Capítulo 32: Consecuencias

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Cuando Freen volvió a ver a Rebecca, la niña tenía veintidos años, y la empresaria veintiséis, Freen no soportó mucho más el tiempo sin ver el rostro de Rebecca, además de la culpa de haberle abandonado

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Cuando Freen volvió a ver a Rebecca, la niña tenía veintidos años, y la empresaria veintiséis, Freen no soportó mucho más el tiempo sin ver el rostro de Rebecca, además de la culpa de haberle abandonado. No podía quedarse un año más en Korea, además, todo estaba marchando bien; ella necesitaba regresar a Tailandia, y no era por nadie más que ella.

Todo lo que veía le recordaba a ella, todo lo relacionaba con ella. La incertidumbre de no saber que estaba aconteciendo en su vida la estaba matando, el miedo de que se cansara y se fuera de la casa, el extrañarla el pensar en ella, el saber que quizás la odiaba, todo había arruinado a Freen de sobre manera, además del exceso de trabajo.

Estar lejos de Becky la hizo pensar en muchas cosas que no quería, sobre todo cosas relacionadas a su infancia y a su padre. Freen lloraba por las noches y recordaba como su padre le decía que la sensibilidad era sinónimo de debilidad, y como la debilidad era provocada por el amor. Ella amaba a Rebecca y estar enamorado era para los débiles. Ella era débil, era sensible por más que quisiera evitarlo, y aquello era algo que no podía cambiar. Tal vez le había fallado a su padre en eso, ¿pero que tanta razón tendría el?

El amor que Rebecca le mostraba era hermoso, el como ella demostraba con plenitud lo que sentía hacia ella, eso que Freen también sentía y se reprimía de demostrar automáticamente, ¿por qué parecía tan hermoso y por qué tenía tantas ganas de entregarse y soltar todas sus emociones? ¿por qué cuando hicieron el amor se sintió tan perfecto? Se suponía que el amor era debilidad, pero ser débil ante Rebecca la hacía sentir fuerte y completa.

Freen pensó durante dos años, hasta que no lo aguanto mucho más, pues la tristeza que vivió a raíz de la indiferencia de Faen hacia ella, la sobrepasó, a un punto en el que se sentía al borde de la locura, como si nada tuviera sentido, como si se estuviese ahogando en su oficina. Nada tenía valor, nada era suficiente, nada podía complacerla, nada era igual a aquellos brillantes ojos ámbar y aquella sonrisa dulce, nada era más precioso, nada era cálido.

Y por esa razón Sarocha regresó a Bangkok.

Era verano, el sol era brillante y la brisa era fresca, todo seguía tal y como lo había dejado, las cosas nuevas que había comprado desde la distancia estaban ahí justo como las imagino, pero no era eso lo que le preocupaba, era otra persona, a la que no encontraba por ningún sitio.

" ¿Dónde está? " Le preguntó a Heng tan seria como siempre.

" No lo sé Khun Freen, su Faen tiene muchas rutinas. Acostumbra hacer muchas actividades durante el día, en este momento no sabría decirte. " Le explicó " Phi Beer se encarga de cuidarla y llevarla a dónde quiera, pero hoy es su día libre así que no se con quien salió. " Admitió y Freen respiró profundo.

" Maldita sea. " Dijo levantándose, dirigiéndose escaleras arriba hacia su habitación a la que no había ido en años, entrando con los ojos cristalinos, sintiéndose en desesperación, mirando la cama en dónde había despertado con Rebecca desnuda encima de su cuerpo hace más de 700 días.

Butterflies (freenbeck)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora