Epílogo.

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Rose Knight.

Era un día común y soleado, lleno de alegría y risas en mi familia que forme junto a mis esposos, nunca podrían faltar eso al igual que las pequeñas peleas que tenían mis tres pequeños cuando no querían compartir, razón por la cual, mis amados esposos, tuvieron dos semanas enseñándoles sobre la hermandad y lo de compartir.

Mis pequeñas hijas, Bianca y Eileen, tenían 3 años y para ser unas niñas tenían suma inteligente y control de su vocabulario, elegí bianca por mi difunta madre que no conocí al igual que eileen por el segundo nombre de mi otra madre quien me crío.

Bianca se parecía a mí en su personalidad y cabello pero sus ojos y lo demás, lo saco de alguno de sus padres, ya que ellos tres tenían ojos color miel.

Eileen si saco el cabello de ellos, aunque tenía un poco de rubio pero con los días se volvía en un castaño, característico de ellos, en su personalidad podría decirse que se parecía más a michael, un poco reservada pero aún así le gustaba pasar tiempo con sus hermanos, sus ojos lastimosamente no saco los míos si no que también saco el mismo color miel que su hermana.

Si se fijaban bien, la mayoría podía darse cuenta que son mellizas aunque si no encontrabas mucho, podrían creer que son hermanas pero de distintas edades.

Mi hijo calix, mi hermoso niño, todavía seguía pareciendosé a mi y esperaba que siguiera así durante varios años, él ya tenía 5 años así que ya iba al kinder que mucho no le gustaba porque empezaba a llorar cuando yo me despegaba de él pero poco a poco se iba acostumbrando.

Hoy especialmente estábamos durmiendo plácidamente, acurrucada entre los brazos fuertes de mis amores y que nadie me molestará.

Excepto por mis torbellinos (lo digo con amor) que vinieron a irrumpir nuestro sueño, con saltos y alegrías.

– MAMÁ, PAPÁS! MAMÁ, PAPÁS!–exclamaron los tres saltando sobre nuestra cama.

– Niños, que pasa? No griten porfavor, su madre está durmiendo.–reprochó sam quien sentí que se sentó en la cama.

– Vamos, queremos ir a casa de los abuelos! Ustedes lo prometieron!–dijo quien reconocí como la voz de bianca.

– Quien de ustedes prometió eso?–preguntó sam y sentí su mirada sobre nosotros.

– Yo no recuerdo haber prometido nada.–murmuré rápidamente sin abrir mis ojos.

– Yo tampoco prometí nada.–dijeron michael y theo a la vez.

– Eh?! Pero si fuiste tú mamá quien lo prometió!–exclamó la voz de calix.

– No, yo no prometí nada, solo dije que lo haría si ustedes se portaban bien, cosa que no hicieron.–dije tomando asiento en la cama, fregando mis ojos.

– Claro que si nos portamos bien!–dijo esta vez eileen.

– Entonces porque encontré mis flores favoritas cortadas y desparramadas por el césped?–anuncie cruzándome de brazos y mirándolos fijamente.

– Fue calix!–dijo rápidamente bianca.

– Miente! Fue eileen!–acusó calix hacia su otra hermana.

Y como casi siempre que pasaba, eileen recibía la culpa sin contradecir o acusar a alguien más, siempre asumía la culpa de sus hermanos, principalmente de bianca.

Masajeé mis sienes con mis dedos por la situación, me empezaba a dar un dolor de cabeza cuando pasaba esto.

– Niños, ya hablamos sobre las mentiras y saben que eso no me gusta, así que hablen o de aquí nadie sale.–declaré y espere a que alguno dijera algo.

•Conquistando a Rose• [Terminada] Libro #1 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora