1 - Recuerdos

384 9 2
                                    

Mis ojos recorrieron la sala de espera mientras me preguntaba si el azabache que esperaba ver entre la gente había vuelto a llegar tarde, como lo hacía el noventa y nueve por ciento de las veces. Me permití soltar un suspiro exasperado antes de llevar mi mano a la parte trasera de mis jeans y sacar mi teléfono para teclear su nombre entre mis contactos. Los brazos de alguien enrrollándose alrededor de mi cuello interrumpiendo mi acción.


Incluso si careciera de un sentido del olfato que me alertara de la dulce y distintiva colonia que usaba, habría sido capaz de descifrar en menos de un segundo la identidad de la persona que, probablemente sin saberlo, me estaba dejando sin oxígeno. Elevé mis manos para palmear su brazo, mi mensaje siendo claro y aun así no lo suficiente directo como para que mi hermano lo entendiera.

—Hades... no puedo respirar.

Sus brazos se retiraron de mi cuello velozmente. Volvía disfrutar de la sensación de poder ingerir aire  y sentí como Hades retrocedía a mis espaldas. Roté sobre mi propio eje y le reproché su acción con un entrecejo arrugado, mis ojos clavados en los suyos.

—Lo siento, me descontrolé por un momento —sus brazos se alzaron, sus palmas mirando hacia mí mostrando su inocencia.

—No sé por qué no me sorprende escuchar eso —murmuré en un tono  sarcástico y sobé mi cuello con una mueca de disgusto—. Creí que todavía no habías llegado.

Mi hermano sacudió la cabeza con diversión. Su cabello negro aleteando suavemente por el movimiento.

—No hay manera de que me perdiera la expresión que haces siempre que pasas por esa puerta —hizo un ademán con la cabeza, señalando las puertas corredizas de la terminal de autobuses—. Tomé fotos.

Mi frente se arrugó mucho más por su comentario. Intenté ignorar el hecho de que ahora Hades tenía material para extorsionarme y sacudí esos pensamientos de la primera plana de mi mente. Alcé una ceja, sin estar muy convencida de su respuesta.

—¿Qué? lo digo en serio —chilló al notar mi expresión—. Bueno... también el tráfico fue bastante benévolo conmigo —Mi mohín de obviedad creció con su respuesta y una risa escapó de sus labios—. Pero eso no es tema de conversación ahora.  No vienes a vivir conmigo  permanentemente muy seguido, ¿sabes? —vocifereó, rodeando mis hombros en forma de abrazo.

Tiré por el escusado la condescendencia que me había prometido hacer el intento por emplear durante nuestro reencuentro y lo aparté de mí sin trabajo alguno, ya que él no opuso mucha resistencia. Soltó un quejido y sus labios se fruncieron por mi rechazo.

—¿No crees que te estás entusiasmando mucho por esto? —murmuré, pasando mis manos por mi ropa para borrar las arrugas que la jirafa musculosa con exceso de ingenuidad que todos conocían como mi relativo y hermano mayor había dejado.

Compartir espacios comunes con otra persona después de meses de estar por tu cuenta no era una idea muy atractiva desde mi perspectiva.

—¿No crees que tú estás siendo un poco indiferente? Y sí, te conozco lo suficiente para saber que así es tu estado de ánimo diario. Pero mira el lado positivo, ahora ya no tendrás que pasar el resto de tus días en ese colegio del mal —respondió en un tono algo infantil, codeando mi brazo.

Me sorprendía que todavía intentara armonizar conmigo después de tantos rechazos de mi parte. Pero tenía razón en eso.

Si algo bueno me había dejado mudarme a Hackensack era abandonar el colegio que me había hecho desear escapar a la casa de la tía Sandra más de una vez. Hades solía vivir con ella antes de que alcanzara la mayoría de edad y se independizara para convertirse en mi tutor legal. Los trámites para comprobar que era apto para encargarse de un menor tardaron más de un año, así que tuve bastante tiempo para pensar en qué prefería. Si pasar otros dos años caminando por los mismos pasillos cada mañana para que más de medio colegio me observara de mala manera, o si dedicar el treinta porciento de mi tiempo libre atendiendo a prácticas de fútbol americano en las que achicaba los ojos cada que mi hermano y sus amigos se golpeaban entre ellos.

A WAY TO KILL THE SOUND | 𝗃𝗎𝗇𝗂𝗈𝗋 𝗑 𝗋𝖾𝖺𝖽𝖾𝗋Donde viven las historias. Descúbrelo ahora