Capítulo 10

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Decirle adiós a un amigo no era difícil para Louis, pero, ¿cómo decirle adiós a un chico que no estaba ni cerca de ser su amigo?

Llevaba más de cinco minutos pensado qué haría cuando finalmente tuviera que bajar del auto de Harry, el alfa conducía tranquilo silbando una canción que sonaba en la radio suavemente, muy por lo bajo. Louis apretaba entre sus delgados brazos su pequeña mochila donde había reunido todas sus pertenencias una vez abandonó el lugar de Harry y observaba por la ventana sin siquiera hacer ruido al respirar.

Mentiría si dijera que no se sentía una nueva persona. Sabía que era distinto ser un omega virgen a ser un omega no tan inocente. Pensar en todo lo que habían hecho le hacía sonrojar de la nada, pues no entendía cómo era posible que estuvieran allí, compartiendo el mismo aire manteniendo el silencio por minutos y minutos.

Se avergonzaba mucho, no en alguna mala forma sino que, Harry había visto todo de él, por primera vez en toda su vida se había dejado desnudar por una persona ajena a sí mismo. Alguna vez pensó que tener la primera experiencia sexual no era nada especial pero justo en ese momento se estaba dando cuenta de que sí, era jodidamente especial y comenzaba a preocuparse un poco ya que el destino estaba preparado y no podía hacerse nada para cambiarlo. Temía comenzar a ver cosas comprometedoras donde no había nada más allá de unas noches "descontroladas" y un alfa que solamente le había hecho un favor. Uno muy intimo pero favor después de todo.

En esos momentos su cuerpo estaba descansando un poco después de tres días intensos, la incomodidad y el dolor comenzaban a rendirle cuentas. Sentía el fantasma de las manos del alfa en lugares un poco privados donde seguramente tendría algunas marcas por lo mallugado de su piel. Especialmente bajo las costillas y los muslos. También sentía el ardor en su zona demasiado privada, donde no recordaba haber sentido absolutamente nada mientras estaba en acción. Eran los malos puntos que había después de tener mucho sexo, suponía eso.

Aunque aún así no se arrepentía. Podía sentirse completo y con una nueva actitud, o eso se creía. El que Harry no le hubiera tratado como un joven inexperto le había dejado con ganas de conocer más, no era suficiente y eso era lo que le inquietaba.

De la nada se le escapó una pequeña sonrisa mientras seguía mirando el camino al frente. Había sido un fin de semana genial. Demonios, sí que había sido sensacional y apenas se estaba tomando el tiempo de analizarlo. Es decir, ¡Un alfa como Harry le había tomado! Bendito fuera lo que fuese que hizo que Harry atendiera su celo. Definitivamente era más bueno que tener que hacerlo por sí mismo.

Al parecer su sonrisa no pasó desapercibida por el alfa, quien lo miró unos segundos hasta volver su vista de nuevo a la carretera. Louis le parecía un omega muy lindo, como los había pocos. Tenía ese brillo especial en sus ojos, esa doble actitud siendo tierno y suave y al siguiente segundo siendo atrevido y caliente. Harry apreciaba haber conocido ambas facetas, aunque le hubiesen dejado mucho que desear. Louis era esa clase de omega que te dejaba pensando en su bonito rostro por horas y horas, y ni hablar de su cuerpo. Aún teniéndolo a su lado horas antes Harry no podía dejar de pensar en cómo sería volver a tenerlo entre sus brazos. Aún cuando todavia lo tenía anudado deseaba darle más y más. Le había hecho perder la cabeza por un rato, y Harry disfrutaba de esos momentos donde podía librarse de la realidad, donde eran solo alfa y omega. Donde se dejaba de lado que Louis era el hermano menor de su mejor amigo y que él era un alfa con muchas otras responsabilidades.

—¿Alguna vez te han dicho que te ves muy lindo cuando sonríes? —preguntó Harry, alargando su mano hasta tomar el mentón de Louis y girarle con suavidad para poder verle a los ojos. Louis no pudo evitar sonreír un poco más haciendo que Harry sonriera también—. Sí, a eso me refiero.

Le acarició el labio inferior con su pulgar para después tomar de vuelta el volante con ambas manos. Le gustaba ser amable con el joven, pues no negaría que verlo sonreír se sentía cálido en su pecho.

Llámame por mi nombre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora