𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐈- 𝐃𝐞𝐬 𝐚𝐫𝐦𝐞𝐬 𝐜𝐨𝐦𝐦𝐞 𝐥𝐞𝐬 𝐡𝐮𝐦𝐚𝐢𝐧𝐬

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Gregory vio a sus compañeros. Clyde Donovan había estado consciente de toda la situación, acompañado de cierto miedo, tal vez por lo de hace un momento. Tweek parecía haber mejorado un poco, pero aún seguía sin color en su piel y temblaba; tal vez se le pasaría en unas horas.

Por otra parte, el mercenario aceptó irse con ellos. Parecía recoger algunas de sus pertenencias en un bolso bandolero, apagó con piedras y tierra el fuego de una pequeña fogata y posteriormente tomó una caja pequeña cubierta de un paño.

Gregory no se cuestionó demasiado, pero ¿dejaría la tienda de acampar y lo demás ahí?.

— ¿Dejarás el resto de cosas? — observó al mercenario voltear levemente y seguir el paso.

—Sí, solo lo había tomado prestado — Gregory alzó un poco las cejas y su boca se hizo una línea. Bueno, no lo cuestionaría más en eso.

Siguieron el paso por los senderos del bosque en silencio, escuchando solo el crujir de hojas y ramitas bajo sus pies, hasta llegar al auto. El cielo ya se había tornado de tonos azules oscuros que bailaban entre la niebla; probablemente sean las seis de la tarde, pensó Gregory.

Tweek tomó el lugar de copiloto y Clyde el de piloto, Thief se dispuso a lanzar al interior del auto su bolso y se sentó atrás de Clyde, por lo que Gregory se sentaría a un lado del mercenario, que ahora solo volteaba a las ventanas del auto.

En la mansión podrían discutir mejor sobre el trato y con suerte, averiguar un poco más acerca de ese sujeto. A pesar de todo, parecía confiable; esperaba que sus contactos le hicieran creer lo mismo.

También pensaba en donde alojarlo. Si viviría en sus aposentos, era necesario para él poder confiar en el mercenario, al menos que estuviese en el preciso momento en que pudiera necesitarlo.

El camino era largo, nadie creó una conversación, Tweek y Clyde a veces intercambiaban algunas palabras, el mercenario podría ser imprudente, pero en realidad era bastante de su gracia.

Pronto Tweek se dio cuenta de que se había relajado en su totalidad, miró hacia su cuerpo y vio que aún poseía la frazada que el mercenario le había aventado a la cara, no sabía cuál fue el motivo de su acto, tal vez por el nerviosismo de saber que podría haber osos fue demasiado para poder prestar atención; pensó en que se la devolvería después, la temperatura había bajado abruptamente, por lo que si la regresaba ahora terminaría pidiéndola nuevamente, y realmente aún no quería mostrarle la mirada a alguien que hace poco estuvo dispuesto a matarlo.

Recordó que ese mercenario estaba detrás de él, no sabía por qué, pero sentía que alguien lo miraba de forma repetida por pequeños y discretos momentos desde su dirección o tal vez, solo fuese su paranoia.

[...]

Al llegar a la mansión, Gregory indicó a ambos mercenarios esperar afuera, tenía algunas cosas que hablar con Tweek. Entraron al despacho rápidamente, cerraron las puertas y tomaron asiento como suelen hacerlo.

— Tweek, ¿me ayudarías a darle un lugar aquí al mercenario? Si soy sincero, no me gusta que haya demasiadas personas en la casa, mucho menos a alguien que no confía ni su nombre... Por lo que agradecería si es un sitio parcialmente alejado — Tweek, quien estaba doblando la frazada del mercenario, abrió por un momento los ojos más grandes de lo normal y miró a Gregory con algo en ella que parecía rogar, no hacer eso; sin embargo, quitó esa mirada casi de forma instantánea y se resignó a aceptar cerrando los ojos y suspirando, con el característico porte educado de Tweek.

Se estaba preparando para salir cuando escucharon el timbre de la mansión. Debido a que no esperaban a nadie, supusieron que era Cartman; no pudieron evitar poner una expresión de fastidio tan rápido con una mirada que casi rogaba piedad, soltaron al unísono un jadeo de frustración y cansancio. Se vieron y rieron.

WE BLEED THE SAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora