Rebecca regresó a casa tarde esa noche. Así había sido desde hace unos meses desde que empezó a emplear su carrera como abogada por la que tanto se había esforzado, estudiando en la universidad desde temprano y graduándose mas adelantada que muchos y con las mejores calificaciones. No había sido fácil sacar adelante su carrera de abogada siendo una artista retirada, era difícil que la tomarán en serio en ese mundo sabiendo de donde venía, muchos decían que no deberían dejarla ejercer su carrera ya que no sería bien visto ante los demás abogados, porque si alguna vez ganaba un caso, todos pensarían que le darían la victoria por preferencia debido a quien era, pero nada de eso detuvo el sueño de Rebecca de ejercer la carrera por la que tanto luchó cuando era una chica más joven.
No fue para nada cómodo al principio, había mucha envidia contra ella al rededor, muchos trataron de sabotearla, hablaron muchas cosas sobre ella, e intentaron sacarla del medio, fue un proceso muy difícil no solo en el ámbito laboral, si no también, en el lado emocional, pues su naturaleza sensible se veía afectada por las acciones de sus colegas, pero de algo tenía que haberle servido haber sido una artista y una persona acostumbrada a estar en un mundo en el que la mitad de las personas te odian y la otra mitad te ama. Rebecca aplicó su aprendizaje y volvió a hacerse inmune ante los comentarios y todas las cosas malas que hicieran en su contra, ella solo se concentró en su trabajo, en dar lo mejor de sí misma y demostrar por que debería de estar ahí, y por que deberían de considerarla una de las mejores abogadas de Bangkok.
La vida de Rebecca estaba completa ahora, cada una de sus metas y sueños estaban cumplidos. A sus 32 años, disfrutaba de la satisfacción que traía haber vivido una vida plena y encontrarse en la cumbre de su realización personal, pero eso no era todo, porque si, era muy feliz en el trabajo ahora, era feliz sabiendo que a su edad ya había cumplido todas sus metas, pero nunca, nunca era más feliz que cuando llegaba a casa, temprano o tarde y habían dos personas aguardando por su regreso.
Una de ellas era su hija adoptiva de quince años, Chae-young, a quien adoraba con toda su alma. Tenían una relación excelente. La niña le contaba todo, pasaban mucho tiempo juntas, Rebecca la ayudaba con sus tareas, se preocupaba porque no le faltara nada, la apoyaba en sus decisiones, le aconsejaba cuando tenía algún problema en su vida personal, veía su alimentación y su salud, Rebecca hacia absolutamente todo por quien ella consideraba su hija. Aunque no compartiesen la sangre realmente, ella la amaba tanto y se había ganado que cada vez que Chaeyoung se dirigiese a ella la llamase "Khun Mae" o incluso la llamase tan adorable y delicadamente "mami".
La otra persona que esperaba a Rebecca en casa, no era muy difícil de adivinar.
Se trataba de alguien a quién la británica siempre estaría anhelando, desde el principio del día, hasta el último minuto de la noche. Esa persona que hacía sus ojos brillar con adoración y alegría, que tenía la sonrisa más hermosa del mundo y unos preciosos ojos avellana, que la miraban con profundidad y todavía, hasta ese día la hacían suspirar como desde la primera vez. Se trataba de la persona a quien ella extrañaría en todo momento que no pudiese estar a su lado, por ejemplo, en aquellos días en los que estaba trabajando, o en algún proyecto importante, o cuando Rebecca tenía demasiado trabajo en el Bufete o un juicio por hacer, aunque fuesen pocas horas sin verse, ella estaría en todo momento deseando estar a su lado; y en esos muy pocos momentos cuando podían pasar días sin verse por algún motivo de viaje de trabajo Rebecca incluso lloraría su ausencia. Era esa persona que aunque Rebecca fuese ya toda una mujer de 32 años, seguiría refiriéndose a ella como " niña buena" y le colocaría un sweater cada vez que mirase a la británica con intenciones de salir con nada más que una camisa de tiros entallada. Esa persona que pelearía con ella para que tomase agua más seguido en lugar del té con leche. Esa persona que entallaba el ceño cada vez que se enfurecía de los celos y hacía a Rebecca reír y querer comérsela a besos. Esa persona que solo con rozar su piel podía calentarla por completo, haciéndola sentir mariposas, deseosa de ser tocada y amada por ella. Esa persona que cada vez que pronunciaba su apodo estiraba la letra ' Y ' en su típico acento tailandés y la hacía sonreír con adoración. La persona que la hacía derretir de ternura cada vez que trataba de hablar en inglés y cambia la ' R ' por la ' L '. Esa única persona que Rebecca amaba con locura y había amado durante toda su vida, desde el día en que sus ojos se encontraron por primera vez.
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Butterflies (freenbeck)
Romance" ¿Por qué si estoy tan cerca de ti siento que estámos cada vez más lejos? ¿por qué siento que cada vez que lo intentamos es como si algo me empujase fuera de tu vida? " Bangkok, Tailandia Rebecca estaba a punto de cumplir sus veinte años cuando s...