Sobria expectativa

530 44 3
                                    

Llegó la noche un tanto tardía, el cielo estaba nublado y me encontraba recostado sobre un árbol. La luna estaba cubierta por la brisa arenosa y el sabor metálico se colaba en mi boca. No obstante, decidí sentar cabeza un rato. 

Faltaban un par de horas para la medianoche, pero no había prisa por llegar. Tal vez había cometido un error, un arranque de torpeza que me costaría la única oportunidad que tenía con Sarada. Puede que tuviera miedo de regresar y no encontrarla en su cuarto; en ese momento no sabría siquiera por dónde empezar a buscarla.

En cuanto dije que la conquistaría llevó su rostro en dirección al suelo y me dio la espalda. Se le veía avergonzada, sus mejillas la delataban y la forma en que se abrazaba a sí misma la hacía ver tan frágil que pensé que se haría pedazos allí mismo. Las palabras no salieron, había sido claro con lo que quería decir, pero no me dio tiempo a saber lo que ella pensaba. Salió corriendo como alma que lleva el diablo y fue entonces que caí en la cuenta de que estaba siendo desconsiderado, ella necesitaba tomar distancia y yo tener algo de paciencia.

¿Pero, si sentía lo mismo por qué necesitaba tiempo? ¿No podía ser egoísta e ir tras ella?

Una vez más la cobardía pudo más que la sensatez y me quedé plantado como un idiota mientras las horas pasaban. Mañana debíamos estar ahí a la misma hora, Shinki podría aprovecharse de la situación porque era evidente que Sarada no querría verme. Sería incomodo tal vez, más ella era tan orgullosa que pretendería estar enojada por alguna estupidez sin importancia. El verdadero problema estaba en qué haría yo sobre el beso en la mano.

Los minutos eran eternos sin hacer nada. No me consideraba un bebedor experto, pero había un gusto adictivo en el sabor del Sake cuando te rompían el corazón. Aunque esperaba no fuera mi caso, de otra forma se añadiría a la larga lista de arrepentimientos que se empezaba a formar en mi cabeza, así que al final decidí dirigirme a dónde todas las personas desahogan sus penas y relucen su lado más infantil producto del alcohol. Todo con tal de evitar la línea de pensamientos que me empezaba a atormentar hace tres años.

¿Por qué no se me ocurrió besar su mano antes? ¿No es eso lo que en la mayoria de veces pasa en las novelas cortesanas?

Le pregunté a una pareja de ancianos que iban de camino a la plaza dónde quedaba la zona de bares y estos, mirándome de arriba a abajo casi boquiabiertos, me señalaron dos calles más abajo. Seguramente me confundieron por mi padre, por fortuna me fui rápido de allí, ya que varias personas parecían seguirme en busca de autógrafos o lo que sea que quisieran saber sobre el hijo del Hokage.

Entré en el primer establecimiento plagado de gente riendo y gritando sandeces. El olor a alcohol casi me estalla las fosas nasales, así que pedí rápido una botella y me fui a una mesa en el fondo pensando que tal vez fue una mala idea venir. Sin embargo, antes de poder tomar asiento alguien se tropezó y regó su bebida sobre mí. Maldije por lo bajo y levanté el rostro solo para encontrar a Yodo, uno de los compañeros de Shinki.

—Lo lamento, no vi por donde iba —me disculpé sin sentirlo realmente. En realidad, ella tenía la vista pérdida y los audífonos mal puestos.

—Estabas con Shinki, ¿no? —preguntó arrastrando la voz—. Acabo de recibir una llamada de Shikadai, dijo que tú y Sarada habían venido a Sunagakure para ayudarlo a entrenar.

—Será por pocos días, no tenemos intención de quedarnos mucho tiempo. Son nuestros días libres y el trabajo de un Shinobi nunca acaba.

En mi fuero interno me sentía extrañado al tener que hablar con ella. Shikadai era el único que la conocía verdaderamente en todo mi circulo social que, con el pasar del tiempo, se volvió algo limitado debido a la experiencia que atravesé en mi adolescencia. Parecía estar sola, sin embargo, Araya apareció de la nada un tanto más jovial que de costumbre.

[Borusara] JalousieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora