ojos lo refleja, no iba obligarla, saco su móvil y marco a su madre.

—Madre cúbreme, saldré un par de horas.

—Ella está contigo.

—Sí, no te molesta.

—Por supuesto que no has lo que tengas que hacer—colgó su madre.

Bárbara Aldarte observo Amador que este parecía indignado de ver a Clara más si estaba con su hijo, hizo una mueca, espero que no le nazca lo arrepentido al hombre de verla con otro, porque así son. No les gusta que avancen si ellos.

—Señor Fonseca, es una pena, pero debe desestimar sus propuestas.

—Señora Aldarte.

—Lo que vi no me agrado y no pienso hacer negocios con usted su así hablo de la mujer que estuvo casado, no quiero imaginar cuando algo salga mal entre nosotros lo que dirá, le agradecería que se retirara.

Amador apretó lo labios tomo su careta y salió furioso de ahí, no era posible que Clara le arruinara un gran negocio, Iveth estaba deprimida por la pérdida del bebe, y solo quería estar sola.

Bufo al verla en las puertas del elevador con Enrique Aldarte y como la sostenía del brazo.

Clara se dio cuenta como el mismo Enrique este le susurro a la joven ante la mirada fija de Amador, las puertas se abrieron, entrando los dos, amador se acercó, pero Enrique presiono el bon y la tomo de la cintura y la pego a su cuerpo con provocación hacia el hombre, acto que Amador bajo la vista al ver la mano de Enrique sobre su esposa, y como la puerta se cerraba en su cara.

Clara se exalto cuando quedo a solas en el elevador. Se apartó consternada mientras Enrique solo metió sus manos en su bolsillo.

—No digas nada, me lo agradecerás. Vamos a comer algo, y dejemos que este mal rato pase ¿De acuerdo?

Ella no supo contestar, pero al ver la cara de Amador sonrió bajando el rostro y eso le pareció tierno a Enrique como sus mejillas se encogieron mientras ella no podía dejar de pensar en la cara de su ex esposo.

—Gracias —solo dijo eso y enrique desvió la mirada al verla roja de sus mejillas.

Solo pensó que el tipo debió estar ciego para dejar alguien como ella, hay unos con suerte que no la merecen.

Amame, Antes de que me VayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora