Más cerca

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Había conseguido distraerse con Greta. Se sentía de buen ánimo luego de practicar con la espada y había olvidado tanto al chico de cabello negro como al rubio que en estos momentos se encontraba alojado en el castillo.  Sentía la suficiente inspiración como para comenzar a pintar algo. Pero en cuanto llego a su estudio su buen humor se esfumó. Desde distintos lugares lo miraban cientos de ojos negros.

Mierda, había olvidado que todo lo que he pintado últimamente tiene que ver con él. Con ese pequeño cretino que no valora ni mis sentimientos ni mi arte.

La furia comenzó a invadirlo. Necesitaba descargarse un poco, estaba enojado con su ingrato prometido, con su indiferencia con él. Formo una bola de fuego en sus manos y la arrojo al cuadro de Yuuri más cercano. Siguió con cada uno de ellos, parto algunos con las manos, rasgo en trozos otros con la espada. Cuando se sintió más calmado se dejo caer en medio de los montones de cenizas y escombros.

Reprimió un sollozo.

-        Valla, pero que espectáculo. – la voz venia de la puerta. De la alta figura rubia que claramente se divertía.

-¿Qué se supone que haces aquí? – interrogo el joven.

- bueno tu hermano me invito a quedarme por supuesto.

- pero este es mi estudio – objeto el muchacho mirando tristemente a su alrededor.

Adalberto asintió. – lo que queda de el al menos – tomo un trozo de entre los escombros y lo observo.

Wólfram observo como los ojos de su acompañante cambiaban conforme a sus emociones, sorpresa, comprensión y finalmente furia. El hombre lo miro, mientras seguía sentado entre sus destrozos y se dirigió hacia el.

-        No te hagas esto muchacho – dijo mientras le aferraba un hombro.

-        ¿ que es lo que tu sabes de esto?- le espeto

-        Más de lo que crees.

El joven observo como el orgulloso mazoku se dejaba caer a su lado.

-        Me fui de aquí porque cada lugar era doloroso. En cada pedazo de este lugar sentía la esencia de Sussana Julia.  Ella también pintaba.

-        Ella fue mi maestra. Le apreciaba mucho.

-        Lo se. Pero por lo visto no te enseño muy bien la forma de pintar – bromeo.

Wólfram sonrió. – todos dicen que no tengo talento, sin embargo no me interesa lo que otros piensen, yo no pinto para complacerlos.

-        Esa es la actitud chico. –dijo Von Grantz revolviéndole el pelo.

-        ¿podrías dejar de hacer eso? Es molesto - dijo apartándose.

Se quedaron en silencio un rato. Pero el momento no era incomodo, de alguna forma wólfram se sintió a salvo. Quizá porque reconoció mucho de su carácter en aquel personaje.

-        ¿Volverás a tierras humanas después de este viaje?.

Sir Grantz se sorprendió por la pregunta. – no, planeo quedarme en mis tierras, ya estuve mucho tiempo afuera y es tiempo que revise como le van las cosas a mi padre. Pero creo que volveré eventualmente, estar quieto es un poco difícil.

-        También solía pasar más tiempo fuera con mis soldados, aunque nunca me aleje de estas tierras, el solo hecho de sentirme alerta y preparado para cualquier... - soltó un suspiro. – extraño eso.

-         Podrías salir más de aquí, creo que solo sales cuando persigues al Maou por todo el continente.  

El mayor tomo una mano de Wólfram y la apretó. Cuando este no la retiro entrecruzo sus dedos. Se sentía nervioso.

-        Creo que Yuuri planea romper el compromiso – soltó de pronto.

-        ¿Cómo lo sabes?

-        Por la actitud de compasión de mis hermanos conmigo. Por lo nervioso que esta Yuuri cuando se habla del compromiso.

-        ¿y aun así estas aquí? Quizá sería bueno que te alejaras un poco.

Wólfram se sintió cansado, se había dicho lo mismo muchas veces. Siempre ponía excusas sobre sus razones para abandonar el castillo. Se recostó contra Adalberto dejando reposar su cabeza sobre uno de los anchos hombros de este.

-        No me creo capaz de alejarme. Siempre podría ir a las tierras de mi tío. Pero la última vez no salió muy bien.

-        Pero el Maou fue a buscarte –objeto Von Grantz- y reanudaron su compromiso.

-        Yo lo hice la verdad, solo me aproveche de la ocasión, de todas formas se que fue a buscarme porque confundió el que abandonara el castillo con que estaba molesto con el por no cederme el trono. Esas nunca fueron mis intenciones. Si me conociera un poco lo hubiera entendido.

 Adalberto caviló sobre esta información. El que el orgulloso Mazoku le estuviera contando sus intimidades le sorprendía. Pero tenía un sentimiento cálido en su interior.

Escucharon pasos por el pasillo y rápidamente se separaron. Ninguno de los dos entendió porque sentían que lo que estaban haciendo era malo. Al fin y al cabo solo era una conversación. Bastante privada pero solo conversaban.

Antes de apresurarse a la puerta Wólfram susurro.

-Gracias por lo de aquella vez

El de ojos azules no respondió, no podía decirle nada, y aunque lo hubiera querido la rapidez con la que se escabullo el chico no se lo hubiera permitido.

Conrad apareció en la puerta.

-        ¿Tuviste alguna pelea con mi hermano, Adalberto?

Para nada. Solo llegue aquí en el momento menos oportuno. Ese chico sí que tiene un carácter explosivo.

Demonio de fuegoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora