25 de marzo

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—¿Así está bien, Lo? —Dijo, justo después de ponerse sus lentes de sol y caminar para que yo pudiera analizarla.

Lauren Jauregui

Estábamos en mi habitación, fingiendo ser dos buenas amigas, mientras Clara nos esperaba en la cocina, donde nos preparaba el desayuno, notando incluso sobre la mesa las bolsas de desayuno que Camila había comprado poco antes de llegar.

La tapioca rellena y el café negro que bebimos antes de dirigirnos al 25, Brás y São Miguel Paulista eran sagrados.

—Camila, ¿Estás segura de que quieres ir con nosotros? —Tal vez si sigo preguntando todo el tiempo, Duarte se dé cuenta de que este viaje no era para alguien de su nivel.

—Creo que todavía me pueden reconocer. —Se pasó la mano por el cabello. —Se me nota el cabello. Cualquier fan de Karla Duarte lo reconocería de lejos y no quiero provocar aglomeraciones inseguras. —Se sacó la gorra de su sudadera naranja para cubrirse la cabeza. —¿Y ahora qué, Lauren? —Fingió no escuchar mis preguntas desde el momento en que entramos a esa maldita habitación.

—Camila, realmente no creo que necesites ir con nosotras...

—¿Qué fue, eh? —Se arrancó la gorra y los lentes de sol de la cara, aparentemente nerviosa ante mi insistencia. —¿Tienes miedo de que tu "mami" sepa que tú, una mujer de treinta y dos años que vive sola, tuvo relaciones sexuales con...

Antes de que pudiera terminar la frase en voz alta, le señalé la cara con el dedo índice y dije:

—¿Y por qué no admites tu verdadera sexualidad en la televisión, Camila?

Ella quedó atónita por mi respuesta, donde colocó su mano derecha sobre su pecho llena de ''dolor''.

Mi mirada discriminó mis sentimientos. Si a ella se le acabó la paciencia, a mí también, ya que la tensión acumulada agotó toda mi energía. Hoy la púa sería igual.

—¡Voy a fingir que no escuché eso, Lauren! —Me miró como si fuera a dispararme palabras duras. Pero cada vez que se atrevía, cada vez que abría la boca para insultarme, volvía. —Eres normal... No puedes... —Tragó con dificultad. —No puedes... ¡No puedes hablarme así, aghh! —Hizo un gesto con las manos. Tienes los nervios de punta. —¿Sabes qué? ¡No escuche! —Finalmente levanta la nariz, cierra los ojos y me da la espalda. Luego de escucharla respirar profundamente, se arrepintió de su actitud anterior, donde volvió a mirarme. —Y para que lo sepas, cariño. —Apoya su mandíbula a mi lado, llena de fuerza y postura. Había recuperado su autoridad en un abrir y cerrar de ojos. —Solo voy para hacer las paces con tu madre. No es porque quiera ir a este lugar o porque quiera que me vean a tu lado. Es un sacrificio de mi parte. No puedo dormir sabiendo que la gente me malinterpreta.

—¿Y por qué quieres complacer tanto a mi madre, Camila?

Inmediatamente, dejó escapar una risa nasal y sacudió levemente la cabeza.

—Hablas como si tu madre no me importara, ¡Por Dios, Lauren! —Entonces Karla Duarte me sonrió toda... ¿Nerviosa?

¡Sí! ¡Ella sonrió nerviosamente!

Para que no me diera cuenta de su estado, me dio la espalda, donde se puso las gafas y la gorra. Se estaba escondiendo de mi pregunta.

—¿Y eso importa? —Iré hasta el final. Pensé. Quién sabe, tal vez preguntándole no escucharé lo que tanto espero escuchar de su boca.

Las gafas de sol entre su nariz, donde me miraba entre sus hombros, con el rabillo del ojo. Si las miradas mataran, ahora mismo sería una mujer muerta.

Shark Tank (Camren) - TraducciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora