𝘗𝘢𝘴𝘢𝘥𝘰𝘴 ☁

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Hace 5 Años- 20:45 pm - Narrador

Entre la obscura noche se podía divisar a un hombre de ondulados cabellos azabache, deambulaba entre la ciudad en busca de su alimento como la costumbre que se había creado hace más de 1000 años, entre la multitud choco "accidentalmente" con una pequeña figura que se encontraba frente a él, estaba a punto de refutar cuando escucho un leve quejido acompañado de una disculpa y la desaparición inmediata del ser.

-L-lo siento señor! Iba con prisa y no me fije de mi rumbo, sé que mis palabras son superfluas, pero son mi mayor signo de educación.

Apenas el hombre escucho aquello quedo algo perplejo por un breve momento, había visto a una niña que a su parecer no debía tener más de 6 o 7 años, la manera elocuente con la que hablo fue algo realmente deléitente para sus oídos y a la vez aquellas palabras hicieron que su ego que siempre era acompañado de una gran intransigencia se sintiera increíblemente bien, pero al volver en sí ya no pudo ver más a la pequeña figura; sin embargo, logro captar su aroma con su afinado olfato, notando algo que lo extasió, podía sentir el dulce aroma de la exquisita "sangre especial" y estaba casi seguro de que provenía de aquella pequeña. Empezó a seguir el aroma hasta llegar a lo que parecía ser un orfanato religioso y entro, irónico, el diablo entrando a la iglesia como si fuera su casa, se dispuso a rebuscar con su mirada y olfato entre el lugar, el aroma se hacía cada vez más fuerte y sabia que tenía a su presa cerca, se dirigió hacia el mostrador llamando la atención de una monja que estaba recibiendo a todos los que entraban para contestar a sus dudas, y al tocar su turno este fue directo al grano.

-Buenas noches, vengo en busca de una niña.

Musito en seco después de que la mujer lo saludara, esta acato la orden y le indico que siguiera a otra monja la cual estaba a un costado dispuesta a llevarlo a la zona donde podría visualizar a todas las pequeñas que tenían ahí, había llegado justo a la hora de la siesta, por lo que al llegar a las habitaciones las cuales estaban cubiertas por una pared y una fina ventana horizontal por la que se podía ver al interior de la habitación se divisaba a todas las mujeres y niñas dentro, desde bebes hasta adolescentes rezando a un costado de sus camas, aquel ser pensó en sus adentros en lo ridícula que era aquella acción y empezó a buscar con su mirada a la pequeña que necesitaba y para su suerte se encontraba en la segunda cama a la izquierda justo frente a la puerta.

-Esa.

-¿Disculpe señor?  

-Esa niña, de la segunda cama, justo en frente, quiero a esa niña.

-Ya veo; sin embargo, antes de llevarla tendría que hacer el papeleo y la entrevista con ella, y estamos a punto de cerrar nuestras puertas, por lo que deberá volver mañana a primera hora.

Dijo la mujer al escuchar la tan directa decisión del hombre, pero era la verdad, debía seguir un reglamento, un reglamento que no le agrado para nada al hombre y por su puesto enfureció a su inefable carácter serio, pero se controló antes que nada y hablo con tranquilidad.

-Lo lamento, pero no tengo el tiempo suficiente para venir por las mañanas y tampoco entre semana.. Creo que usted lo entenderá bien.

Finalizo su discurso mientras sacaba una cantidad generosa de yenes de su bolsillo esbozando una sonrisa y la mujer automáticamente fue por los papeles, después de haber llenado las solicitudes y documentos al cabo de una hora y media la niña ya se encontraba frente a él, arreglada y con sus pocas pertenencias lista para ser llevada, al verla este se quedó observándola serenamente con una expresión sería, mientras pensaba en el gran festín que se daría, porque su increíble olfato no se había equivocado, aquella niña tenía sangre especial.

Por lo que noto, la niña casi no tenía nada, llevaba un bolso mediano en el que parecía haber solo ropa, y por su espalda una mochila de forma rectangular color café que despertó una pequeña cantidad de curiosidad en él, después de analizarla de pies a cabeza le extendió la mano con una sonrisa, a lo cual la niña se la devolvió de una manera más leve y tomo su pálida mano con la suya, que a comparación era diminuta, con esas acciones el hombre noto quela niña no era de problemas, curiosidades o malos caracteres, y así se fue con él entre la noche y bajo el brillo de la luna.

Al llegar a "su hogar" la niña se quedó en un perpetuo silencio, el cual ya venía desde que la fue a ver, pero no parecía ni emocionada ni triste, tenía una pequeña sonrisa y una mirada tranquila y algo sorprendida al ver la gran mansión en la que viviría.

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⏰ Última actualización: Sep 15, 2023 ⏰

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PAUSADA 𝘌𝘯𝘵𝘳𝘦 𝘦𝘭 𝘴𝘰𝘭,  𝘺 𝘭𝘢 𝘭𝘶𝘯𝘢Donde viven las historias. Descúbrelo ahora