Capítulo 2

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Aziraphale estaba en el ascensor subiendo al cielo y no pensaba en cómo iba a mejorar todo, o cómo él iba a marcar la diferencia en todo. El cielo iba a ser bueno, gentil y amoroso, gracias a él.

Pero no estaba pensando en eso, Aziraphale pensaba exclusivamente en Crowley. Crowley, su demonio, su amigo, su dulce compañero. Era su mejor amigo, y ahora que había escuchado esas palabras de amor de él se sentía... Estaba...

Crowley lo amaba. Lo había amado hacía posiblemente siglos, pero él nunca había querido verlo, era un demonio. Los demonios mentían, engañaban, traicionaban. Los demonios eran malos y los ángeles eran buenos.

Malos. Buenos. Cielo. Infierno.

La cabeza de Aziraphale dolía muchísimo, ese beso que había compartido con Crowley había sido... había sido la exaltación de la mayor dulzura que había probado. Su mano subió sola hasta sus labios, cómo cuando comía esos pasteles de crema que tanto lo encantaban, pero ahí solo quedaba el sabor de Crowley, el recuerdo de su lengua bífida...

El ascensor llegó a su destino con un ligerísimo bote y Aziraphale salió detrás de Metatron. Aziraphale no podía NO PENSAR EN CROWLEY. Estaba ahí en el cielo, yendo a tomar su nueva posición como director para un... ¿un nuevo advenimiento había dicho?

—Disculpa, tengo una duda. — Empezó a hablar Aziraphale. — ¿Ese segundo advenimiento sería el qué?

—Oh, una nueva gran lucha. —Dijo Metatron orgulloso de ese futuro acontecimiento.

—Fantástico, ¿donde sería esa gran lucha? —Quiso saber Aziraphale.

—En la tierra.

Aziraphale estaba comenzando a sentirse muy inquieto.

—¿Y contra qué luchariamos exactamente? — Se podía imaginar la respuesta.

—El infierno. Obviamente.

—Ah, claro. — Ya no estaba tan convencido de que esa elección fuese buena. — Disculpa, pero, ¿y mi compañero?

Metatron se paró en seco haciendo que ambos chocasen y que después Aziraphale se separase un poco más retrocediendo sobre sus pasos.

—¿Compañero?

—Crowley. Es un demonio. — Aclaró el ángel rubio, inquieto ahora que se había percatado de que ese "compañero" era mucho más que para simples aventuras.

—Bueno, si no quiere unirse, no sé si habrá alguna forma de evitar su eliminación.

Aziraphale alzó sus cejas, muy... ¿Preocupado? ¿Triste? Se estaba volviendo un poco loco, llevaba una cantidad de emociones muy intensas en muy poco tiempo.

—¿Todo bien, Aziraphale? — Quiso saber Metatron.

Los ángeles no mentían, pero Azira había superado ese pequeño escalón hacía muchos, muchos siglos.

—Por supuesto. — Dijo Aziraphale con su característica sonrisa, y menos mal que los ángeles no eran buenos leyendo emociones.

Repampanos, pues claro que no estaba en absoluto nada bien. ¡Querían eliminar otra vez a todo el mundo!

Aziraphale mantuvo la calma todo lo que pudo, llevó a cabo su actuación sin dudas más convincente durante la reunión. Hasta el momento de votar.

—Bueno, creo que primero, tendría que repasar todos los escritos del plan. Antes de... votar.

—Eso es — empezó Uriel, pero enseguida se frenó al sopesarlo — si que es una buena idea.

—¡Maravilloso! — Aziraphale les sonreía con su típica sonrisa que creaba dulces arrugas en su rostro. — Necesitaré un momento. — Pero los ángeles seguían ahí expectantes. — A solas.

Nada es para siempre, menos mi amor por ti [IneffableHusbands]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora