2 - Muerte (otra vez)

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—¿Podrían comportarse por al menos cinco minutos? Intento escuchar algo —me quejé, quitándome un audífono y flexionando mi torso para ver a los chicos que peleaban en la parte trasera del auto.

—¿Alguna vez consideraste no usar audífonos y escucharnos a nosotros? Tal vez así te saquemos una sonrisa —chilló Kyeler con sus comisuras alzadas.

Puse los ojos en blanco y arrojé mi mochila a su pecho. Soltó una carcajada mientras recargaba su cuerpo en Jo y volvió a verme cuando pudo hablar sin estallar en risas.

—¿¡Lo ves!? ¡Sonreíste!

—Cierra la boca —ladr y noté que Johnny también reía—. Tú también.

Me reincorporé en mi asiento y observé a mi hermano, quien estaba demasiado ocupado conduciendo para prestarle atención a las bestias que festejaban en la parte trasera del auto.

Acepté acompañar a Hades a una de sus prácticas de fútbol americano sin saber que al final de esta terminaría atrapada con dos chicos que no habían llevado su auto al entrenamiento. Y todavía peor que lo anterior— yendo a quién sabe en dónde.

Hades se negó a decirme el lugar de nuestro destino cuando le pregunté hace más de media hora. Y eso sólo podía significar que me estaba llevando a un lugar al que me habría negado rotundamente a ir en caso de que lo hubiera consultado conmigo.

Mi hermano era el tipo de persona que se mantenía optimista cuando todos los demás habían perdido la esperanza, y entre las muchas cosas por las que era conocido —como por bajarse los pantalones y enseñado el trasero en su álbum de memorias de duodécimo grado— se encontraba el siempre intentar animar a los demás.

Así que constantemente era testigo de sus intentos por ablandar mi indiferente personalidad con eventos sociales, citas de películas y charlas de corazón a corazón en las que no ponía de mi parte. Nunca había tenido resultados conmigo, y no estaba segura de si en algún momento los tendría.

—¿Ya me dirás a donde vamos? —expresé en voz alta, observando su perfil concentrado en la carretera.

Tal vez estábamos cerca y ya no actuaría como si lo que le preguntaba fuera ilegal en cinco países diferentes.

—Aquí —habló sin mirarme, pero noté como una sonrisa se formaba en sus labios.

Mi entrecejo se frunció y giré mi torso para ver con más detalle por la ventana. El auto estaba entrando a una especie de área boscosa. Una imágen mental de Hades entregándome una mochila con una tienda de campaña y un saco para dormir se me vino a la mente, y deseé con todo mi ser que no le hubiera picado el bicho de acampar.

Mis plegarias parecieron ser escuchadas cuando mis ojos continuaron analizando los alrededores y avistaron una casa a la distancia que sólo podía apreciarse por las luces encendidas del exterior. No la reconocía, pero tenía más sentido que esa fuera nuestra destinación antes que cualquier otra de mis teorías.

Permití que mi cuerpo cayera al asiento de nuevo y giré mi cuello para ver a Hades.

—¿Dónde estamos?

—Ya te dije que eso es sorpresa.

Le rogué a todos los Dioses que podían venirme a la cabeza por paciencia, y sentí el auto detenerse. Abrí mis ojos de nuevo y noté la cantidad de coches que había estacionados. Mi hermano giró su cuello para verme y sonrió de nuevo.

—Estamos en una reunión.

Muy lindo, Hades. Muy lindo. Nunca pensando en que tal vez yo no quiero estar en donde tú sí.

A WAY TO KILL THE SOUND | 𝗃𝗎𝗇𝗂𝗈𝗋 𝗑 𝗋𝖾𝖺𝖽𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora