Capítulo 4

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Contrato.

— Chicos...— dijo Elizabeth tratando de hacer equilibrio con un tenedor en su dedo índice. Samael y Adiel estaban sentados a sus lados.

— ¿Por qué siento que vas a decir algo loco? Es decir, ya nos mudamos ¿qué viene ahora? — preguntó Samael en tono de broma

Elizabeth rio y dejó el tenedor— Estaba pensando... que tienden a seguir como órdenes lo que les digo y no- bueno, en realidad es más Adiel. Porque tú haces lo que te diga sea una orden o no— le dijo a Samael, que sonrió

— Y si fueran órdenes las seguiría sin dudar...— dijo apoyando su cara entre sus manos y acercándose a ella. Lisa rio y puso una mano en su cara para alejarlo. — Auch...— dijo Samael con una sonrisa

— ¿A qué vas con todo esto? — preguntó Adiel curioso

— Bueno, además me protegen y todo eso... El tema es que estaba pensando en ¿qué tal si hacemos un contrato para hacer las cosas más "profesionales"? — dijo mirándolos

— Interesante...

— Me gustan los contratos— dijo Samael con una sonrisa.

— ¿Y cómo sería el contrato? — preguntó Adiel

— Bueno...-- dijo levantándose— creo que una de estas habitaciones es una oficina, deja veo. — dijo mientras se dirigía al pasillo

Después de unos minutos, Lisa volvió a aparecer con un papel en la mano. — Éste sería el contrato...— dijo poniendo la hoja sobre la mesa

— Estaba por preguntar cómo sabes hacer un contrato y luego recordé que tu padre es Edric Floyd. — dijo mirando la hoja. Ambos leyeron el contrato.

— ¿Y cómo... sería la parte de las órdenes? — preguntó Adiel mirándola

— Si te digo... "Adiel, haz tal cosa."

— Yo te respondo, "Si, Lisa" y hago esa tal cosa...

— Pero, aquí dice que si no dices nuestro nombre completo no se toma como orden... y solo a mí me llamas por un apodo. — destacó Samael

— Tienes razón... Bueno... ¿puedo decirte Adi? — le preguntó a Adiel con una sonrisa

Adiel levantó la vista del contrato y la miró— Claro— respondió con una sonrisa

— Bien, entonces Sam y Adi...

— ¿Y cómo firmamos? — preguntó Samael

— Solo encontré estas viejas plumas y esta tinta...— dijo mostrándoles tres plumas en una mano y un pequeño frasco de tinta casi vacío en la otra. Adiel tomó una de las plumas y se dispuso a mojar de tinta para firmar, pero Samael lo detuvo.

— Me parece más apropiado otra forma de firmar...— dijo tomando otra pluma, pinchó su dedo meñique con un cuchillo hasta que pequeñas gotas de sangre comenzaron a salir. Dejó que una cayera sobre su línea de firma, dejó que unas gotas cayeran sobre la pluma y firmó.

— Así es como se firma un contrato de este estilo...— dijo y se llevó el dedo a la boca. Adiel miró su firma y lo miró a él.

— Ya que...— tomó otro cuchillo y repitió lo que hizo Samael. — Listo...

— ¿Yo tengo que hacer lo mismo? — preguntó Lisa con una mueca

— Es solo para que salgan unas gotitas, no te pasara nada— dijo Samael con una sonrisa tranquilizadora.

— Bueno...— tomó un cuchillo e hizo lo mismo que ellos.

— Samael, ¿por qué la sangre?

— Bueno, normalmente cuando yo hacía contratos con gente, se firmaba con sangre para... unir.

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