𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐈𝐕- 𝐋𝐞 𝐓𝐚𝐮𝐩𝐞

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Salió de su largo baño, tomó una bata y salió hacia su habitación. Se vistió con una camisa color melocotón pastel, un pantalón de talle alto negro y zapatos del mismo color, resaltando su esbelta figura. Acomodo su rubio cabello hacia atrás, cepillaba y formaba las características curvas de su cabello.

Una vez implacable vio por las ventanas de su cuarto, aproximadamente eran las cinco de la tarde. Se arregló bastante bien para un día que estaba a punto de terminar.

Salió al salón, dónde había dejado a Tweek, él cuál ya no estaba en la mesa; en realidad no lo buscaría en este momento.

Un pensamiento se alojó en su mente, su sable. Lo único que recuerda de él fue haberlo usado para desviar una bala, que por suerte solo daño a su sable y no a él.

Probablemente, estuviese en el auto.

Se dirigió al auto, tenía que ver su sable y al mercenario, ahora recordándolo.

El cielo tenía tonalidades moradas y azules, anunciando la pronta llegada del anochecer. Vio el encuadre de su auto con el paisaje en conjunto por un momento.

Camino y abrió la puerta del auto. Lo primero que busco fue su sable y lo encontró. Al desenvainarlo, vio el mango flojo, algunas abolladuras en los bordes y la punta rota. Su repentina ira fue suficiente al aventarlo al jardín seguido de la vaina, con furia.

Había olvidado al mercenario. Miró, rápidamente al fondo, aun con la persistente furia de ver el estado de su sable, y se percató de que no había nadie adentro. Salió del auto, azotando la puerta rápidamente. Tenía que buscar a ese sujeto; iría a buscar a Tweek para preguntar si había visto algo.

Al caminar, encontró a Tweek sentado y dormido sobre sus piernas, con una frazada, al pie de las escaleras de la entrada de donde se hospedaron los mercenarios; probablemente ahí estuviesen los heridos.

— Tweek, toma tu baño y ve a descansar a tu cama. No deberías estar aquí, ya has hecho suficiente... — dijo Gregory, mientras sacudía levemente el hombro de Tweek. — ¿Has visto al sujeto dentro del auto? — Añadió a su último comentario al ver a su socio despertar.

Tweek recordó el enojo que tenía hace un momento.

— No. Iré a tomar mi baño, permiso amigo. — dijo Tweek de una forma sensata, censurando su enojo.

Tweek se dirigió a la casa en el apartado que le correspondía. Para él era a veces un poco mala o inadecuada la forma en la que Gregory podía manejar las cosas. La desconfianza que tenía del sujeto que Gregory había traído, aún prevalecía en él; tal vez se dejaba llevar por las primeras impresiones, pero vaya primera impresión. Le sorprendía la confianza que Gregory estaba depositando, aunque no era algo nuevo de él.

Gregory, vio a su amigo alejarse. Empezaba a notar su comportamiento.

Estaba enojado y casi podía reconocer los motivos. Tweek solía tener la moral un poco más elevada a la suya. No lo juzgaba; a veces eso era útil, ya que hacía que Gregory tomara las cosas desde otra perspectiva. Podría también ser molesto en unas ocasiones, pero era lo de menos.

Buscaba con la vista lugares donde ese sujeto pudiera estar, esperando que no haya escapado del lugar.

Después de buscar por los alrededores fue hacia los árboles y arbustos, dónde efectivamente se encontraba ese tipo... durmiendo.

Usaba una raíz sobresaliente de un árbol como almohada, su desgastada capa no dejaba ver nada de nuevo y se aferraba a la pala. Durmiendo de lado y extendido, parecía estar cómodo a su manera.

WE BLEED THE SAMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora