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Samantha's POV

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Samantha's POV

Faltaban cinco días para mi viaje a España con Andrea, estaba bien emocionada porque las chicas de Pío estaban trabajando duro, lo cuál me enorgullecía.

- Wey Rivers apúrate, llegamos tarde -me gritó Ari saliendo de casa.

Habían reservado una mesa en un restaurante para cenar, me parecía extraño la forma en la que todos le daban tanta importancia, sólo era una cena.

- ¿Por qué tanta prisa pendeja? -pregunté riéndome.

- No queremos llegar tarde -contestó Juan.

- ¿Quiénes vamos al final?

- Ari, Juan, Osvaldo, Filis, Roier y yo -contestó Ama.

- Wey, ¿entonces qué pedo? Ustedes son los que más tardan siempre, no me digan a mí -me metí al coche- Además, ¿por qué tanto interés en la cena de hoy?

- Ay nada Rivers -me miró mi mejor amigo- Sólo queremos ser elegantes una noche -se río, contagiándome a mí también.

Todos se dieron una mirada cómplice, lo cual me extrañó aún más.

 - Wey están bien raros -reímos.

Llegamos al restaurante al que habían reservado y Juan nos avisó de que Filis y Roier ya nos estaban esperando.

- Voy al baño, ustedes vayan sentándose y me dicen que mesa es -miré a Ari.

- ¡No! -gritó asustada- Ve al baño después de saludarles, tienen ganas de verte -hizo una mueca.

Asentí desconfiada y todos nos dirigimos a la mesa. Al acercarnos vimos a Roier y Filis hablando con una chica de espaldas.

No le di importancia, supuse que era una amiga de ellos dos, hasta que llegamos y pude ver su rostro.

- ¡Sorpresa! -dijeron todos.

- ¿Me extrañaste? -preguntó mi novia sonriendo.

Abracé a Andrea lo más fuerte que pude. Pinche niña que planea sorpresas y no me dice nada. Ella se separó y sonrió antes de besarme.

- Wey, que solo estoy -se río Osvaldo.

- ¿Todos ustedes sabían? -les pregunté y asintieron- Váyanse a la verga y ninguno me avisó -me reí.

- Andrea nos tenía amenazados -se defendió- Nos da miedo no obedecerla -nos sentamos.

- Son unos re cagones -les sacó el dedo- Aparte, era una sorpresa -me miró- Quería aprovechar unos días acá con vos antes de irnos a España -me tomó de la mano.

- Eres la mejor -le susurré.

- Wey, no sabes lo que nos costó encontrar un billete para hoy -comentó mi mejor amigo- Sólo quedaba el que compró Andrea, y de hecho acaba de llegar.

- ¿Acabas de llegar? -la miré y asintió- Debes estar cansada Andre.

- No pasa nada, después de cenar dormiré en tu casa, te la invado -sonrío.

- Mi casa es tu casa, lo sabes -le besé.

- No mamen, ya están comiendo delante de los pobres otra vez, te entiendo Mariana -dijo Roier.

Todos nos reímos y pedimos lo que queríamos cenar. No podía estar más contenta de tener a Andrea en México.

Sé que ella adora su país y a la gente que tiene allí, pero a veces pienso en lo increíble que sería sí se mudara a México conmigo.

Podría estar con ella siempre, y sería más cómodo para las dos, en vez de tener que estar diez horas de vuelo desde Monterrey a Buenos Aires.

- ¿Queres? -me sacó Andrea de mis pensamientos, ofreciéndome de su plato.

- No Andre, gracias -sonreí y ella me devolvió la sonrisa.

- ¿Sabes qué había pensado? -me miró- Igual me puedo quedar acá unos días más cuando volvamos de España.

- Me encantaría, quédate todo el tiempo que quieras -le di la mano.

- Pinches niñas simps -agregó Ari.

- Che no se metan con nosotras, todos ustedes son iguales -se río la argentina- Bueno menos Valdo y Roier.

- Y porque no tienen pareja -dije yo, haciendo reír a todos.

- Váyanse a la chingada -nos sacó el dedo el mexicano.

- Wey Rivers, ¿te han dicho quien tira el dado en el partido? -me preguntó Juan.

- No, ¿a tí? -negó- Wey estoy bien nerviosa, ¿a quién pondrán?

- ¿Y si ponen a Andrea? -dijo Filis.

- Ojalá -contestó mi novia- Yo lo haría re encantada, pero creo que Ibai ya tendrá a alguien elegido -se encogió de hombros.

- Wey aparte la pinche niña tiene mala suerte con los dados -me reí.

- ¡Mentira! Sólo cuando juego al Monopoly che, nada más -hizo reír a todos.

Terminamos de cenar y dividimos la cuenta entre todos.
Los demás se fueron a dar una vuelta, pero yo volví a mí departamento junto a Andrea, ya que ella estaba cansada del vuelo.

- Me encanta que estés aquí -dije al sentarnos en mi cama.

- Te extrañaba y quería verte antes del viaje -me miró.

La besé, yo también la extrañaba. Podría estar sólo un día sin ella y aún así extrañarla.

- ¿Me podes prestar una camiseta? No quiero abrir la maleta ahora -hizo carita de cachorro.

Agarré una camiseta larga de manga corta de mi armario y se la di.

Rápidamente se cambió, me hacía gracia como le daba un poco de vergüenza que la viera.

- ¿Quieres que me gire? -hablé burlona.

- Tarada -se río- Vos misma lo decís ¿no? Nada que no hayas visto ya -me dió un beso en la mejilla.

- Ahora a dormir Andre, has tenido un vuelo largo y no has descansado todavía -me acosté junto a ella.

Ambas nos quedamos en silencio y a oscuras. Podía escuchar como su respiración se iba haciendo más pesada poco a poco, indicando que se estaba quedando dormida.

Sentía paz y tranquilidad junto a ella. En cualquier momento, pero sobretodo en estos. Nos teníamos la una a la otra, y éramos nuestro lugar seguro.

- Te quiero Sam  -susurró adormilada.

- Y yo a tí Andre -acaricié su pelo.

Lentamente, yo también me dormí junto a la argentina. Ella me hacía sentir como en casa, era mi hogar.

𝐌𝐞𝐦𝐨𝐫𝐢𝐚𝐬; 𝐑𝐢𝐯𝐞𝐫𝐬𝐠𝐠Donde viven las historias. Descúbrelo ahora