8. Un escapista y un prisionero

193 26 18
                                    

Dos semanas después de salir de vacaciones estaba tranquila esperando a que mi madre llegará de trabajar. Mis padres eran dos polos opuestos, mi padre era sanador en San Mungo y mi madre era banquera Muggle, ellos se amaban bien dicen que los opuestos se atraen y pues ví que mis padres eran esos. Vuelvo al contexto, estaba esperando a mi madre mientras escuchaba música en la sala y terminaba de hacer la cena para ella y papá que el pobre hombre apenas llegaba a cenar y se quedaba dormido en el sofá viendo las noticias muggles.

De un momento a otro dejé de tararear la melodía de la canción cuando escuché un rasguño perezoso en la puerta de mi casa junto al timbre siendo tocado una y otra vez, decidí dejar la música de lado un poco y escuchar con cuidado, el rasguño se repitió y me acerqué a la puerta. Por un lado veía un poco de quién o qué provocaba esos sonidos, la sorpresa me llevé cuando vi al perro negro en el que se convertía Sirius y James muy asustado, les abrí la puerta e inmediatamente pasaron, Sirius se dejó caer a mitad del pasillo de entrada. Estaba herido por lo que podía ver, un poco de sangre salía de su lomo, se volvió a transformar en humano y pude ver su ropa un poco raída junto a manchas de sangre y unos cuantos golpes.

—Dios mío Sirius ¿Pero qué le pasó? —le pregunté a James mientras lo ayudaba a levantar a Sirius para dejarlo cerca de mi sofá

—Lo ayudé a escapar de casa y su madre lo maldijo... antes y durante su escapé —dijo con esfuerzo James

—Pero... ¿Y por qué vienen a mi casa?

—Tu padre es sanador, pensamos qué...

—Bien esperenme aquí —dije un poco irritada

No porque hubieran llegado a pedirme ayuda, si no porque lo debió haber llevado a San Mungo. Regresé a la sala con un botiquín y un par de pociones.

—Aún no puedo hacer hechizos curativos como mi padre o Poppy pero puedo darte lo que tengo. Quítale la camisa. —dije extendiendole una botella a James para que se la diera

James cumplió mis órdenes y comencé a curar sus heridas con métodos muggle mientras Sirius se retorcía por el ardor del alcohol, James lo obligó a tomar la poción cuando comencé a vendar el torso de Sirius. Le quitamos el pantalón y comenzamos a limpiar y curar sus heridas en la pierna izquierda. Después de eso Sirius se desmayó por el dolor o la poción o ambos.

—Gracias por recibirnos, no sabíamos a dónde más ir—me dijo James recargado en el marco de la puerta de la cocina

—Pudieron ir a San Mungo —dije moviendo un poco la comida en su sartén

—Necesitabamos la firma de un tutor y si la madre o el padre de Sirius se enteraban terminaría peor cuando regresará a casa.

—Bien —dije tratando de cortar la conversación

Nos quedamos en silencio mientras yo terminaba la cena. El auto de mi madre se escuchó llegar frente al garaje y le dije ayudé a James a llevar a Sirius a mi habitación con cuidado, con un hechizo de limpieza limpié el sofá que tenía pequeñas manchas de sangre y recibí a mi madre, le dejé de cenar y subí escondiendo dos platos de comida para los chicos con la excusa de que había olvidado algo en mi habitación.

Les dejé la bandeja en mi mesa de noche mientras James seguía mis movimientos con la mirada. Sabía que él me miraba porque sentía su mirada, y decidí ignorarlo cómo si no supiera que me veía. Bajé a cenar con mamá y me habló sobre lo que le pasaba en el trabajo, era estresante para ella lidiar con clientes que no sabían que era lo que querían con el banco, después con los idiotas que se creían superiores por tener tarjetas black, ya saben esas que "no tiene límite". Cuando terminamos de cenar se fue a su habitación después de ella dejarle un plato de comida a mi padre listo para cuando regresará y yo subí a mi habitación también.

Tiempo y Realidades • Realidad Deseada MerodeadoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora