4. Eucaristía.

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Arden




—¿Qué me estás diciendo?—grité colérica contra el celular—. ¿Matrimonio? ¡¿Ese hijo de puta le pidió matrimonio?!

La sangre subió a mi cabeza y allí se aglomeró, densa y tibia, cuando escuché de la voz de Maya las últimas pésimas noticias: el asqueroso de Joshua Basset se hincó en una rodilla frente a la zorra de Regina en el viaje al Caribe que se pagaron a costa de mi dinero, los millones que la ley me obligó a desembolsar por daños y perjuicios.

La rabia se acumuló con tanta presión en mis extremidades que tuve la urgencia de golpear algo, lo que sea, pero al tener nada más que el tronco del árbol cerca, hundí mis uñas en las palmas de mis manos.

Dios no estaba sirviendo como contenedor de mi ira, al contrario, el encierro comenzaba a pasar factura.

—Arden, te lo suplico, toma las cosas con calma—pidió Maya, era claro que estaba preocupada—. Preferí decírtelo yo antes que lo supieras por las noticias.

—Estoy calmada, ¡estoy calmada!—bramé, abriendo y cerrando el puño—. Joder, envíame la foto, quiero ver el anillo.

Esperé minutos a que llegara el archivo y uno más para que descargara en esa horrible señal. Sentí que el pecho se me fracturó de la rabia y decepción al ver que era la misma sortija que meses antes de lo ocurrido, encontré en el cajón de sus calcetines.

El llanto se acumuló en mis ojos, parpadeé incontables veces, conteniendo el grito que amenazaba con rasgar mi garganta. ¿Cómo no me di cuenta? ¿Cómo jamás olí nada de esto? ¿Y qué carajos planeaba hacer? ¿Dejarme un día antes de pedirle matrimonio?

El engaño inicial se multiplicó ferozmente. Joshua no solo se cogía a mi amiga, también hacía con ella todo lo que alguna vez me hizo sentir especial y querida. Los momentos idílicos que vivimos, ahora no eran más que recuerdos ensombrecidos por el dolor de la traición.

—¡Cabrón!—el grito se desprendió de mis entrañas—. Es el que tenía guardado en el buró, ¡el que te dije! ¡Joder Maya, sácame de aquí que les pienso volar la cabeza a tiros!

—Por esto es que quise que te enviarán lejos, ¿te das cuenta de lo que dices?—se echaría a llorar del estrés, lo noté en su quejido—. Necesito que te centres en conseguir un acta respetable del sacerdote, ¿o los dejarás ganar? ¿Vas a permitir que ellos vivan felices y tú sigas envuelta en los mismos dramas de siempre?

Bufé con rabia, expulsando el aire hasta que la garganta me ardió.

—Sin drama no puedo vivir, ¿qué sentido tendría la vida?

—Este drama te está hundiendo, Arden, la gente odia a los infieles, pero aborrecen a las mujeres que atacan a otras mujeres.

¡¿A mí que mierda me importa la gente?! Solo quiero hacerles pagar por lo que me hicieron y volver a recibir un guion que valga la pena mi talento, ¡¿es mucho pedir?!

—Ella se metió con mi novio—reproché.

—Y la odian por eso, pero más a ti, porque no debiste reaccionar como lo hiciste.

¿Por qué siempre era yo la mala, cuándo lo único que hacía era responder a sus actos? Me tomé un año lejos del ojo público para sanar, para encontrar mi camino, mi objetivo, ¿de qué me sirvió? Si terminé exiliada y ofendida, pese a que la herida era yo.

Maravilloso, simplemente maravilloso.

—Pediré a Dios por quien levante un dedo contra mí para que se le muera la mamá, entonces—espeté—. Escucha lo que te diré, Maya, investiga las audiciones a las que ella podría ir, cuando salga de aquí renovada, iré por todas, ¡no le dejaré ninguna, aunque me muera en el intento! Y, ¿sabes qué, también? Al asqueroso de Joshua le haré algo peor.

Bendita TentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora