Capítulo 44

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Entro a casa, pero su respiración se sentía pesada en su pecho y sus labios temblaban en una mueca de tristeza. Se trataba de una realidad el estar a un segundo de llorar, creía que había aguantado lo suficiente, pero no era así. Se había creído bastante fuerte, pero no era de esa forma. No podía serlo, cuando después de escuchar a Jason lo único que había querido era dejarse caer de rodillas para suplicar que lo dicho por su hermano mayor fuese sólo una mentira, o una pesadilla.

Todo con tal de que no fuese real.

No podía quedarse allí con su familia, no podía mostrarse débil frente a ellos, no podía darles explicaciones que no tenía. ¿Qué era lo que iba a decir? ¿Qué había terminado por confirmar que ese al que se había atrevido a llamar alfa, ese al que confió sus sentimientos, su amor, su cariño, sus ilusiones, todo de él, ese que amó con el corazón entero... Que ese alfa solo le había tomado como un pasatiempo? ¿Que de verdad sólo había jugado con él? ¿Que jamás le amó? ¿Que sólo había sido una distracción?

Le fue inevitable soltar un pequeño jadeo. Sólo siguió caminando en dirección a las escaleras, a pesar de que había sentido las miradas confundidas de su padre y de su madre.

¿Louis, estás bien? —escuchó decir a su padre detrás de sí. Luego la puerta se cerró y Jason se quejó del frío.

Como le fue posible, logró soltar algunas palabras.

—Sí. Creo que tengo, que ir al baño un momento. —sintió las lágrimas bajar tibias por sus mejillas y subió el primer escalón—. Parece que, a la cachorra no le ha gustado tanto la cena. —acompletó.

Tobias sólo observó a su hijo menor, acomodándose otra vez en el sillón para darle una mirada extrañada a Emiliano. El omega alzó los hombros, volteando también en dirección de las escaleras por un momento.

—Está en su momento de náuseas, es mejor que se arregle solo. Incómodo tener a personas mirando como, vomitas —sonrió apenas.

Tobias asintió y luego observó a Jason, quien todavía miraba con duda la repentina huida de Louis.

Y entonces recordó. Luego de sentarse en el sofá con lentitud y sin decir alguna palabra, recordó bastantes cosas.

Louis llegó a su habitación sin poder tomar un respiro. Cerró detrás de sí la puerta y se recargó ahí, apretando una mano contra sus labios mientras se deslizaba con lentitud hasta el suelo y sentía sus lágrimas caer y caer. Lloraba con desesperación en total silencio, sus jadeos y sollozos siendo ahogados por la palma de su mano.

La única pregunta que tenía en mente, era la del por qué al que le ocurriese eso a él. Qué mal había hecho, ¿amar estaba mal? Porque él solo había amado a Harry. Le había entregado su completo corazón al alfa y ahora estaba muy roto. ¿Por qué merecía eso? Aparte de amar, no había hecho algo más. Confió demasiado pronto, fue iluso y tonto, estaba totalmente claro.

Venga, Harry esperaba un cachorro con la omega rubia bonita. No entendía por qué razón había estado esperando todavía algo de ese alfa. Aparte de tratar de superarlo a su manera, tontamente y en su imaginación, había estado esperando alguna llamada que dijese que todo había sido una confusión, que nada era real o todavía esperaba por levantarse asustado en su cama luego de tan horrible pesadilla.

Pero la presión en su pecho se sentía muy real. La manera en que apretaba sus dedos contra su ropa, y la fuerza con la que su cabeza se presionaba contra la madera de su puerta mientras estaba deshecho en el suelo se sentía demasiado miserable para realmente ser solo un sueño.

Había sido bastante ingenuo. No podía esperar algo de alguien que simplemente se dedicó a mentir, a usar y a jugar con sus sentimientos.

Que alguien le hiciera el favor de contarle de vuelta el chiste de su vida para que pudiera reírse, porque soltar lágrimas de verdad dolía como el infierno.

Llámame por mi nombre | Larry StylinsonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora