Barbra.
Bajo la mirada hasta el fuego que genera la chimenea y luego me doy la vuelta para irme detrás de él y subir junto a la camioneta. El resto del camino la pasamos en silencio, ninguno de los dos pronuncia alguna palabra. La verdad es que me encuentro muy concentrada en recordar algo, pero por más que lo intento no puedo memorizar nada. Presto atención a mi alrededor cuando la camioneta se detiene. Elevo la mirada y puedo ver la alfombra roja extenderse hasta la entrada y a varios reporteros esperando para tomar fotos.
La prensa siempre está con sus narices en todos lados.
—Bien —miro como los flashes se disparan contra la mujer y el hombre que se encuentran recorriendo la alfombra en ese momento—. La verdad no estoy preparada para esto. No lo veía venir —espeto, ya irritada—. Creo que estaba tan en paz en Francia que se me olvidó por completo esta parte de estar en Estados Unidos.
—Es el problema de haber sido figura pública, Barbra. Deberías estar acostumbrada —comenta Travis mirándome.
—Me van a inundar de preguntas y por supuesto, al ver que luego de un año sin que me hayan visto un pelo en Estados Unidos y me vean nuevamente en este evento y entrando contigo de la nada, van a preguntar sobre nosotros —hago una pausa y respiro profundo—. No me gusta hablar de mi vida privada y tampoco quiero responder el porqué me fui del programa. Porque es una de las preguntas que me van a hacer.
—No hiciste nada malo —niega mirándome fijo—. Y el que seas tan conocida te lo has ganado tú. Y si nos ven juntos, que piensen lo que quieran.
Lo miro fijamente por unos segundos y después libero un suspiro y no agrego nada. Ron sale de la camioneta, la rodea y abre la puerta trasera.
—No respondas nada si no te sientes cómoda haciéndolo —aconseja Travis mirándome.
Afirmo una sola vez.
—Nunca debí trabajar en ese maldito canal —refiero disgustada.
Travis baja y luego extiende su mano hacia mí, la tomo y apretándole con fuerza baja de la camioneta. No pasan muchos segundos cuando los flashes de las cámaras se disparan contra mí y por supuesto, el hombre que me acompaña. Lo que ocasiona que casi me quede ciega. Pero, hago lo que hacía antes cuando iba a esos eventos y ocurría lo mismo. Levanto el rostro y segura de mí misma, expando mis labios creando una sonrisa alegre dándoles la cara a todos y escuchando sus preguntas.
¿Cómo ha estado señorita Evans? ¿Dónde ha estado? ¿El señor Masson y usted están en una relación? ¿Volverá al programa? ¿Habrá otra temporada de Tu Cocina En Casa? ¿Es su esposo? ¿Por qué Nolan Klein dice que usted se fue sin avisar? ¿Pasó algo con ustedes? ¿Sucedió algo con el canal? ¿Qué opinó Frank Klein sobre este asunto?
—¿Es cierto que usted fue quien denunció a Jeff Hardy aquella noche en la fiesta que estuvo haciendo en su mansión? —pregunta una mujer de la nada y bloqueando mi camino.
La miro fijamente y me detengo. Travis también lo hace y sin soltar mi mano me mira en silencio y luego se acerca a mi oído.
—Sé cuidadosa —susurra. Se aleja y me mira fijamente con sus ojos azules.
Afirmo también mirándolo.
Travis suelta mi mano y da varios pasos lejos de mí.
Miro a la mujer con firmeza y elevo mi mentón.
—No lo niego —respondo con una sonrisa genuina.
La mujer castaña acerca el micrófono nuevamente hasta sus labios.
—¿Entonces es cierto todo lo que sucedió esa noche? —pregunta ella y acerca el micrófono hasta mí una vez más.
—Es cierto —respondo con seriedad y con una expresión neutra sobre la cámara.
—Muchos dicen que usted se fue luego de ese acontecimiento ¿Nolan Klein la despidió por esa razón?
Me quedo en silencio por unos segundos y sonrío aún más.
—Es correcto, el señor Klein me despidió por esa razón.
—¿Entonces él está mintiendo? ¿No es cierto que usted se fue del canal sin decir nada?
—No. Nolan Klein me despidió porque él protege a los de él, cueste lo que le cueste y yo apenas estaba iniciando —repito a la perfección todo lo que él me dijo ese día—. Ahora no tengo nada más que decir —respondo con rapidez y antes de que vuelva a hacer otra pregunta me retiro.
—Lo hiciste bien —comenta Travis sarcástico y en voz baja.
Al llegar a su lado encadeno mi brazo al de él para comenzar a subir las escaleras y subir hasta la puerta de entrada.
—Yo nunca agarré el millón de dólares que Nolan me entregó para quedarme en silencio —le respondo—. Yo nunca le dije que me quedaría callada, solo lloré. Y esta vez no lo haré.
—Me parece bien —comenta Travis a mi lado con una especie de sonrisa satisfactoria en sus labios—. Ahora acabas de exponerlos a todos. Sí que eres cuidadosa, Barbra.
No respondo y también sonrío.
—Ya no soy la misma que antes.
Al entrar al lugar se puede escuchar música movida y de moda. El sitio está repleto de gente con sus mejores trajes, los cáterin de aquí para allá con sus bandejas llenas de Champán, Whisky y otros con comida. El bullicio de las personas se escucha y las risas también acompañan la habladuría. Todo es en color dorado y azul marino metalizado. El sitio es grande y de varios pisos, razón por la cual se puede ver gente por todos lados.
Junto a Travis me desplazo por el amplio y elegante salón. En una de las tantas mesas que hay, Travis y yo nos dirigimos hacia una que está casi al final del salón. Allí se puede ver a Taylor, el padre de Travis y otras dos personas que no había visto. De camino a esa mesa puedo sentir la mirada de algunas personas sobre mí y puedo ver a varios rostros conocidos. Cuando llegamos a la mesa, el señor Taylor de inmediato se levanta y me mira con una sonrisa.
—¡Pero qué sorpresa! —espeta mirándonos y con una sonrisa en su boca.
—Que bueno verte, papá —dice Travis mirándolo.
—Hola, hijo. Que bueno verte nuevamente —lo saluda su padre y después desvía su mirada hasta mí.
—Buenas noches, señor Taylor. Me agrada volver a verlo —habla sonriente.
—Barbra Evans… —pronuncia con una pequeña sonrisa—. Cómo no recordar ese rostro y ese nombre tan llamativo —Taylor extiende su mano para mí.
—Tampoco me he olvidado del suyo —respondo sonriente y sujeto su mano para luego estrecharla.
—Como siempre mi hijo con tan buenos gustos —dice y soltando mi mano y nos lanza a Travis y a mí una sonrisita coqueta.
No respondo y mirándolo solo sonrío.
—Mis gustos siempre han sido más que mejores, padre —refirió Travis observándolo con una sonrisita.
Taylor ensancha sus labios lentamente y luego me mira.
—Una vez más lo puedo certificar —me sonríe con amabilidad y después dirige su mirada hasta mí—Señorita Evans, le presento a la familia Coonor; Vivian y a su esposo Steve —presenta el señor Masson.
La mujer castaña, de estatura baja y la cual usa un vestido elegante de color rosa, se levanta de su asiento y seguido de ella, el señor alto de esmoquin y cabello rubio oscuro está a su lado.
—Jamás olvidaría ese nombre —agrega la mujer con una amplia sonrisa emocionada y acercándose me ofrece su mano—. Un gusto conocerla, señorita Evans, no sabe lo tanto que me encantaba su programa.
Mirándola deslizo una sonrisa y sujeto su mano.
—Encantada de conocerte, Vivian —refiero saludándola.
—Un gusto, señorita Barbra —esta vez quien estira su mano para mí es el señor Steve, quien me regala una sonrisa.
De inmediato la agarro y la estrecho, también dedicándole una sonrisa.
—Mucho gusto, señor Coonor —respondo de vuelta y liberando su mano.
—Por favor, tomen asiento —pide Taylor, señalando los dos únicos asientos libres que están en la mesa. Al parecer eran para nosotros.
Travis se acerca a una de las sillas y las rueda para mí, así que dedicándole un sonrisita suave, me siento en la silla acolchada y luego él toma asiento en la silla vacía que hay a mi lado.
—¿Y cómo has estado, Travis?, nos enteramos de que ya no vives en Boston —comenta Vivian mirándolo y luego agarra una copa de champaña.
—Sí, desde hace un año, estoy en Francia —le responde Travis, quien agarra una de las botellas de champagne que reposa frente a él—. Decidí irme a vivir allí —informa y sirve Champagne dentro de dos copas.
—¡Oh! Eso está bien —responde la mujer, con una sonrisa y mirándolo.
—Varios conocidos han hablado maravillas de los restaurantes que están en Francia —comenta el señor Steve mirando a Travis.
Travis me entrega una copa de vino y la otra la deja para él.
—Me alegra saber de las buenas referencias —comenta Travis dedicándole una expresión de agradecimiento al señor Steve.
—Preparaste muy bien a tu hijo —comenta Vivian mirando al señor Traylor—. Eso hace un buen padre.
Traylor le obsequia una sonrisa amable de labios apretados y afirma.
—Así es —responde él lanzándole una mirada a Travis—. Estoy orgulloso de mi hijo.
Travis lo mira y asiente una sola vez.
—Gracias, papá.
—¿Volverá al canal, señorita Evans? —pregunta la señora Vivian, mirándome con atención y a la espera de mi respuesta.
La miro y le sonrío, ya que su pregunta me agarra desprevenida.
—No —respondo y expreso una ligera sonrisa—. No creo que regrese.
—¿Tuviste problemas? —Steve frunce el ceño—. Digo, apenas era la primera temporada y el canal era muy bueno. Lo hacías de maravilla.
—Sí, era la primera temporada…
—Pronto se van a enterar, ¿cómo están sus hijos? —interviene Travis de inmediato para cambiar el tema, algo que por supuesto me da alivio y le agradezco—. Escuché que su hija se casó.
—Sí, sí. Ya hace un año —responde Vivian—. Ya dio a luz a su pequeño.
—Estamos orgullosos por nuestra hija —agrega Steve.
—Sí, Regina se veía radiante el día de su boda —responde Taylor mirando a la pareja.
—Felicidades, lamento no haber asistido —comenta Travis, quien con tranquilidad toma un trago de su bebida.
La conversación continua y la comida no tarda en llegar a la mesa. Entre historias de todo tipo y risas por las ocurrencias de los hombres de la mesa, las horas pasan. Al escuchar que mi teléfono suena, enseguida lo saco de entre la cartera de mano que llevo y reviso las notificaciones. De tantas que hay, me dirijo a un correo electrónico que ha llegado a mi Gmail. Veo que es un correo que jamás he visto y verifico de inmediato. Al ver que me han enviado la copia de aquel viejo video que Cedric hace tiempo atrás difundió en el grupo, junto mis cejas y veo que debajo de este se encuentra una nota:
¿Se te olvidó tu silencio?
—Nolan.
La rabia me recorre de inmediato al ver su amenaza y enseguida comienzo a mirar a mi alrededor tratando de conseguirlo en el lugar. Sé que lo ha hecho porque quiere molestarme por lo que acabo de decir.
—¿Has visto a Nolan Klein? —interrogo en voz baja para Travis.
Travis enseguida voltea a mirarme y la sonrisa que hay en sus labios desaparece al ver mi expresión.
—No, ¿Por qué? —inquiere serio.
Lo observo a sus ojos y le entrego mi teléfono, el cual él agarra y mira. Me levanto de la silla y trato buscarlo con la mirada, pero después de algunos segundos choco con su mirada y lo veo de pie cerca de uno de los balcones que está en la parte de arriba y ya él se encuentra mirándome con una expresión sombría y endurecida.
—Ya vuelvo —le digo a Travis y sin perder tiempo, con pasos fuertes me comienzo a acercar a donde él se encuentra, siempre con la mirada puesta en él.
Me desvío a las escaleras que están a mi lado izquierdo y comienzo a subir con cuidado, pero decidida a enfrentarlo. Al llegar a la segunda planta logro verlo y él se gira también observando, así que en cuanto llego y me detengo frente a él, no tarda en hablar.
—Pensé que no te volvería a ver jamás —es lo primero que sus venenosos labios responden al verme y con desprecio me mira de pies a cabeza.
—¿Se te olvida que tenemos algo pendiente? —hablo con firmeza y mirándolo directo a sus ojos.
—¿En serio vas a hablarme de esa forma, Barbra? —refiere sin quitarme la mirada de encima—. En la situación en la que estás, yo siendo tú, me quedo callada. Tengo todas las ventajas sobre ti.
Sonrío lentamente.
—Yo jamás me volveré a quedar callada, Nolan —le informo esta vez con voz cortante—. Me imagino que estás así por todo lo que dije a la reportera, ahora muchos tienen de qué hablar sobre ti, ¿no? Y eso te molesta.
—Ya las noticias dieron a conocer lo que acabas de decir y ya muchos están hablando sobre lo injusto que fui contigo y que soy el malo de esta historia —refiere con voz endurecida—. Todos hablan de tu regreso —comenta molesto—. Y te seré sincero, no sabes cuanto detesto volverte a ver.
—Pero, es cierto. Tú eres el malo, Nolan —le recuerdo—. Tú fuiste quien me amenazó y me intentó cerrar la boca con tu maldito dinero, pero, ¿sabes qué? —doy un paso cerca de él y lo miro a sus ojos—. Se te olvida que nunca acepté ese millón de dólares y nunca te dije que estaría dispuesta a guardar silencio.
Endurece su mandíbula y eleva su mentón mirándome con superioridad.
—¿También recuerdas que tengo ese video? —comenta—. Te dije que te expondría, Barbra. En este mundo todo es así. Tú hablas, yo hablo.
—¿Y por qué no lo haces, Nolan? —lo miro con burla—. No tienes las bolas, porque es así, si tú hablas yo hablo —retrocedo lejos de él.
—Barbra, vámonos —escucho la voz de Travis detrás de mí.
—¡Oh! Mira —Nolan lo mira—. El señor Masson, uno de los empresarios más exitosos de este país. También está corriendo el rumor de su relación por las noticias —Nolan esta vez me mira—. Así te gustan, ¿no, Barbra? Con poder, al saber que antes eras nada, por supuesto que te conviene un hombre adinerado, ¿no? —sonríe con burla—. ¿Me pregunto cómo lo engatusaste? —vuelve a mirar a Travis—. Por cierto, Travis ¿Sabías que era una puta antes de que se volviera una mujer tan respetada y conocida?
Odio cuando me llaman de esa forma y, sé, que Travis también lo detesta.
Detrás de mí escucho el gruñido de Travis y luego sus pisadas apresuradas y fuertes. Lo veo pasar por mi lado y detenerse frente a Nolan. No me molesto en agregar algo y me quedo quieta en mi lugar.
—¿Te gusta Barbra?, Dime, ya que todavía guardas ese maldito video —expresa molesto. Después libera una risa burlona y levanta sus manos para sujetar a Nolan del cuello de su camisa—. ¿O eres un maldito marica?, ¿uh? ¿Tienes algo con Jeff, que tanto lo defiendes? Deja que enfrente lo que le hizo a Barbra —hace una pausa y vuelve a hablar—. No sabes nada de ella y tampoco es una puta, como lo dices tú. Eres tan poco hombre que no te atreves a arreglar tu problema de manera decente e intentas callar a Barbra, ya que no quieres que ella haga explotar y hacer saber las porquerías que has hecho —Travis lo empuja lejos de él—. Sé un hombre y enfrenta lo que hiciste.
Nolan endureciendo su mandíbula y me observa.
—Tienes quien te defienda, Barbra —refiere y vuelve a mirar a Travis—. Y veo que Masson está al tanto de lo sucedido —refiere con cierta irritación.
Travis se acerca y se detiene a mi lado, luego lo observa con el entrecejo fruncido.
—No sabes nada de nosotros, Nolan —expresa Travis con voz gruesa—. No sé qué mierda harás tú cuando todo salga a la luz, pero Jeff Hardy va a pagar por haber tocado a Barbra —sentencia—. A mi mujer nadie la toca y si algo le sucede, te voy a destruir. Te has equivocado de mujer, Nolan Klein —dice con voz gélida y completamente segura.
Miro fijamente a Nolan y ligeramente separo mis labios.
—Ya volví, Nolan —refiero con voz clara y firme.
—Veamos quien gana, Barbra —refiere Nolan mirándome y luego pasa por mi lado alejándose de nosotros.
Enseguida miro a Travis y él hace lo mismo.
—Quiero irme —comunico.
Aún en su rostro y su mirada, puedo notar la ira reflejada.
—Sí, por supuesto, —contesta.
Encadeno mi brazo al de él y juntos no bajamos de aquel piso. Al momento de salir sucede lo mismo. Lo pocos camarógrafos que hay empiezan a tomar sus fotos, pero gracias al cielo Ron espera por nosotros y los dos entramos a la camioneta.
—Ten —Travis me entrega mi teléfono.
Extiendo mi mano y lo tomo, pero no digo nada.
—¿Estás bien? —me pregunta con su habitual voz sosegada, mientras me mira.
Observándolo, me deslizo del asiento y me acerco a él.
—Gracias por estar conmigo —refiero mirándolo a sus ojos con mucha seriedad.
—Siempre lo voy a estar, Barbra —comenta y levanta su mano para rodear mi cintura—. Me molesta que intente atacarte de esa manera.
Afirmo y con suavidad lo abrazo, luego dejo caer mi cabeza en su pecho, sintiendo su brazo rodear mis caderas.
El transcurso del camino a casa lo pasamos en silencio. Al llegar a la mansión los dos entramos. Las luces se encendieron de inmediato alumbrando todo el lugar. Giro mi rostro y volteo a mirar a Travis, el cual se encuentra más serio de lo habitual y también muy pensativo. No sé si es a causa de lo que acaba de suceder. Con una suave sonrisa me detengo frente a él y sujeto sus manos mirándolo a sus ojos.
—¿Nos duchamos juntos? —le regalo una sonrisa—. Prepararé la tina —refiero y agarrando sus mejillas, me inclino y aproximo, para dejar un corto y rápido beso en sus labios.
Travis se mantiene serio y asiente. Decido girarme para irme en dirección a las escaleras y subir. Pero antes de que ponga mi pie en el primer escalón, Travis habla.
—Barbra Isabella, necesitamos hablar —pide con severidad y dando unos pasos hacia mi dirección se detiene detrás de mí—. Te dije que hablaríamos al llegar —recuerda.
De inmediato me detengo al escuchar lo que pide y la manera seria en la cual lo hace. Su voz realmente me acaba de preocupar. Así que me doy la vuelta y lo observo. Tan solo de mirar esa expresión tan fruncida, me hace pensar que en realidad algo malo está pasando.
—¿Sucede algo? —refiero también con voz seria y estrechando mis cejas.
—Si —responde.
—Te escucho, Travis.
—Ayer, cuando llegaste ebria de tu reunión de amigas, me dijiste algo que me dejó pensando —refiere juntando sus cejas y sin apartar su mirada de mí—. Así que me gustaría saber si es cierto.
Arrugo mis cejas.
—¿Algo como qué? —pregunto pensativa y tratando de hacer memoria, pero me es imposible cuando en realidad estaba algo pasada de tragos. No recuerdo nada.
—Algo sobre… Un embarazo —refiere interesado.
Mierda. Realmente debo dejar de beber de esa manera tan descontrolada.
Lo miro a los ojos, pero no digo nada, me giro y me apresuro a subir las escaleras. Huyendo. Camino a la habitación, la verdad no sé porqué estoy huyendo, sé muy bien de lo que Travis habla. Estoy consciente que quizás sea el momento de que se entere, pero ese es el problema. Me duele recordar todo lo que viví. Y si lo habló con él, lo voy a revivir nuevamente. Cuando entro a la habitación, me detengo justo frente a la ventana, mientras observo la luna a través del vidrio y me preparo para poder hablar. Travis por supuesto me sigue, justo en ese momento dando pisadas fuertes entra.
—No me ignores, Barbra Isabella —habla con voz molesta detrás de mí.
No te estoy ignorando, me estoy armando de valor para decirlo todo.
No me muevo y sigo en mi lugar.
—¿Estabas embarazada? —pregunta con mucha seriedad.
Trago grueso y cierro los ojos, pero no le respondo.
—¿Te fuiste embarazada cuando terminamos? —vuelve a preguntar.
Esta vez decido girarme y mirarlo a la cara. Puedo notar en su mirada azul que se encuentra disgustado.
—Sí, Travis —confieso y luego trago grueso mirándolo a sus ojos fijamente—. Quedé embarazada y fue la última vez que estuvimos juntos.
Me mira y hace un silencio estrechando mucho sus cejas y frunciendo sus labios. Puedo ver su rostro enrojecer a causa de su enfado por mi confesión. Da tres pasos hacia mí y al digerir lo que yo digo, se detiene y habla.
—¡Quedaste embarazada de mí y no me lo dijiste! —inquiere molesto.
No le respondo y sintiendo como mis ojos arden y se cristalizan lo observo.
—Me gustaría saber, ¿qué sucedió? —exige de inmediato.
Bajo la mirada y separo mis labios, pero antes de hablar me tomo mi tiempo para responder a todas sus preguntas.
—Yo… —levanto la mirada para encontrarme con sus ojos—. No pude… —niego lentamente, sintiendo de inmediato como las lágrimas escapan de mis ojos—. Lo intenté, Travis, pero no pude —niego y simplemente me rompo frente a él.
Travis me mira fijamente y se puede notar en sus ojos la impresión y nostalgia al escuchar mis palabras.
—¡¿Por qué no me lo dijiste, Barbra?! —refiere levantando la voz. Hace una pausa y me mira como si de un monstruo se tratara—. ¿Abortaste? —su voz sale baja y ronca.
—¡Dios, no! —contesto de inmediato—. ¡Yo no hice eso!
—¡¿Entonces qué sucedió con el embarazo?! —realiza una pausa—. ¡¿Por qué no me dijiste que iba a tener un hijo?! —cuestiona con impaciencia.
—¡¿Qué querías que te dijera, Travis?! —alzó la voz mirándolo—. ¡¿Qué te llamara y te dijera: Hola, Travis. Perdón por molestar, pero te llamo para decirte que acabo de abortar a nuestro hijo?! —hago una pausa—. ¿Decirte que no puede hacer nada? —expresó mirándolo con lágrimas en los ojos—. Si no las había tenido para decirte después, mucho menos tenía la fuerza para decírtelo en ese momento.
—¡Tenías que habérmelo dicho en cuanto te enteraste de que estabas embarazada! —alza la voz mirándome molesto—. ¡No me hubiese molestado en agarrar un avión y viajar a otro continente para verte! —vocifera—. ¡Debiste decírmelo, maldita sea!
Hago una pausa y lo observo.
—De esa manera me enteré, Travis. Créeme que no es agradable hacer algo por ti sola; después que abres tus ojos en medio de la noche, con fuertes dolores y la cama manchada de sangre. Y que después que despiertas, te das cuenta de que estás en la habitación de un hospital, débil por tantos medicamentos en tu organismo para salvar tu vida, y que un hombre te diga que acabas de perder una parte de ti —trago y esnifó calmándome un poco y tratando de estabilizar la respiración—. Y no te imaginas lo tanto que me dolió, porque si me hubiese enterado mucho antes, quizás todo hubiese sido diferente —hago una pausa y tratando de no ahogarme con mis propias lágrimas—. Créeme, que volver hablar del asunto, me duele —musito, secando mis mejillas con el torso de mi mano y tratando de estabilizar mi respiración entrecortada.
Travis suaviza su rostro y me mira perplejo, para después con pasos lentos acercarse hasta mí. Al detenerse sujeta mis mejillas con sus grandes manos y me mira directo a los ojos.
—Lo lamento. Yo no quise hacerte sentir mal —refiere con suavidad y desliza con suavidad la yema de su pulgar para secar mis lágrimas—. No debí hablarte de esa manera.
—De igual manera tenías que saberlo, Travis —refiero con voz baja y un poco más calmada.
Me mira en silencio, así que aprovecho y me acerco hasta él.
—Solo quiero que sepas, que si quería tenerlo, Travis —confieso—. Sin importar nada. Sin importar lo que sucedió entre nosotros, yo sí quería tener a ese bebé —refiero con voz quebrada y volviendo a sentir las gruesas gotas de lágrimas, salir por mis ojos y resbalar por mis mejillas. Siempre manteniendo la mirada sobre sus ojos azules claros.
Travis deja salir un suave suspiro y después se aproxima y con delicadeza y comprensión rodea mi cuerpo con sus fuertes brazos, abrazándome de manera gentil y dulce. Y eso me hace sentir tan débil y pequeña.
—El saber que casi pierdes la vida, me destroza, Barbra —refiere mientras me abraza con fuerza—. Me necesitaste y no estuve. Ahora viviré con eso el resto de mi vida.
—Se me olvidó tomarme esa pastilla —hago una pausa y sollozo—. Si lo hubiera hecho, no hubiese pasado —pronunció con suavidad y con mucha fuerza lo abrazo, sintiendo su olor y desvaneciéndome. Dejo caer mi cabeza entre su pecho y sin vergüenza, por verme vulnerable entre sus brazos, dejo que las lágrimas salgan sin parar. Así como ese día. Tanto que mojo su traje color oscuro.
—A mí me hubiese encantado tenerlo contigo, Barbra —musita suavemente cerca de mi oído y con delicadeza desliza su mano por mi cabello—. Aquí el único culpable soy yo —dice por último, con voz ronca y susurrante. Pero sin disimular su dolor.
Con suavidad levanto mi cabeza y lo miro a sus ojos, detallándolos con atención.
—A pesar de todo. Me encantaría tener todo contigo, Travis —confieso con voz firme y suave—. Eres el único hombre que realmente quiero a mi lado y para toda mi vida.
Travis curva sus labios lentamente, también mirándome.
—Y, a pesar de todo. Me encantaría tener todo contigo, Barbra —dice firme y con seriedad—. Lo sabes muy bien. De millones de mujeres en el mundo, eres la única que amo y haría cualquier cosa por ti —me mira detenidamente a los ojos—. Lo que sea por hacerte y verte feliz.
No digo nada y lo único que hago es acercarme y volver a acurrucarme entre su pecho, mientras que sus brazos me abrazan nuevamente y deja un suave beso en mi cabeza.
—Te adoro, ¿lo sabes? —susurro, entre su pecho mientras lo abrazo con fuerza y cierro los ojos.
—Lo sé, amor. Sé que me adoras como yo te adoro a ti.
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Pasión Y Deseo [02]
ChickLitSegunda parte de A Oscuras. Bilogia Perversión y deseo. Después de un año, Travis y Barbra se vuelven a encontrar y el destino hace su jugada para volverlos a unir. Ambos, al darse cuenta de que sus sentimientos no han cambiado y que siguen sintie...