11 - ¿Y si te exponen?

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Barbra.

Me muevo sobre la cama, todavía con ganas de seguir en mi siesta, pero debo hacer algunas cosas antes de irme a Francia. Aunque probablemente no salga, porque si me vieron anoche en ese evento, no quiero imaginar si me ven en la calle hoy en la mañana. No estoy para responder preguntas. Volver hacer aún más grande el escándalo. Por los momentos que se queden con la poca información que di.

Me giro con suavidad en la cama y con mi mano busco a Travis, pero al sentir que no está en su lado, enseguida abro los ojos y confirmo que ya se levantó. Así que probablemente ya se haya ido o esté desayunando. Doy otra vuelta en la cama, presionó mi rostro contra la almohada suave, después sin perder más tiempo decido levantarme e irme al cuarto de baño.

Cuando termino salgo y cruzo al closet para colocarme uno de mis vestidos frescos y disfrutar del sol y la piscina el día de hoy. Me retiro de la habitación y me voy escaleras abajo para ir a la cocina y preparar algo para mi desayuno. Cuando entro veo a Travis con el ceño fruncido mientras verte café dentro de una taza y a su lado ya tiene el desayuno listo. Puedo ver qué hay para dos. Viste un pantalón oscuro y una camisa blanca mangas largas que le queda ceñida y le hace ver perfectamente sus hombros anchos y sus brazos gruesos. Me pregunto si sus empleadas lo miran de la forma en que yo lo veo. Sexy y cada día más provocativo.

Probablemente sí. De tan solo míralo así; distraído, impecable y serio. Me hace mojar.

Al ver que me acerco, sus ojos se posan sobre mí y me recorre con su mirada azul, mientras desliza una sonrisa dulce y luego humedece sus labios.

—Buenos días, amor —me acerco y sujeto sus mejillas para darle un corto beso en sus labios y después sonrío mirándolo a los ojos.

—Buenos días, amor —suelta la taza de café que tiene en la mano y agarra mi cintura con sus manos, impidiendo que me separe de él.

—¿Me hiciste el desayuno? —levanto mis brazos y rodeo su cuello.

—Ventajas de vivir con Travis Masson —curva sus labios y luego hunde su rostro en mi cuello, para dar un beso allí—. Te follo duro y te hago comida.

Sonrío al sentir sus suaves labios, besar en esa zona provocando un cosquilleo. Pero me gusta. Me encanta esa manera dulce que tiene de tratarme solo y exclusivamente a mí.

—Tengo suerte entonces —acaricio su cabello.

Travis aleja su rostro de mi cuello y me mira de nuevo.

—Yo también la tengo, aunque a mi mujer le gusta dormir mucho —dice con diversión, luego vuelve a acercarse y presiona sus labios contra los míos con suavidad. Después se aleja y me observa—. Pero no me molesta consentirte. Eres mi reina.

Deslizo una sonrisa suave sintiendo como mi corazón rebota en mi pecho por sus tiernas palabras. Cómo me encanta este hombre.

—Te amo —pronuncio mirándolo y le doy otro beso en los labios.

—Yo más, cariño —da una nalgada en mi culo, pegando mi cuerpo al de él.

—Si no vienes al almuerzo me voy a molestar —le advierto, dedicándole una mirada dura—. Voy a preparar una rica comida.

—Por supuesto que vendré —asegura mirándome.

Afirmo.

—Ya lo sabes, te voy a esperar —bajo mis manos a sus anchos y fuertes hombros, luego le doy un apretón suave—. Nada del típico «voy a comer con unos amigos» —refiero imitando su voz gruesa, aunque no me sale tan a la perfección, lo intento.

Travis ríe por la imitación barata que hago de su voz.

—Lo digo en serio, Barbra Isabella —vuelve a dar otro manotazo en mi nalga, haciéndome soltar un jadeo—. Ahora vamos a desayunar, porque se me hace tarde —refiere, pero no me suelta. Y siento como su mano entra por debajo de mi vestido y sus ojos azules me miran con un brillo que ya conozco.

Pasión Y Deseo [02]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora