Cuando me levanté estaba empapado en sudor, al parecer el aíre acondicionado no funcionaba desde la última vez que lo golpée por accidente con la funda de la espada y lo estampé contra el suelo.
Me negaba a levantar el rostro de la almohada en cuanto los rayos de sol se filtraron por la cortina, no queria tener que dar explicaciones a nadie por lo de anoche. Mucho menos a Sarada, que no paraba de golpear estrepitosamente la puerta corrediza del balcón.
—¡Boruto, abre la maldita puerta o te juro que la rompo! —exclamó un par de decibeles más alto de lo normal, cosa que me obligó a levantarme con hastío.
—¡Calmate, por favor, ya estamos demasiado grandes para andar armando escandalos desde temprano! —grité del otro lado mientras buscaba una camiseta y un par de shorts.
—Eso deberia recordartelo yo, que terminé por lidiar con un adolescente borracho a la media noche hablándome de tu falta de tacto. ¿Qué diablos le dijiste para que terminara así?
Hablaba de Gojo, concluí en cuanto abrí la puerta y entró hecha una furia.
No recordaba haber sido duro con él. Solo le dije la verdad, y para eso no se requiere tener tacto para hablar. Era un Ninja por amor de Dios, iba a tener que lidiar con peores cosas que un corazón roto, sin mencionar que dentro de todo el chico sigue siendo un adolescente.
—Me abordó en la calle, tuve un día díficil y no estaba ayudandome con sus preguntas indiscretas —le expliqué mientras ella desempacaba un par de condimentos, verduras y otras cosas en mi cocina.
—¿Y para eso tenías que acorralarlo hasta hacerlo llorar? —me preguntó, esta vez mirandome con ese rostro acusador de cuando eramos niños.
—¡Es casi un adulto, deja de defenderlo! —exclamé, cruzado de brazos ante su suspiro de derrota al cual respondí con una sonrisa socarrona —. ¿De verdad terminó caminando media aldea solo para irse a quejar contigo?
El olor a té verde y arroz me hizo agua la boca. No recordaba la última vez que desayuné en mi casa algo que no fuera comida instantanea o a domicilio. No obstante, me preocupaba que por culpa de la sensibilidad del mocoso, Sarada supiera el verdadero motivo detrás de mi falta de tacto para con el tonto de Gojo.
—Estaba terminando de organizar mi escritorio en la oficina del Octavo cuando repentinamente me lo crucé por la calle, lanzándose encima de mi con los ojos rojizos y una ingesta de alcohol que posiblemente le genere una suspensión. Me dijo que era cruel, que por qué mi gusto en los hombres era tan peculiar, así que lo noquée y lo arrastré hasta la estación de policia.
No pude evitar sentirme ofendido mientras ella servia todo en la mesa y yo me sentaba con el ceño fruncido a pensar en lo ocurrido.
Aunque ella no se veia tan afectada como parecia por la vergonzosa escena, sí había algo que queria preguntarle.
—¿Qué le dijiste cuando te interrogó sobre eso? —ella me observó sin entender, tomando un trozo de verdura y llevandoselo a la boca—. Me refiero a tu tipo de hombre.
Era hilarante verla tan nerviosa, pensé.
Primero se atragantó, luego se llevó la taza de té caliente a los labios quemandose la lengua en el proceso. No le quité la mirada ni un momento, lo cual hizo que sus mejillas se tiñieran de rojo mientras iba por un vaso de agua y regresaba con el pescado parrillado. Se veia abochornada por la escena de hace un momento mientras me reía por su repentina torpeza.
—¿Te pusiste así solo por una pregunta como esa? —le pregunté, acercandole el arroz —. Ese mocoso es bastante problemático.
—Oh, callate. Estuve a punto de romperle una costilla sin querer, no es asunto de nadie el tipo de hombre que me guste. Fue demasiado atrevido sí, pero todo empezó por tu culpa.
Muy bien, aquí va mi primer intento para obtener información. Había dos posibles reacciones a lo que estaba a punto de decir, pero preferia irme por la opción más certera y es que evadiria la pregunta; la otra, que era enojarse, era la menos preferida.
—De acuerdo, acepto la responsabilidad, pero de todas formas sabía que lo ibas a rechazar —me encogí de hombros mientras ella sonreía satisfecha —. Sin embargo, no has respondido la pregunta. ¿Cuál es tu tipo de hombre, Sarada?
Para mi sorpresa ella me miró inexpresiva, siguió comiendo, ignorandome hasta que acabó el último trozo de pescado. Solo quedaba el té verde que seguía caliente por la forma en que sus manos se detuvieron a medio camino. Parecia indecisa en si decirmelo o no; no era para nada la reacción que esperaba, y no ayudaba nada el que mis manos se sintieran pegajosas por el nerviosismo que me asaltaba de repente.
Es solo una maldita pregunta, por qué tarda tanto en responder.
No es cómo si fuera a dar una descripción detallada sobre mí que confirmara las sospechas sobre el hecho de que la persona que le gustaba era yo. Es ridiculo, no tiene sentido, está lejos de-
—Solo hay un tipo de hombre en el que he pensando. Es estúpido, carece de modales y es demasiado impulsivo a pesar de ser un genio en todo lo que se propone. Cuando lo miro, el mundo cobra sentido para mi, como si encajaran todas las piezas de mi vida en un segundo.
Sus ojos brillaron en mi dirección, no recordaba ver esos orbes tan oscuros brillar con tanta belleza por tan solo la mención de esas cualidades.
El corazón me dió un vuelco, el sudor transpiraba debajo de la camisa y de repente el calor se hizo insufrible. Tenía que salir de allí lo antes posible, sentía que me iba a desmayar por la conmoción.
—Suenas muy convencida —le dije tomando a grandes sorbos el agua fresca que había traído —. De hecho, suena a un tipo de persona muy específico, casi como si lo conocieras de toda la vida. ¿No lo habrás sacado de alguno de tus libros para variar?
¡Maldita sea, que idioteces estoy diciendo, estoy siendo un idiota!
Esta forma de conversar no es diferente de cómo normalmente hablo con ella, por cada paso que doy parece que diera otros tres pasos hacía atrás.
—Ja, supongo que eso lo hace todavia más inalcanzable —espetó con amargura, levantándose abruptamente de la silla y dirigiéndose a la salida —. Podría decirse que estoy atrapada en una encrucijada, justo como la protagonista de una novela romántica, solo que sin final felíz.
No me gusta verla así, no entiendo por qué me molesta.
¿Fui yo el que provocó que esa tristeza se plasmara en todo su rostro?
¿Qué hago ahora, qué se supone que debo hacer?
¿No hay un maldito manual que seguir en estos casos?
—Deberias decirle que junto a él tienes todas las posibilidades de ser felíz —la miré, esta vez con ella encarandome con extrañeza —. Nada esta pérdido hasta intentarlo, a lo mejor te puedes sorprender por el resultado.
Su silencio inundó la habitación, me temblaron las manos al tomar el último sorbo de té, incluso cuando lo llevé al lavaplatos y le di la espalda por un momento.
Odiaba que el aire acondicionado no funcionara, y ahora que me fijaba bien todo el lugar estaba hecho un desastre. Mi apartamento de soltero tenía manchas de mostaza esparcidas por el suelo. No queria ni imaginar a dónde fueron a parar las papas fritas.
¿A ella le gustaría alguien que fuera un desastre en las tareas del hogar? Estaba jodido de ser así.
—Tal vez tengas razón —susurró a mi oido, erizando los bellos de todo mi cuerpo. ¿En qué momento se acercó tanto? —. Supongo que he esperado mucho tiempo para decirselo. Daré mi mejor esfuerzo para que mis sentimientos puedan alcanzarlo.
Las piernas me temblaron y el plato entre mis manos se deslizo de forma imperceptible cuando sus labios hicieron contacto en mi mejilla.
¡Era la primera vez que sentia cosquillas por los mechones cortos que sobresalian graciosamente de su cabeza!
Sus ojos quedaron prendados de los mios y entonces se alejó, se dió la vuelta y salió de allí al mismo tiempo que el plato se resquebrajaba en el suelo.
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[Borusara] Jalousie
RomanceUzumaki Boruto está pasando por la peor de las crisis que un hombre enamorado podría tener. Los celos hablaban por él, y hacía el ridiculo ante la mirada extrañada de Sarada Uchiha, la responsable de meterlo en situaciones humillantes sin que ella l...