No me sentía comodo viendolos conversar tan animadamente. No esperaba que Shinki viniera a la aldea solo porque estaba de paso, lo cual hacía a menudo al parecer, ya que Sarada hablaba algo sobre cómo este odiaba las hamburguesas picantes de Kaminari Burger.
Era alguien con mal gusto, fue lo primero que pensé sin importarme las miradas fulminantes que sentenciaba Sarada cada vez que el ojiverde miraba el pergamino en sus manos.
El asiento se sentía incomodo, hacía demasiado sol ese día y creo que olvidé apagar la estufa en cuanto salí del apartamento. No podía decirle a mi madre que entrara, moriría de vergüenza en cuanto supiera que guardo entre mis cosas las tarjetas que coleccionaba de niño.
Me había mudado hace seis meses y seguía sintiendome un completo desastre, de seguro pensará que crió a un irresponsable.
—Escuché que estuviste por un tiempo lejos de la aldea como embajador de la Hoja, Boruto. Me sorprende no haberte visto durante alguno de mis viajes.
—Pasé directamente a ver a tu padre, no tenía mucho tiempo para saludar. Me preocupo por mis responsabilidades ahora que soy Jōnin.
Sabia que sus intenciones no eran malas, de hecho se le veía más relajado en comparación a como lo recordaba. Shikadai me había dicho que Shinki era bastante popular entre las mujeres, pero él siempre las rechazaba con amabilidad.
Aquella perfección era enfermiza, no tenía ningun rasgo que disgustara a Sarada sino que gran parte de ellos la maravillaban.
Era ridiculo, nunca podría llegar a ser algo medianamente parecido. El seguir las reglas al pie de la letra y ser recatado nunca fue mi estilo, sin embargo, era calculador cuando lo requeria y disciplinado si me lo proponía.
Eramos dos polos opuestos en todo el sentido de la palabra. Intentaba mantenerme al margen de la conversación, pero mi fastidio solo incrementó al ver que el ojiverde la tomaba del hombro y le sonreía con calidez.
¿Por qué no le decía nada cuando la tocaba de esa forma?
Me pregunté por milesima vez hasta qué punto tendría que aguantar todo esto. No había tenido la oportunidad de cruzar palabra con la que se supone es mi compañera de equipo y mejor amiga.
Me sentía traicionado, conmigo no reía de esa forma ni mucho menos hablaba con tanta propiedad. Hervía de los celos, pero debía aparentar profesionalismo.
—Estoy segura que será una buena oportunidad para mostrar los avances que me habías comentado sobre esa armadura hecha de Arena de Hierro. De seguro mejorará tus defensas en el campo de batalla —Habló Sarada, admirada por su constancia.
—Por cierto, por qué el repentino interés por entrenar. Nunca fuiste alguien débil, aun recuerdo la paliza que Sarada y yo recibimos por tu culpa en los exámenes Chūnin —Señalé con disgusto a costa de la patada nada discreta que recibí.
—A pesar de ser alguien orgulloso, siempre he pensado que nada nos exime de dar nuestro mejor esfuerzo y crecer como Shinobi. Eso fue lo que me enseñó mi padre y me acojo a eso.
Guardé silencio por la devoción que le guardaba. No era un chico malo, pero debía aprender a vivir su vida bajo sus propios interéses, de otra forma seguiría siendo un piscorrígido atascado en los más minímos detalles.
Quería decirselo, pero no en frente de la chica que nos gustaba a los dos; lo hacía como su colega, nada más que eso.
Creo que por la forma en que me observó, entendía perfectamente que el tema quedaba a discusión para más tarde.
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[Borusara] Jalousie
RomanceUzumaki Boruto está pasando por la peor de las crisis que un hombre enamorado podría tener. Los celos hablaban por él, y hacía el ridiculo ante la mirada extrañada de Sarada Uchiha, la responsable de meterlo en situaciones humillantes sin que ella l...