Fin de la Era

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Ares empezó a tramar su plan y fue a hablar con Zeus. Este se encontraba en su palacio organizando diferentes proyectos para el futuro. Ares solo buscaba venganza y le interrumpió incluso estando ocupado.

-¡Zeus! Presta atención -dijo Ares.

-Ahora no, Ares. Estoy ocupado -dijo mientras rebuscaba entre los papeles que tenía sobre la mesa.

-No desafíes mi ira. Destruiré todo lo que amas si no cumples mis deseos.

Zeus levantó la mirada de sus papeles y observó a Ares con desdén. Sabía que el dios de la guerra era impulsivo y peligroso cuando se enfurecía, pero no permitiría que las amenazas lo hicieran cambiar de opinión.

-Ares, siempre te comportas como un niño enfadado. ¿Qué es lo que deseas? Habla de una vez, pero recuerda que no cederé ante tus amenazas -respondió Zeus con calma, aunque su voz revelaba una pizca de irritación.

Ares, comprendiendo que no ganaría nada con intimidaciones vacías, decidió exponer su plan con más detalle.

-Lo que quiero, Zeus, es tu trono en el Olimpo. Quiero ser el nuevo rey de los dioses. Tengo los medios para derrocarte si no cooperas. Tú y tus proyectos para el futuro pueden ser útiles para mí, si decides unirte a mi causa.

Zeus se levantó de su silla con una expresión de incredulidad y miedo en su rostro. El trono del Olimpo podría estar en peligro. Recordó las palabras de su padre: "Uno de tus hijos te destronará, al igual que has hecho conmigo"

-¿Crees que mereces el trono del Olimpo, Ares? Eres el dios de la guerra, pero eso no te hace digno de ser el rey de los dioses. Además, ¿cómo piensas lograrlo? -preguntó Zeus con escepticismo.

Ares sorprendentemente con malicia mientras revelaba parte de su plan. Sabía que tenía que ser cauteloso y convencer a Zeus de que cooperara voluntariamente, al menos por el momento.

-Tengo aliados, Zeus. Dioses que están dispuestos a apoyarme. Si decides unirte a nosotros, podrías conservar tu estatus y posición. Pero si te opones, te enfrentarás a una guerra divina que no puedes ganar.

Zeus reflexionó sobre las palabras de Ares. Sabía que una guerra en el Olimpo sería catastrófica y que muchas vidas divinas y mortales se verían afectadas. Además, no estaba dispuesto a ceder su trono sin luchar. La tensión en la sala aumentó mientras los dos dioses se miraban fijamente, cada uno evaluando sus opciones en esta creciente confrontación divina.

-Nunca daré mi trono. Si lo quieres, deberás luchar -dijo Zeus desafiando a Ares.

-¿No estás dispuesto a cooperar? Está bien. Me voy, pero cuando regrese traeré un ejército al que no podrás vencer.

Ares se retiró del palacio de Zeus, dejando un ambiente tenso y cargado de desafío. Sabía que la batalla que se avecinaba sería épica y que tendría que preparar sus fuerzas con cuidado. Mientras tanto, Zeus se quedó pensando en cómo proteger su reino y mantener su posición como rey de los dioses. Sin perder mucho tiempo, fue a avisar a los demás dioses del Olimpo que la guerra se estaba aproximando.

La noticia de la creciente confrontación entre Ares y Zeus pronto se expandió por todo el Olimpo, y los demás dioses se vieron atrapados en medio de esta disputa divina. Todos los dioses sabían que hacer, respaldar a Zeus para mantener el orden en el Olimpo. En poco tiempo, Zeus convocó una reunión entre todos los dioses del Olimpo, sin contar a Ares, para organizar una táctica. La reunión de los dioses en el Olimpo fue tensa y llena de debates. Cada uno de los dioses tenía su propia opinión sobre la disputa entre Zeus y Ares, y algunos estaban indecisos sobre a quién apoyar. Hera estaba furiosa por la amenaza que Ares representaba para su esposo y el orden en el Olimpo. Apolo, Artemisa, Dionisio, Hermes, Perséfone y Atenea, hijos de Zeus, estaban dispuestos a luchar para proteger a su padre.

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