Zeus y Hera estaban en su palacio sentados en sus respectivos tronos. Esperaban la vista del titán Prometeo, dios de la previsión, y Epimeteo, dios de la retrospectiva y de las excusas. Como agradecimiento por haber ayudado en la guerra de los Titanes, la pareja de dioses les preparó un gran banquete. Los titanes llegaron, Zeus les dio la bienvenida y se sentaron en la mesa. Ganímedes, el nuevo copero, servía a los dioses. Después de que sirviera la comida empezaron a charlar. Se contaron anécdotas, chistes y todo tipo de historias.
-¡Qué bien nos lo estamos pasando! ¿Verdad que sí Epimeteo? -dijo Prometeo entre risas.
-Sí -respondió Epimeteo muy tímido.
-¡Alegra esa cara! Cuantale algo a nuestros anfitriones, estás muy callado.
Epimeteo se encogió de hombros.
-Lo siento mucho. Mi hermano es muy tímido. Pero es muy buena gente -aclaró Prometeo.
-¡Ah! -se quejó Zeus mientras ponía las manos en su cabeza.
-¿Otra vez? - le preguntó Hera.
-Sí. Ahora es más doloroso que otras veces -respondió con mucho dolor.
-¿Qué ocurre? -preguntó Prometeo muy interesado por el tema.
-A Zeus le dan dolores de cabeza de vez en cuando y parece que cada vez va a peor.
-¿Puedo mirar a ver si tiene algo? Quiero ayudar.
-Vale, pero ya hemos mirado. Seguramente no encuentres nada -dijo Hera con pocas esperanzas.
Prometeo se limpió la boca con una servilleta, se levantó de la silla y fue al lado de Zeus. Empezó a mirarle la cabeza como si fuera un mono quitando garrapatas. Tras un rato mirando dijo:
-Mmm... Lo único que veo es un pequeño punto de sangre, pero nada más.
-Ves. Te dije que no encontrarías nada.
Zeus empezó a quejarse más y más. El dolor aumentaba. Prometeo, sin rendirse, decidió explorar más a fondo. Con delicadeza, separó el cabello de Zeus y examinó el punto de sangre con mayor detalle. Para su sorpresa, el punto había crecido.
-¡AAAHHH! -Zeus se quejaba más-. ¡No aguanto este dolor! ¡¡Haced que pare!!
-¿Qué quieres que hagamos? -preguntó Hera muy preocupada.
-¡¡¡Pegadme un hachazo en la cabeza!!!
Prometeo, sin pensarlo, cogió un hacha que se encontraba en una esquina y le pegó en la cabeza. El hacha hizo contacto con la cabeza de Zeus con un estruendo ensordecedor. El impacto fue tan sorprendente que todos en el Olimpo quedaron en un silencio atónito. Zeus quedó aliviado y dejó de quejarse. En el mismo momento en el que Prometeo sacó el hacha, empezó a salir una luz muy brillante de la cabeza. Así, por algún tipo de milagro, salió de la cabeza una diosa, ya adulta y con su armadura. Todos los presentes se quedaron sin palabras. La diosa recién emergida de la cabeza de Zeus miró a su alrededor con asombro y confusión. Luego, al ver a Zeus, lo reconoció al instante y exclamó:
-¡Padre, finalmente estoy libre! ¡Después de todos estos años!
Hera, Prometeo y Epimeteo se miraron entre sí, perplejos por la situación. Zeus, por otro lado, parecía aliviado por fin, aunque aún se tambaleaba un poco por el impacto del hacha.
-¿Quién eres tú? -preguntó a Hera con curiosidad y precaución.
La diosa se presentó:
-Soy Atenea, diosa de la sabiduría y la estrategia. Estuve atrapada en la cabeza de Zeus durante tanto tiempo que ni siquiera recordaba quién era.
Atenea se acercó a su padre, ayudándolo a recuperar la compostura. Zeus parecía rejuvenecer a medida que el dolor de cabeza desaparecía.
-Atenea, hija mía, te he liberado sin siquiera saber que estabas dentro de mí. ¿Cómo ocurrió esto? -dijo Zeus muy aliviado.
Atenea explicó que salió de Metis, la primera esposa de Zeus. Cuando Zeus se la tragó, ella estaba embarazada, así que, además de lanzarle la primera maldición, la segunda maldición fue engendrar a su hija para que años más tarde le destronara.
-He estado buscando una manera de liberarme durante años, y finalmente lo ha hecho posible, padre. Estoy agradecida.
-Bueno. Pero... ¿Tú no me destronarías? ¿Verdad? -dijo Zeus un poco tembloroso.
-¡No! Gracias a ti te debo la vida. No te haría eso.
-Uf. Menos mal -exclamó aliviado.
La noticia de la liberación de Atenea se expandió rápidamente por el Olimpo, y los otros dioses se reunieron para celebrar este evento inusual. Zeus y Atenea se abrazaron con ternura, y el banquete continuó con un ambiente renovado de alegría, esta vez con todos los dioses olímpicos invitados.
Prometeo y Epimeteo observaron con asombro cómo el curso de los acontecimientos había llevado a la liberación de Atenea y alivio para Zeus. Hera, por su parte, se sintió aliviada de que su esposo finalmente estuviera libre del dolor de cabeza, aunque estaba un poco molesta.
-¿Cómo es posible que Zeus haya tenido una hija por si solo? -decía para sí misma.
Desde ese día, Atenea asumió un papel importante en el Olimpo, compartiendo su sabiduría y ayudando a resolver conflictos divinos con su inteligencia y perspicacia. La liberación de Atenea se convirtió en una leyenda en el Olimpo, grabándoles a todos la importancia de la sabiduría y la unidad en tiempos de dificultades.
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Amor Y Guerra
RomanceZeus tiene muchos problemas con sus amoríos y su esposa Hera. Cuando nace su hija Atenea todo se complica más todavía. Afrodita y Ares no se están quietos. ¿Qué cosas podrán salir mal? Las cosas del pasado de Zeus influyen en el futuro de los dioses...