11 - Consejo estudiantil

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Habían pasado dos días desde el incidente en las escaleras. Hades se enteró de la muerte del universitario. ¿Cómo? No estaba segura. No me dio muchos detalles cuando lo encontré llorando en su recámara e intenté consolarlo lo mejor que pude, pero no fue capaz ni de pronunciar ni una palabra por el estado en el que se encontraba.

Últimamente había estado deprimido. No lo decía en voz alta, pero era su hermana. Sabía algunas cosas. Suponía que en esa área no se interponian cosas como que no había sido honesta con él en más de tres años y no podía recordar la última vez que realmente pasé tiempo con él. El instinto existía, y era tan fuerte que me fue casi imposible no empezar a lagrimar la segunda vez que entré a su habitación y lo vi peor que la primera.

Y maté a alguien. Fue en defensa propia, claro, pero lo maté— ¿Quién dijo que no lo merecía? Morir de esa forma, a manos de alguien que sabía lo que hice. Tenía razón. Al menos pude haberlo aceptado, o escuchar al destino que parecía desesperadamente querer matarme y dejar que ocurriera. Lo merecía.

Encontraron el cuerpo de la persona que me atacó. De alguna manera las grabaciones de seguridad habían desaparecido, por lo que no existía una toma de lo que pasó realmente. Sólo lo descartaron como un terrible accidente que los estudiantes deberían tener en mente cuando estuvieran en las escaleras.

La navaja desapareció, y yo no la tomé.

A no ser que tuviera un admirador secreto, significaba que alguien más tuvo que tomarla. Y sólo existía un sospechoso en mi mente.

Empujé las puertas de la biblioteca escolar y mis ojos analizaron la fisionomía de las personas sentadas en las primeras mesas. Ninguna teniendo los ojos rasgados y largas pestañas que buscaba. Me di media vuelta y crucé al pasillo que me quedaba más cercano. Estrecho y acogedor— aunque no tuve mucho tiempo para siquiera leer las palabras impresas que indicaban a qué género pertenecían los libros de cada anaquel.

Asomé mi cabeza a un segundo pasillo, y luego a un tercero. Doblé la esquina de una de las muchas grandes y altas estanterías y llegué a la segunda área de mesas, donde habían varios estudiantes con sus laptops y otros leyendo y pasando datos. Mi mirada se concentró en el único chico que conocía, quien saltó en su lugar cuando me desplomé en la silla junto a él.

«Venganza» pensé. Aunque ni un segundo después recordé que el karma existía. La herida en mi estómago me dolió como el infierno al moverme de esa manera.

—¿Estás bien? —se quitó los audífonos que antes lo habían confinado de escuchar mi acercamiento. Sus cejas inclinadas y cerca de ser una mientras me observaba, intentando descifrar el por qué estaba ahí.

—¿Puedo preguntarte algo?

—Puedes, pero no te aseguro contestar.

—Qué gracioso —enarqué mis cejas, aunque quería patearlo debajo de la mesa—. Pero necesito que lo hagas.

Junior miró abajo por un segundo, dubitativo en si debería seguirme el juego y se movió más cerca. Sus brazos cruzados sobre la mesa mientras sus ojos hazel examinaban mi rostro con curiosidad.

—¿Tomaste o no tomaste la navaja del tipo de las escaleras? —pregunté, pronunciando cada palabra con cuidado y también haciendo una pausa entre cada una. Junior se quedó inmóvil, su mueca de confusión mucho más notoria que antes.

—¿Eso importa?

—Inmensamente.

—¿Por qué?

—Porque si la tomaste, significa que me estás protegiendo. Y algo me dice que también tuviste que ver con las grabaciones de las cámaras de seguridad despareciendo.

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⏰ Última actualización: Sep 10, 2023 ⏰

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A WAY TO KILL THE SOUND | 𝗃𝗎𝗇𝗂𝗈𝗋 𝗑 𝗋𝖾𝖺𝖽𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora