Baño (V)

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Lauren estaba durmiendo. En su mente, mientras permanecía totalmente inconsciente en la cama, tenía que despertarse a las 10 de la mañana. Es la hora a la que suele levantarse los domingos y es a la que está acostumbrado su reloj natural a despertarse después del agotador turno del sábado sin Thiago.

A las seis y media siente una ligera presión en el colchón. Alguien tocándole la mano izquierda con ternura, obligándola a involucrarse obligatoriamente en un cuerpo que no era el suyo.

Adormilada, abrió sus ojos verdes con dificultad, parpadeándolos varias veces hasta lograr concentrarse.

Camila regresaba a la cama en ese momento, y aprovechando que la menor estaba frente a ella, durmiendo, se acostó y jaló una de las manos de Lauren para continuar con la cuchara. No era la primera vez esa noche que lo hacía, pero era la primera vez que Lauren lo notaba en su sano juicio.

—¿Camila?

La carioca que estaba tocando cuidadosamente los dedos de Lauren para que se envolviera alrededor de su cintura, la soltó rápidamente, tragando con fuerza. Su corazón latía con fuerza cuando fue sorprendida en el acto.

—¿Camila? —La voz ronca la llamó de nuevo. Una voz adormilada con un timbre bajo y dulce, indicando que estaba más allá que acá cuando abrió los ojos. Duarte, por su parte, guardaba silencio. Tal vez si permaneciera callada, Lauren pensaría que estaba dormida. —¿Sucedió algo?

Sin alternativas, la carioca bosteza, se frota los ojos, saliendo del caparazón que ella misma había preparado. Estaba despierta desde las cuatro de la mañana, hora en la que suena su celular y estaba acostumbrada a despertarse todos los días. Mientras tanto, hasta las seis, Camila ya había hecho yoga y leído sus versos positivistas en el sofá de Lauren. Había pedido el desayuno y le pidió a Rita, la portera de la mañana, que le comprara un cepillo de dientes y unas bragas. No le importaba la intimidad que exponía. Al contrario, se sintió tan agradecida por la ayuda de Rita que le entregó ciento cincuenta reales como cortesía por su servicio.

Sin embargo, para responder a Lauren, esto es lo que Camila decidió decir:

—¿Mmm? —Sus ojos se volvieron pequeños y entrecerrados como si acabara de despertar.

—Sentí que tomaste mi mano. ¿Sucedió algo?

Camila girándose hacia el otro lado, con calma, manteniendo su cara cansada y somnolienta lo mejor que pudo. Para la tiburona, las dos podrían quedarse así, acurrucadas, todo el domingo.

—¿Lo hice? —Apoyó la cabeza en un brazo para mirarla. Camila yacía de lado en el colchón, con el codo apoyado en la cama, mirando a los ojos verdes mientras Lauren intentaba recordar su propio nombre. Estaba tan oscuro porque las ventanas y la puerta estaban cerradas que Karla no podía ver mucho del color esmeralda de sus ojos. Sin embargo, sentía que se le oprimía el pecho cada vez que Jauregui le decía siquiera una palabra con el tono delicado y ronco de su voz. Ella era tan dulce. Era bueno escucharla. ¿Esperar hasta el martes para volver a escucharla era una buena idea? ¿Y si sugería verse los sábados y domingos también? ¿Aceptaría Lauren?

Traga saliva de nuevo al recordar la agitada agenda que tenía. Pasó demasiado tiempo en silencio, simplemente mirando a Lauren y pensando en una buena respuesta.

—Oh, ¿Te desperté? Discúlpame por eso...

Preguntó y no se negó a tocarle la mano.

No dijo que fuera por accidente.

Simplemente se disculpó por algo que quería hacer, y mejor aún... Lo hizo.

—¿Está todo bien? —Se giró y encendió la lámpara a su lado. Le tomó unos segundos a Lauren ubicarse y comprender que no estaba del lado de dormir de la cama.

Shark Tank (Camren) - TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora