Narra Damien.
- ¿Damien?- me llamó una voz familiar, sacándome de mis pensamientos.
- Hmm.- respondí, levantando la vista.
- ¿Estás bien?- preguntaron.
- Claro, ¿por qué?- sonreí.
- Porque tienes esa mirada. Es la misma que la de tu hermano.- señaló Adilah.
Adilah Grey, como era conocida o la reina. La querida compañera de mi hermano, mi nueva cuñada. Pero eso sonaba a poco, era mi hermana.
- ¿Por qué eres tan observadora?- suspiré.
Adilah sencogio de hombros y se sentó a mi lado.
- Viene con el hecho de vivir con tu hermano. Solía guardarse muchas cosas para sí mismo.
- Sí, no le culpo.- murmure.
Adilah sólo se rió.
- ¿Me vas a decir qué es lo que te molesta tanto?
- No quiero estar aquí. Echo de menos mi antigua vida en Inglaterra.- admiti.
Algo en Adilah me hizo querer decírselo.
- Entonces, ¿qué te detiene? Sabes que Adonis nunca te impedirá irte si realmente quieres hacerlo.- me dijo Adilah.
- Sé que no lo hará, pero... pero hay algo que me lo impide. No sé si es mi deber con mi hermano o algo más.- gemi con frustración.
- ¿Quizás has echado de menos el amor familiar? Aunque no lo admitas, o tal vez sea porque tu pareja esta cerca...- Adilah guiño un ojo al final.
- Que graciosa.- me burle.
Adilah se limitó a negar con la cabeza y se levantó.
- Bien, el deber llama. Damien, quiero que recuerdes que no estás solo.
- Lo sé, gracias Adilah.- sonreí.
La observé mientras me dejaba sola con mi pensamiento. Adilah puede no darse cuenta, pero tiene un aura sobre ella. Una poderosa. Definitivamente era una fuerza tener en cuenta y me encantó la forma en que la mostró a mi hermano su lugar. Ver a Adonis feliz después de todo este tiempo fue increíble. Estoy extremadamente feliz por él, pero una parte de mí está celosa. Mis dos hermanos eran felices con sus compañeros, pero yo no. Una vez más, me sentí como el raro de mis hermanos. Solo habían pasado cuatro meses desde que volví aquí, y, cuánto había cambiado mi vida. Todavía recuerdo cuando recibí esa llamada que lo cambió todo...4 MESES ANTES
Era un día normal para mí en la oficina. Ser detective tenía sus ventajas; una de ellas era que podía utilizar mis sentidos de licántropo, lo que resultó ser una gran ayuda. Otra era que tenía mucha más libertad. Por una vez, me sentí querido y apreciado. Estaba sentado en mi escritorio haciendo el lado menos glamuroso de mi trabajo. Trabajo. Era aburrido, pero había que hacerlo. Cuando casi había terminado, uno de los hombres entró y dijo mi nombre.
- Llamada telefónica para usted, detective.
- ¿Para mi? ¿Quién es?- pregunté, confundido. Todas las personas principales tenían mi número de teléfono móvil.
- ¿Dijo que conocía a tu hermano?- me miró.
Alguien que conoce a Adonis... ¿Es Riley? Pero se habría limitado a decir que era mi hermana. Mi mente estaba en blanco cuando se trataba de quien podría ser, pero sin embargo, asentí al tipo. Levantó tres dedo, indicando que era la línea tres. Respirando profundamente, pulse el tres y me acerqué el teléfono a la oreja.
- Detective Grey al habla, ¿quien es?- pregunté.
- Um... ¿Es Damien Grey?- pregunto una mujer.
- Sí, ¿puedo preguntar quien llama?- mi confusión aumentó.
La oí dar un suspiro de alivio.
- Oh, gracias a Dios. Pensé que había marcado el número equivocado, ¡que vergüenza! Oh, espera, lo siento. Me llamo Adilah, y soy la compañera de tu hermano.- respondió.
Mierda, ¿mi hermano tiene una compañera? Ya era hora también. No me mantenía al día con los asuntos de la realeza, pero si con mi hermano. Un hábito que nunca pude romper.
- ¿La compañera de mi hermano?- todavía estaba aturdido.
- Sí, soy yo. Mira, él no sabe que estoy llamando, pero a Adonis le vendría muy bien tu apoyo ahora mismo.- Adilah se rio nerviosamente-. Sé que es mucho pedir por teléfono, pero por favor vuelve. ¿Al menos durante unas semanas?
Bueno, eso fue un shock. Escuchar la preocupación en la voz de Adilah me sacudió. Claramente se preocupaba mucho por Adonis.
- No sé...- suspiré.
- ¡Por favor! Realmente te necesita. Hay gente desagradable a la que le encantaría ver la cabeza de tu hermano en una estaca.- Adilah sonaba molesta.
Gruñi. Malditos miembros del consejo, siempre han sido unos babosos.
- De acuerdo, bien. Iré.- cedi.
- ¡Gracias! No puedo esperar a conocerte.- Adilah suspiró.
- Supongo que mi visita está pendiente si Adonis ha encontrado a su pareja.- una pequeña sonrisa se abrió paso en mi rostro.
Nos despedimos y colgamos. Me masajee la cabeza dolorida. Solo las once de la mañana y ya me duele la cabeza. Me dirigí al despacho de mi jefe, que también estaba haciendo papeleo. Después de todos los años de trabajo aquí, nunca ne había tomado un día libre. El trabajo ne mantenía ocupado, y últimamente necesitaba distracción, ya que el vacío en mi corazón se hacía más grande. Así que mi jefe se sorprendió cuando pedí un tiempo libre y se sorprendió aún más cuando dije que no estaba seguro de cuándo volvería. Le explique que era una emergencia familiar, y me dio todo el tiempo libre que necesitara.
Me tomé el resto del día libre y volví a mi casa. Londres había sido mi hogar durante tantos años que casi me había olvidado de mi ciudad natal. Pero el palacio era el tipo de lugar que su intentabas olvidar, fracasabas. No perdí tiempo en reservar un billete y procedí a hacer la maleta. Se sintió muy raro volver después de tanto tiempo. Adonis, mi hermano mayor, mi modelo a seguir, me necesitaba, y eso era todo lo que tenía que oír. Adilah sonaba tan molesta que me dolió. Supongo que ahora ella también es de la familia, y soy un firme creyente en que la familia lo es todo.
Solo cinco horas después de recibir la llamada telefónica, me encontraba en el aeropuerto esperando el embarque de mi vuelo. Al mirar a mi alrededor, me di cuenta de que nadie me prestaba atención. Tal como a mí me gusta. Pero en cuanto aterrizaba en mi ciudad natal, todo el mundo sabía quien era. Todo el mundo querría saber donde estaba, y yo odiaba eso. Odiaba que ser de la realeza significara no tener ninguna privacidad. Era una de las cosas en las que Riley y yo estábamos de acuerdo. Cuando se fue con su pareja, nos dejó claro tanto a mí como a Adonis que eso era lo que quería. Riley anhelaba la vida normal y Adonis lo sabía. Nunca la detuvo, aunque le doliera. Nunca me detuvo cuando decidí irme.
Adonis sabía que no éramos felices, así que nos dejó ir y vivir nuestras vidas, pero ahora era el momento de volver. Para Adonis, mi hermano.
Las siete horas de vuelo pasaron demasiado rápido. Al bajar del avión, dejé escapar un suspiro y pasé a recoger mis maletas. Como se sospechaba, los ojos no tardaron en fijarse en mi. Las miradas de la gente se fijaban en cada uno de mis movimientos. Pronto se correría la voz de que había vuelto. Odiaba eso. No le había dicho nada a Adilah sobre cuando oensaba venir, que era la idea. Lo último que quería era que uno de los guardias estuviera allí para recibirme. En lugar de eso, cogí un taxi. El taxista seguía mirando por el retrovisor y yo suspiraba.
- ¿Pasa algo?- pregunté.
- Lo siento, señor, es que me resulta familiar.- se disculpó.
- Sólo conduzca.- suspiré.
Por suerte, hizo lo que le pedí. No le pedí que me dejara justo en el Palacio, sino a cierta distancia. Sinceramente, me sorprendió un poco que todavía supiera moverme por la zona. Aunque quería olvidar, parecía que no era capaz de hacerlo. El hogar es el hogar después de todo. Una vez que paramos, pagué al taxista y me dirigí hacia el hacia el palacio. Cuando lo vi, soltó un suspiro que ni siquiera me había dado cuenta de que estaba reteniendo. Un guardia me vio y se quedó con la boca abierta.
- Su Majestad, bienvenido.- rápidamente abrió las puertas y me hizo pasar.
No tardaron en llegar otros guardias y sirvientes, todos saludando y preguntando si quería algo.
- Su Majestad, finalmente ha regresado.- uno de los sirvientes mayores sonrió.
Me mordí la lengua y me limité a asentir. Maldito título real. Lo odiaba.
- ¿Damien?- llamo la voz familiar de mi hermana.
- ¿Riley?- caminé hacia ella.
- ¿Qué haces aquí?- preguntó.
- Lo mismo que tú, supongo.- miré al pequeño en sus brazos.
- Damien, te presento a William. Tu sobrino.- Riley me entregó al pequeño, que chillo de alegría.
- ¿Tuviste un hijo? ¿Y no se lo dijiste a nadie?- pregunté con incredulidad.
- Estaba viviendo mi vida. Además, si le decía a esta estúpida familia que estaba embarazada, ya sabes lo que habría pasado.- Riley se encogió de hombros.
Miré al pequeño William, que parecía fascinado con el palacio. Quien podría culpable, ahora parece más impresionante.
- ¿Adilah te llamó entonces?- cambie de tema.
- Si, dijo que Adonis realmente necesitaba el apoyo de sus hermanos.- Riley suspiró.
- ¿Y tu aceptaste?- me sorprendió.
- No parezcas tan sorprendido, Damien. Yo podría preguntarte lo mismo.- resoplo Riley.
- Vine porque pude sentir la verdad es su voz, además Adonis sigue siendo nuestro hermano.- respondí.
- Vine porque algo en el fondo de mi mente me seguía molestando. Tal vez fue Adilah, o tal vez fue el hecho de que Adonis nos necesitaba.- admitió Riley.
Le devolvi a William y le dije:
- Ahora que nos hemos saludado, hagamos una visita al verdadero protagonista.
Riley asintió y ambos nos dirigimos a ver Adonis. No fue difícil encontrarlo ya que su estudio era el mismo que había utilizado papá. Además, su olor era increíblemente poderoso. Nos percibió antes de que pudiéramos entrar porque sus ojos avellanas ya estaban clavados en los míos en cuanto entre en la habitación. Sus ojos parpadeaban con incredulidad, felicidad y tristeza. Mi mirada se fijó en la que me había llamado aquí. Estaba claro que era la pareja de Adonis; su presencia era muy fuerte. Adilah tenía esa dominación natural. Mi licántropo se alegró de que Adonis tuviera una compañera tan fuerte. No pude evitar admirar a la que le robó el corazón a mi hermano. Era impresionante, no podía negarlo. Sus ojos parpadearon hacia su compañero y sonrió. Wow, su sonrisa. Podría iluminar toda una habitación. Adonis me miró con incredulidad. Bueno, ya no hay vuelta atrás. Estaba aquí y tenía la intención de ayudar a mi hermano en lo que necesitara...

ESTÁS LEYENDO
Reina de los licántropos. (Libro 2)
Kurt AdamDamien Grey no se parece en nada a su hermano Adonis, no quiere saber nada de su linaje real. Pero cuando la reina Adilah lo llama, no tiene otra opción. Poco sabía él que conocería a Elodie, su verdadera pareja y el amor de su vida. Pero la han eng...